En el Día Internacional del Voluntariado que se celebra este 5 de diciembre, Cáritas recuerda que sin la contribución de estas personas no sería posible acompañar a los débiles
Esperanza Salomón Gaitán y Antonia Martín Ruiz son voluntarias de Cáritas en Madrid y Ciudad Real, respectivamente. Cada 5 de diciembre. Día Internacional de los Voluntarios, sirve para reivindicar la labor de estas personas que, de manera desinteresada, destinan su tiempo a acompañar a los más vulnerables. Una oportunidad para reconocer su contribución, su servicio, su escucha, su acompañamiento, su deseo de justicia y su voluntad de transformar la sociedad. Sin los voluntarios, instituciones como Cáritas nunca podrían llegar a buen puerto.
El testimonio de Esperanza: "Escucho, acompaño y trato de empatizar"
Esperanza Salomón trabaja actualmente como voluntaria de la entidad de la Iglesia en el Centro de la Mujer Concepción Jerónima de Madrid. Cada día, acoge y acompaña a mujeres desfavorecidas o en riesgo de exclusión.
“Es mi muy pequeña mi contribución y muy grande la satisfacción que recibo. En un principio tuve miedo de no poder afrontar todos los problemas que sufren estas personas o de que me pudieran afectar psicológicamente”, revela.
El amor es lo que le mueve a la hora de darse a los demás, tal y como ella misma confiesa: “Es la oportunidad de ser testigo directo de la realidad social actual. Comparto mi tiempo, mis experiencias y mis conocimientos, escucho, acompaño y trato de empatizar, comprender sin juzgar. Es una labor de aprendizaje y enriquecimiento personal incalculable”, ha explicado.
Antonia y su experiencia como voluntaria: "Me implica vivir en coherencia con los valores evangélicos”
Por su parte Antonia Martín, de 62 años, es voluntaria en Ciudad Real. Reside en San Benito, un pueblo muy pequeño de una de las zonas rurales de la provincia ciudadrealeña. Su espíritu solidario le viene de familia, especialmente gracias a la bondad que siempre mostró su abuela: “Tuve la gran suerte de vivir, gracias a mi abuela, la experiencia y el despertar de lo que era la bondad, la generosidad, el compartir y repartir con los pobres, lo que tenía y lo que era. Y de todo ello, mi abuela me hacía participe a mí”, ha recordado.
Con el paso del tiempo, Antonia se implicó con Cáritas cada vez más. Y es que para la colaboradora, Jesús fue el primer voluntario de Cáritas, tal y como se refleja en la frase del Evangelio “el espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido, para anunciar el evangelio a los pobres”.
Bajo esta premisa, Antonia asegura que su seguimiento a Jesucristo va unido a su voluntariado: “Ser voluntaria, me implica vivir en coherencia con los valores evangélicos”, ha apuntado. A su juicio, es una forma de vivir y de actuar.
“Ser voluntaria, para mí, es como vivir en un constante tiempo de Adviento. Tiempo de conversión, tiempo de trasformación integral, tiempo de esperanza. Me ha servido, para quitar muchas malezas de mi vida. He aprendido a ver la presencia de Dios, en aquellos que no son igual a mí: en el pobre, desvalido, sin recursos, de otras religiones y de otras ideas políticas, sociales y culturales distintas a la mías”, ha asegurado.
Asimismo, Antonia cree que Dios siempre ha sido generoso con ella, lo que le anima a ser igual de generosa con el prójimo: “Lo que ustedes recibieron gratis, denlo gratuitamente. Pero no me refiero solo a las cosas materiales; un voluntario tiene que ser generoso con su tiempo y estar disponible para los demás”, ha puntualizado.
Y es que como apunta la voluntaria de Cáritas en Ciudad Real, la generosidad es sinónimo de caridad: “He comprendido a lo largo de mi voluntariado, que la generosidad es una virtud que suma: felicidad, paz interior, ilusión, la alegría de compartir con el otro, la generosidad de ponerme en el lugar del otro (el igual a mí), el amor, el compromiso, la fe, la humildad, la tolerancia, el respeto”.
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