Inspirados bajo el versículo bíblico “Vamos a descansar (Mc 6, 31-32)”, más de 200 sacerdotes y diáconos vivieron el primer retiro espiritual de Cuaresma, de una serie de encuentros iluminadores, que el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam) ha organizado para ahondar en el camino sinodal y en la apropiación del texto de reflexiones y propuestas pastorales de la Asamblea Eclesial.
Leonardo Iván Di Carlo, sacerdote de la arquidiócesis de Mendoza (Argentina), quien además es médico cirujano, con maestrías en bioética y en psicología social de la Unesco, estuvo dirigiendo este espacio, que desarrolló en tres aspectos: Escucha atenta, discernimiento orante y respuesta generosa.
El sacerdote agradeció a los participantes su presencia: “Al hacer una pausa en nuestra actividad diaria para tener un encuentro con Jesús, resulta muy necesario. Tenemos el gozo y la alegría que una pequeña porción de sus ministros pueda compartir un momento con Dios”.
Agregó que “es hermoso pensar que como presbíteros y diáconos, en este tiempo de tantas responsabilidad, asumamos el compromiso de entender la sinodalidad, que apareció como algo que marca el pulso de este tiempo de la vida de la Iglesia”.
La escucha, instancia fundamental
El padre Di Carlo ha destacado en el primer elemento ‘escucha atenta’, que “a lo largo de toda la historia de la salvación la escucha ha ido marcando al hombre que ha tratado de escuchar la voz del Señor y de responder con su fe a esta revelación tal como nos decía el Concilio Vaticano II en el documento ‘Dei verbum’.
Para ello, ante “nuestra propia realidad queremos abrir el corazón para escuchar al Señor para escuchar a nuestro pueblo, para escuchar nuestras voces interiores, las voces del alma para caminar”.
En sinodalidad, prosigue el sacerdote, la escucha es una instancia fundamental y es por ello que “les propongo que la pensemos en estas tres direcciones: la escucha atenta a Dios, la escucha atenta a nuestro pueblo y la escucha atenta a las voces del alma; por supuesto, es importante que nuestra escucha atenta sea con Dios, porque sabemos que él va marcando el camino y los destinos de la Iglesia y providencialmente va suscitando gracias a su Espíritu Santo”.
Son diversas las realidades que viven tanto sacerdotes como diáconos, por ende, “el rebaño que él nos encomienda debemos escucharlo” de manera que se pueda superar cualquier indicio de autorreferencialidad y evitar “caer en el peligro de una profesionalización de nuestra vocación”.
“Me animaría a pensar en voz alta, junto a ustedes, que tener una escucha atenta de nuestro pueblo, de nuestro rebaño, nos ayuda a evitar el clericalismo, que durante tanto tiempo ha estado presente en la vida de la Iglesia y que ha acostumbrado tal vez aquellos a los cuales acompañamos a obedecer sin cuestionar”, advirtió.
Aunque también señala que “muchas veces también para nuestro pueblo, permítanme decirlo de una manera muy simple, es cómodo que el sacerdote sea el que decide”, por consiguiente, aquí es donde la sinodalidad juega un papel importante.
Fuente de sabiduría
En cuanto al ‘discernimiento orante’ ha señalado que “es un gran don en el cual nos toca muchas veces ser protagonistas. Hoy la iglesia nos propone hacerlo también junto a nuestros hermanos consagrados, por los cuales compartimos la vida junto con nuestros laicos, particularmente junto a nuestros obispos que como pastores acompañan, guían, custodian la vida de nuestros rebaños, en nuestras Iglesias particulares”.
“Estamos alentados desde una escucha atenta, tenemos que resignificar el lugar de Dios, el lugar del otro, el lugar de nuestro propio ser, como como fuente de gracia, como fuente de sabiduría, que necesitamos para nuestros tiempos; nuestro señor no se ha quedado en una historia plasmada en la Biblia o interpretada desde la teología en distintos ámbitos, él sigue vivo”, acotó.
Por eso, “lo reconocemos como fuente de sabiduría en este tiempo, donde tantas ideologías están rondando y tratando de ocupar lugares en nuestro corazón y en el de nuestro pueblo, que podamos tenerlo a él como fuente verdadera”.
Lamentó que “nosotros mismos acudimos a espiritualidades, a prácticas, a costumbres que se alejan bastante de las fuentes de la gracia, tal vez no con maldad, pero por seguir tratando de buscar una inmediatez en la respuesta que tal vez no encontramos en los medios habituales”.
En resumen, es hora de resignificar el lugar del prójimo , que “nos han sido confiados y, por ende, necesita ser acompañado, tener una respuesta”, de allí que “un discernimiento eclesial, que se jacte de querer ser vivido en sinodalidad, va a partir de la escucha del otro, pero va a discernir también en favor del otro”.
En clave mariana
Un tercer aspecto planteado: la respuesta generosa. El padre Leonardo la relaciona “en clave mariana” y, por eso, “en esta respuesta generosa los quiero invitar a traer al corazón esta cita que nos ha dado tantos nutrientes espirituales a nosotros como sacerdotes como diáconos”.
En la sinodalidad, la respuesta necesita justamente esos ingredientes marianos, por ello, “los animo a contemplar el sí de la virgen, su respuesta generosa, que es una provocación para nosotros a salir de la comodidad y de la inercia”.
Para el presbítero argentino “estamos hablando de que la sinodalidad implica el riesgo de dar nuevas respuestas, naturalmente nuestra respuesta tiene que estar abierta a un dinamismo pastoral, que abra nuestras acciones al Espíritu Santo, que suscite aquello que necesitemos. Creo que este sínodo está haciendo una respuesta contundente del clamor de nosotros como Iglesia de dar respuesta”.
El dinamismo pastoral tiene un paralelismo a María: “Me parece muy iluminador mirar desde esta clave la respuesta, Ella pudo haberse quedado en la comodidad; sin embargo, se animó a correr el riesgo”.
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