En un intento de calmar el revuelo, Lombardi calificó como "positivo" el clima de la reunión de obispos; desmentida de varios cardenales
Por Elisabetta Piqué
ROMA.- Como no podía ser de otra manera, el "lettergate", como algunos bautizaron el revuelo que causó la salida a la luz de una carta al Papa de 13 cardenales conservadores "rebeldes", opacó ayer los trabajos del sínodo, donde no se hablaba de otra cosa.
El padre Federico Lombardi, vocero del Vaticano, se vio obligado a comenzar la conferencia de prensa diaria leyendo una declaración en la que aseguró que quien difundió la carta, que era reservada, había cometido "un acto de disturbio que los firmatarios jamás buscaron".
Intentando calmar las aguas, Lombardi también aseguró que, más allá de todo, quedaba en claro cuáles son las reglas del sínodo y que "el clima general de la asamblea es positivo".
Lombardi precisó que el cardenal australiano George Pell, quien le entregó la carta al Papa el lunes de la semana pasada, declaró públicamente que "la carta al Papa era reservada y debía quedar reservada". Por otro lado, recordó que Pell, prefecto de la Secretaría de Economía y miembro del grupo de cardenales consultores de Francisco, hizo saber que el texto y las firmas difundidas por el blog del vaticanista Sandro Magister "no correspondían" exactamente con la carta que él le había entregado al Pontífice.
Lombardi destacó además que los cuestionamientos presentes en la carta "fueron reportados en el aula" y recordó que él mismo había hablado de las dudas y objeciones en cuanto a los nuevos procedimientos del sínodo. Y que justamente por ello el martes de la semana pasada tanto el cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del sínodo, como el propio Papa, habían intervenido para responder esas dudas y aclarar el funcionamiento de la nueva metodología sinodal.
"Por eso, quien difundió la carta cumplió un acto de disturbio que los firmatarios no buscaban, y no hay que dejarse condicionar por ella", agregó. Lombardi también dijo que no debía sorprender que hubiese "observaciones" sobre la nueva metodología del sínodo y destacó que una vez que ésta quedó aclarada, "los padres sinodales se comprometieron a ponerla en acto". Intentando apagar la tormenta, también hizo hincapié en la "gran colaboración" que hay entre los obispos y el clima general "positivo" de la asamblea.
No obstante, el revuelo por la carta dominó la jornada de trabajo de los 270 padres sinodales, que hoy presentarán sus informes sobre el segundo capítulo del Instrumentum Laboris. De hecho, el cardenal mexicano Norberto Rivera Carrera, arzobispo de Ciudad de México, uno de los 13 cardenales firmantes, difundió una nota en la que desmintió haber sido partícipe de la epístola. Lo mismo hizo el cardenal italiano Elio Sgreccia, presidente emérito de la Pontificia Academia para la Vida. Tanto Rivera Carrera como Sgreccia no aparecieron en la lista difundida por Magister, pero, según buenas fuentes del Vaticano, sí forman parte del grupo de cardenales "rebeldes" que firmaron la carta.
Sus desmentidas se sumaron a las hechas el día anterior por los cardenales Scola, Piacenza, Ving-Trois y Erdo, que, según las mismas fuentes, no firmaron al epístola.
Causaron bastante perplejidad, por otro lado, las declaraciones de otro firmatario, el cardenal alemán Gerhard Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, al Corriere della Sera.
"No voy a decir si firmé o no. El escándalo es que se haga pública una misiva privada del Pontífice. Éste es un nuevo VatiLeaks", clamó Müller, en alusión al escándalo por filtraciones que sacudió el último tramo del pontificado de Benedicto XVI. "La intención de quien ha querido esta publicación es sembrar litigios, crear tensiones. Quien difundió el texto quiere dividirnos", agregó, mostrándose una víctima.
Otro cardenal, el sudafricano Wilfrid Fox Napier, si bien tampoco desmintió haber firmado la carta, sí negó públicamente haber dicho al sitio norteamericano Crux que cuestionaba el derecho del Papa de elegir a los diez miembros de la comisión para el informe final del sínodo. "El cardenal Napier me pidió que corrigiera eso, afirmando exactamente lo contrario", dijo Lombardi.
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