Quienes trajeron la Virgen de Luján a Viedma hablan de su paso por los centros de recuperación Hogares de Cristo.
La peregrinación de la Familia Grande Hogar de Cristo en Viedma tuvo el paso de un grupo de personas que se encuentran en recuperación por el consumo de drogas, y que encontraron un espacio de contención para poder salir adelante y superarlo.
Cada protagonista tiene su propia historia. Aunque muchas de ellas están vinculadas a situaciones de vulnerabilidad social que los llevaron a caer en el oscuro mundo de las sustancias, en cada testimonio se puede conocer y entender lo difícil que es atravesar este camino, pero sabiendo que hay una salida y un futuro mejor.
Vanina Soledad Allense tiene 33 años y vive en el Bajo Flores, en la Villa 1-11-14, considerado uno de los lugares más peligrosos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). Durante su estadía en Viedma por la dialogó con NoticiasNet para contar cómo su vida tuvo un antes y un después desde que llegó al Hogar Santa María Madre del Pueblo, donde ya lleva más de 10 años.
"Es el lugar que me devolvió la vida. Llegué en muy mal estado, muy rota y pesando 35 kilos, con la intención de recuperame un poco y volver a la calle, no voy a mentir. Con el paso de los días mi vida comenzó a tomar otro color y ahí me pude dar cuenta que eso era lo que quería para mi futuro", dijo.
En la continuidad del relato, recordó los momentos complicados que tuvo que atravesar y sostuvo entre lágrimas, conmovida por el pasado propio: "A los 10 años empecé a consumir y mi vida siempre estuvo en la droga, la prostitución, robos, y hasta llegué al punto de querer suicidarme. Me salvé de que me maten y fue un poco de cada cosa lo que me permitió decir hasta acá llegué y poder cambiar. Pasé por un montón de situaciones en las que sentí que dejaba de vivir y una vez que estuvo a punto de perder la vida fue ahí lo que me llevó a hacer un clic en mi cabeza, para darme cuenta que tenía que poner los pies sobre la tierra para salir adelante"
"Es mi primera y única internación. La verdad que llegué muy mal y me costó un montón, porque de hecho hay cosas que todavía sigo trabajando y en terapia, que es un espacio donde uno puede hablar y expresar lo que siente. Lo importante es que hoy estoy de pie y sigo luchando, porque estas cosas me dan fuerzas para seguir", agregó con entusiasmo.
Vanina contó también que tiene un hijo de 12 años llamado Nicolás. "Soy mamá de un nene de 12 años que se llama Nicolás, pero por circunstancias de la vida no tengo un vínculo tan cercano. Es una lucha interna que tengo día a día y creo que tal vez sea por el resto de mi vida, porque estoy pagando las consecuencias de mis errores. Estoy tratando de dejar atrás el pasado y hacer las cosas bien ahora, aunque me cuesta aceptar que soy madre y que tengo obligaciones con mi hijo", comentó.
"Sufrí muchas cosas durante el embarazo, pero le pongo lo mejor y sigo intentando porque la fe es lo último que se pierde. Si bien nos vemos y compartimos muchos momentos, él vive con parte de la familia de su papá. Lo conocí cuando tenía 7 años, porque a meses de haber nacido yo lo dejé, por eso le doy gracias a Dios porque a pesar de todo siempre me reconoció como su mamá", añadió.
El acercamiento al Hogar de Cristo le permitió a Vanina empezar a vivir la vida tanto anhelaba. "Llevo más de 10 años sin consumo gracias a Dios, tengo trabajo, un marido, un alquiler, puede sostener muchas cosas y también todo esto lindo que nos da el Hogar de Cristo", manifestó.
"Para mí fue muy lindo que me llamaran para hacer acompañar al grupo de chicos que venía a Viedma y fue una sorpresa, porque no estaba en mis planes y es mi primera experiencia de peregrinar con la Virgen. Nos recibieron muy bien y la verdad es un orgullo poder pertenecer a esta gran familia y poder transmitir a muchos chicos que sí se puede, con mucha fuerza y voluntad", cerró con un mensaje de esperanza.
Más voces que cuentan cómo superaron sus adicciones
Sebastián Alejandre vive en Fuerte Apache, en Ciudadela (conurbano bonaerense), -quien a veces suele ver a Carlos Tévez-, es otro de los peregrinos que logró vencer a las adicciones al llegar al Hogar de Cristo Santa Clara de Asis.
"Yo vivía bajo un puente y consumiendo todos los días, por eso perdí a mi familia, a mis hijos, por estar con la droga. Gracias a Dios que pude conocer el Hogar de Cristo y eso me cambió la vida", contó en su breve testimonio.
Por otro lado, Aurelio Graibe, oriundo de Salta, también contó detalles de su vida: "A los 27 años empecé a consumir cocaína y después me dediqué al alcohol. Llegué muy caído al hogar y con la ayuda de los hermanos pude salir, por eso como Dios me tocó el corazón ahora estoy acompañando la peregrinación"
"Llegué el año pasado al grupo y no puedo creer que hoy estoy caminando con la Virgen de Luján. Estoy agradecido a los franciscanos porque ellos siempre están en las buenas y las malas, porque ahora estoy encaminado", cerró.
Esta misión religiosa que recorre el país llevando la imagen de la Virgen de Luján cuenta con la participación de entre 50 y 60 personas de diferentes centros barriales, bajo el lema "Ni un pibe menos por la droga". Ayer, el grupo dejó esta ciudad para viajar con la Virgen de Lujan a otro punto del país que desde el año pasado está siendo recorrido en el marco ce la celebración de los 10 años del papado de Francisco y los 15 años del funcionamiento de estos centros de recuperación.
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