El domingo 27 de diciembre, día en que la Iglesia celebra a la Sagrada Familia de Nazaret, se celebraron Misas en las catedrales y parroquias de todo el país, rogando especialmente por el cuidado de toda vida por nacer.
En la Catedral Basílica, el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, presidió la Santa Misa y en el inicio de su homilía, se refirió a la familia en el contexto actual, indicando que “no es fácil hablar hoy sobre la ‘familia’, con tantas susceptibilidades, tantos modelos diferentes, tantas experiencias distintas, y, por cierto, no todas positivas. Con todo sabemos que ‘donde hay caridad y amor allí está Dios’. Y si le ponemos por delante el adjetivo ‘sagrada’, aún es más difícil. Salvo días como hoy, es poco frecuente que se predique sobre la familia y el matrimonio, y tantos aspectos que forman parte de ella. Sin embargo, la realidad familiar, sea la que sea, forma parte de la experiencia de todos y cada uno de los seres humanos, y también de los creyentes”.
“La ‘familia’ tiene que salir de sí misma para poner ‘calor de hogar’ en este mundo tan poco hogareño”… y los cristianos “estamos llamados a multiplicar los padres, las madres, los hermanos, los abuelos en el entorno cristiano y social. Se trata de extender los vínculos del amor y todas esas cosas que forman parte de la convivencia familiar: el diálogo, la acogida, el perdón, el servicio, los detalles, el sacrificio, etc., dentro y fuera de casa”.
En otro punto afirmó que “podemos considerar y llamar ‘sagrada’ a una familia cuando está consagrada a Dios, cuando en ella está muy presente Dios, cuando contamos con Él en los problemas y decisiones de cada día. La oración, la escucha de la Palabra, el diálogo buscando juntos la voluntad de Dios es algo indispensable en toda familia que quiera llamarse cristiana, y, sobre todo, el perdón mutuo”. Y reflexionó que “probablemente los pastores de la Iglesia no hemos puesto muchas energías en enseñar y acompañar todo esto. Pero también es cierto que no pocas familias consideran que basta con estar juntos, vivir bajo el mismo techo, y comer de la misma mesa; y, juntos, ¡cuando se pueda!”. En este sentido rescató el valor de “los grupos de matrimonios que reflexionan, comparten y aprenden juntos a partir de sus experiencias”, enfatizando la necesidad de “potenciar los pequeños grupos matrimoniales y familiares”.
“Los padres tienen una tarea sagrada”
Siguiendo con el desarrollo de su mensaje manifestó que “los padres tienen encomendada una ‘tarea sagrada’: ayudar a los hijos a que conozcan, amen, vivan en Dios y lo sirvan. Los hijos tienen que crecer y robustecerse, como acabamos de escuchar en el Evangelio, pero también ‘en sabiduría y en gracia’. Esta ‘sabiduría’ de la que habla la Escritura se refiere a la sabiduría de aprender de la vida y aprender a enfrentarse personalmente con las dificultades y retos que va planteando la vida. Una sabiduría existencial”.
Luego señaló que “los cristianos (como personas, como comunidades y como Iglesia) tenemos que apoyar a las familias, sea cual sea el modelo que elijan, dar comprensión cuando aparezcan las dificultades, abrir caminos, acoger, y hacer menos juicios e imposiciones. Tomarnos todos mucho más en serio esto de ‘construir’ familia, y también la gran Familia de la Iglesia".
También compartió un texto de san Pablo VI pronunciado en la Basílica de la Anunciación, en Nazaret, lugar del nacimiento del Hijo de Dios, en el que dice que “Nazaret es la escuela donde empieza a entenderse la vida de Jesús, es la escuela donde se inicia el conocimiento de su Evangelio. Aquí aprendemos a observar, a escuchar, a meditar, a penetrar en el sentido profundo y misterioso de esta sencilla, humilde y encantadora manifestación del Hijo de Dios entre los hombres”. En este rico texto habla de las enseñanzas de “la lección de Nazaret”, como el silencio, la vida familiar y el trabajo.
Pedido por la vida del niño por nacer y de su madre
En otro tramo de su predicación, invitó a que “pidamos con mucha fe a la Sagrada Familia de Nazaret por nuestra Patria sobre la que se ciernen graves amenazas contra la vida de los niños en su etapa de gestación. Pidamos que Dios ilumine las mentes y encienda el fuego de su amor en los corazones de nuestros senadores nacionales para que voten a favor de la vida, a favor de la vida del niño y de la madre que lo engendró y está gestando, a favor de la inclusión de todos en la mesa de la vida. Que no tengamos que ser una nación más que descarta a los no deseados. Esto no nos honraría, todo lo contrario, seríamos dignos de la mayor de las repulsas”.
Asimismo, apuntó que “para quienes esperamos empezar un año mejor, la agenda legislativa del Congreso de la Nación no nos trae esperanzas. Hay miles de cuestiones sanitarias y sociales a resolver, que requieren toda nuestra atención: crear fuentes de trabajo, educación seria e integral, rehacer los vínculos, salud para todos, desde la vacunación hasta la cantidad de personas muy enfermas que este año no han recibido adecuada atención médica, mujeres que sufren violencia o no tienen un trabajo digno, etc. Pero lo que nos están ofreciendo en este momento duro e incierto es el aborto, y eso es un golpe a la esperanza, que no le traerá ningún bien a los argentinos, todo lo contrario más exclusión, más grieta, más pobreza”.
Comentá la nota