“La impunidad golpea muy duro”, pero “nunca nos desviamos de una idea, que está probada en el expediente y (esta entidad) sostuvo a rajatabla durante veintitrés años, aunque los ‘cantos de sirena’ del gobierno anterior trataron de enamorarnos y subirnos a todos los ‘Tangos’”, destacó ayer, martes, el flamante presidente electo en su discurso y en referencia a los aviones presidenciales. También tuvo elogios y críticas hacia la propia dirigencia judía.
“La impunidad golpea muy duro y vamos a hacer todo lo que esté a nuestro alcance para romper esta dinámica que parece una carga pesada, muy difícil de levantar; estoy seguro de que vamos a encontrar una manera de hacer mucho más para seguir empujando la causa en el sentido que tiene que ir”, se comprometió ayer, martes, el flamante presidente electo de la AMIA, Agustín Zbar [foto], en su discurso triunfal y en relación al atentado que asesinó a 85 personas en ese lugar, el 18 de julio de 1994.
“Vamos a seguir apoyando y expandiendo cada área, sin olvidar -por supuesto- a los muertos de la masacre que ocurrió aquí, una causa tan manoseada y utilizada por todas las banderas políticas”, ya que “todos los que pasaron por un espacio de poder, trataron de hacer de esto, como se dice en la jerga, un ‘negocio’, y la AMIA tiene el zejut (privilegio) de haberse mantenido firme, sin haberse dejado llevar para un lado o para el otro, sin haberse encandilado; por supuesto, en todo camino hay zozobras y momentos donde se marcha más rápido o más lento, pero nunca nos desviamos de una idea, que está probada en el expediente y (esta entidad) sostuvo a rajatabla durante veintitrés años, aunque los ‘cantos de sirena’ del gobierno anterior trataron de enamorarnos y subirnos a todos los ‘Tangos’”, prosiguió en referencia a los aviones presidenciales.
“Vinieron con la idea del Memorándum (de Entendimiento con Irán) y mucha gente se confundió; hubo instituciones muy importantes, que pretenden representarnos a todos, que querían arrastrarnos al oprobio de esa Comisión de la Verdad”, pese a “la oposición férrea y clara de la AMIA, en ese momento conducida por Guillermo Borger, y después, también con la mano firme de Leonardo (Jmelnitzky), dos presidentes que honraron la memoria de quienes cayeron a manos de los antisemitas de nuestra época y la autonomía que debe tener la comunidad judía frente a cualquier maniobra que nos quiera llevar a negocios políticos”, reivindicó su futuro sucesor, que asumirá el 7 de junio.
Ambos “no miraron la conveniencia personal, incluso asumiendo riesgos importantes... y también a ‘Tommy’ (el vicepresidente 1º Ralph Thomas Saieg, que estuvo varios meses a cargo de la entidad) le tocó ‘bailar con la más fea’”, destacó.
“Asumir una responsabilidad de este tamaño es un momento muy especial en la vida de cualquier iehudí (judío) que tiene vocación de servicio por el prójimo; tenemos la vocación de armar un equipo de trabajo que genere una diferencia para la mayoría de los judíos que viven en nuestro país y que pueda instalar desde el punto de vista cualitativo a la Kehilá argentina, que ya es muy importante en número”, subrayó Zbar al comienzo de su alocución de diez minutos.
“Siempre pensé que la presencia que tenemos es muy inferior a la calidad de la gente que compone nuestra comunidad, que es doblemente diaspórica porque hay muchos judíos argentinos en otros lugares del mundo”, y por ello, “una de las misiones de la AMIA, y más en este mundo global tan conectado, es tratar de tender lazos amplios con todos”, afirmó.
“Hay una tarea muy grande que solo la AMIA puede hacer, y es llegar a las decenas de miles de iehudim (judíos) que hay a lo ancho y a lo largo de este país, que -tal vez- solamente tengan la posibilidad de volver si encuentran una mano solidaria e inteligente que pueda llegar hasta ellos”, razonó su futuro presidente.
“Una misión fundamental en los próximos años es construir un instrumento de kiruv -acercamiento- para llegar mucho más allá de lo que cada uno puede hacer con su esfuerzo individual; ésta no es una tarea de religiosos o laicos, de un color u otro, de un origen u otro, somos todos hermanos y debemos hacer un esfuerzo gigantesco para estar unidos”, arengó.
“La AMIA es una institución modelo en el mundo en este sentido porque es una kehilá (comunidad) que supo integrar a gente de muy diversas procedencias, ideologías y niveles de observancia; la Argentina ya es un importante makom (lugar) de iahadut (judaísmo) en el mundo, pero lo puede ser muchísimo más si nos unimos todos en el esfuerzo de acercar a más hermanos como cada uno lo quiera concebir, pero tenemos claro que no existe posibilidad de que el judaísmo crezca en las kehilot (comunidades) y la sociedad en general si no tiene un eje fundamental, que es nuestra sagrada Torá y nuestras creencias milenarias, que son la única bandera y brújula que nos impide desviarnos, respetando todas las diferencias, creencias e ideologías”, aclaró Zbar.
“Vamos a hacer un esfuerzo enorme para que podamos estar todos juntos con aquellos hermanos que han batallado contra su propia casa, producto de la confusión, las ambiciones, el arrebato de la política y el ‘canto de sirenas’ que muchas veces generan los espacios de poder nacionales”, señaló el próximo presidente en alusión al conflicto interno que demoró un año el recambio de autoridades.
“La AMIA hace una tarea gigantesca en acción social, pero vamos a tratar de multiplicarla en todas las dimensiones: hay posibilidad de ampliar los programas para llegar a más judíos y a muchos gentiles que puedan encontrar un espacio confiable, sano y honesto, a nuestro modo; vamos a tratar de darle nueva fuerza al Vaad Hajinuj (Consejo de Educación), con un nuevo director, y en Cultura se está haciendo una tarea muy importante”, prometió.
“Espero que tengamos una Comisión Directiva y un RAT (Asamblea de Representantes de Asociados) muy participativos: vamos a ‘abrir el juego’ para que mucha gente se pueda meter, desde las escuelas, las comunidades, el voluntariado…”, aseguró Zbar, conciliador.
“Los representantes de los socios somos los primeros que debemos asumir este compromiso de dar y traer a muchos más para hacer un gigantesco Kidush Hashem (Santificación del Nombre divino) y que nuestro país y el mundo entero vean la pequeña contribución al bien de la humanidad que vamos a hacer de esta modesta ciudad”, finalizó.
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