El de ayer podría convertirse en un día decisivo para la crisis venezolana. Maduro abrió la posibilidad para que un país pudiera fungir como intermediario diplomático. Es más, fue él mismo quien pidió la mediación internacional
El presidente de Venezuela comunicó estar a favor de una acción de otros estados, y mencionó en particular los siguientes: «México, Uruguay, Bolivia, Rusia, el Vaticano y algunos gobiernos europeos». Informó también que está enviando «cartas oficiales a todas estas instancias para que apoyen el diálogo en Venezuela, donde quieran, cuando quieran y como quieran».
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Seguramente la mayor expectación tiene que ver con la Santa Sede, a la que se ha dirigido en más ocasiones mientras el Papa se encontraba en Panamá, para participar en la Jornada Mundial de la Juventud en la que, entre muchos otros, participaron también figuras eclesiásticas venezolanas de relieve. «La gente quiere sentir su apoyo, su ayuda y su consejo».
En el país centroamericano, el Pontífice pidió una solución pacífica y justa, en el respeto de los derechos humanos de todos. Muchos se han preguntado qué es lo que significan estas palabras tan prudentes en concreto. Mientras tanto, la Iglesia local venezolana ha bajado al ruedo con obispos y sacerdotes por las calles, que se han manifestado en contra de Maduro. El Papa explicó que apoya «en este momento a todo el pueblo de Venezuela, porque está sufriendo». Si apoyara lo que dicen una u otra parte, explicó, «me expresaría sobre algo que no conozco», y sería «una imprudencia pastoral por mi arte y haría daño».
Francisco dijo que teme la posibilidad de un derramamiento de sangre. Después, el pasaje que se convirtió en un claro mensaje diplomático: «Tengo que ser… no me gusta la palabra… “equilibrado”, quiero ser pastor y, si se necesita una ayuda, que la pidan de común acuerdo». Es decir, mientras tanto que ambas partes lleguen a un acuerdo para pedir ayuda de terceros, luego, con toda seguridad el obispo de Roma aceptaría darla.
A partir de ahora, pues, se espera que la diplomacia de la Santa Sede comience a trabajar con el estilo que la caracteriza: manteniendo un bajo perfil para remendar y estabilizar la situación. Podría suceder lo que sucedió con el “deshielo” entre Estados Unidos y Cuba, cuando Barack Obama y Raúl Castro eligieron al Papa argentino como mediador y el Vaticano como territorio adecuado para situar la mesa de negociación. Las negociaciones se llevaron a cabo en secreto en el Vaticano y Obama y Castro en el histórico día del anuncio del final de la crisis, el 17 de diciembre de 2014, no dejaron de expresar su agradecimiento al Papa Francisco.
La Santa Sede podría contar con dos ases bajo la manga en la situación de Venezuela: el cardenal Secretario de Estado, Pietro Parolin, y el sustituto para los Asuntos generales, monseñor Edgar Peña Parra. El primero fue nuncio en Venezuela y el segundo es venezolano.
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