Los testimonios de Embajadores y dirigentes comunitarios a 29 años del Atentado a la Embajada de Israel en Argentina

Los testimonios de Embajadores y dirigentes comunitarios a 29 años del Atentado a la Embajada de Israel en Argentina

El 17 de marzo de 1992, a las 14.50hs, se produjo el ataque terrorista contra la Embajada de Israel en la Argentina, el primero de los dos atentados más graves que sufrió el país.

 

Cuando suceden hechos tan dolorosos que marcan la historia de un país, de una sociedad y de una comunidad, queda en la memoria de cada uno de nosotros, cómo, dónde y de qué manera recibimos la noticia. Vis á Vis dialogó con la actual Embajadora de Israel en la Argentina, Galit Ronen y el Embajador actual de Argentina en Israel, Sergio Urribarri. También con el presidente de la AMIA, Ariel Eichbaum, de la DAIA, Jorge Knoblovits, y de la OSA, Sergio Pikholtz. Además, Guillermo Borger, Claudio Avruj y Abraham Kaul brindaron su testimonio

¿Dónde estabas el 17 de marzo de 1992? ¿Qué fue lo primero que pensaste cuando te dijeron lo que sucedió en la Embajada? ¿Crees que se resolverá? ¿Habrá justicia?

Estas son algunas de las preguntas que contestaron los embajadores y dirigentes comunitarios.

Galit Ronen – Embajadora de Israel en Argentina

La verdad es que no recuerdo dónde estuve el 17 de marzo de 1992. Por la fecha y el horario debería haber estado en casa. En aquel momento era estudiante en Israel en la universidad pero la verdad que no recuerdo. En ese momento no me dijeron que volaron la embajada. Yo lo leí en los diarios. En aquella época no estaba vinculado ni a la Argentina ni a la Cancillería. Entonces lo leí en las noticias como cualquier persona y el pensamiento era uno: ‘Por favor no’. No era algo que yo pudiera vincular algo personal en aquel momento. Espero la justicia por las víctimas y por los heridos. Creo que es el deber de las autoridades argentinas llevar a la justicia a los responsables.

De un lado pienso en las víctimas, en sus familiares, en los heridos y por supuesto todo mi empatía con ellos. De otro lado, estoy también esperando la justicia tanto para ellos como para el Estado de Israel. Aquí ha volado una embajada. Aquí cayó una Embajada de Israel que la Argentina tiene el deber de protegerla, que es el país que lo hospeda. Si pasaron 29 años que es el mismo número de las víctimas, estamos esperando la justicia. Creo que por un lado tenemos que conmemorar y recordar a la gente que fue asesinada y de otro lado tenemos que pedir la justicia y asegurar que esté tipo de terrorismo no llegue a ningún lado del mundo.

Sergio Urribarri – Embajador de Argentina en Israel 

Recién llegaba a mi casa después de una mañana de trabajo en la Cámara de Diputados de Entre Ríos. Me enteré lo sucediodo por la televisión.

Creo que algo parecido a lo que deben haber sentido millones de argentinos: una angustia enorme al ver las imágenes y al ir recibiendo información sobre las víctimas y también una sensación de miedo.

La falta de justicia es un agravante muy triste del dolor por la pérdida de vidas humanas. Siempre digo que el mejor acompañamiento a los seres queridos de las víctimas y a los sobrevivientes es sostener la búsqueda de verdad y de justicia y apoyar el ejercicio de la memoria.

Esclarecer este atentado es una deuda con nuestra historia y con nuestra democracia, que ese día se vio alterada por acción del terrorismo. El gobierno argentino tiene una postura inflexible que ha expresado nuestro presidente respecto del terrorismo, al que se considera inadmisible porque impide la convivencia pacífica y democrática. Sólo la verdad y la justicia podrán reparar algo de tanto horror, tanto dolor y tanta ausencia.

Ariel Eichbaum – Presidente de la AMIA

Recuerdo perfectamente que estaba volviendo de estudiar hacia mi casa y escuché la noticia desde la radio que tenía puesta el chofer del colectivo. Me sentí muy conmocionado y no podía comprender bien lo que estaba sucediendo.

Antes que un pensamiento, fue una sensación de estupor indescriptible que vivencié, al estar frente a un hecho tan atroz que estaba ocurriendo en nuestro país. El ataque terrorista a la Embajada de Israel fue el primer ataque de su tipo que se perpetró en la Argentina, una nación que hizo del respeto y de la convivencia en la diversidad un sello de su identidad. Luego, como les pasó a muchas personas, el pensamiento derivó en una pregunta: cómo pudo pasar algo así; cuál es el origen del odio que lleva a idear, planificar y ejecutar un ataque de estas características con el sólo fin de asesinar y destruir la vida de otros seres humanos, a quienes eligieron como blanco de sus ideas fundamentalistas.

Tenemos la obligación moral no solo de reclamar justicia sino de creer que es posible conseguirla. En la lucha contra la impunidad, no podemos bajar los brazos y aunque el camino sea difícil, hay que perseverar, hacer oír nuestra voz, y ejercitar la memoria. Aunque el tiempo pase, tenemos que pensar que la Justicia va a llegar.

Reclamar para que los responsables materiales e intelectuales del atentado paguen con condenas efectivas y ejemplares es un imperativo que no se puede abandonar. En otro aniversario del ataque a la Embajada, desde AMIA renovamos el pedido de memoria y justicia, acompañamos a los familiares de las víctimas fatales en su desconsuelo y en la sensación de impotencia al ver que, 29 años después, no haya un solo responsable preso cumpliendo condena por la masacre cometida.

Jorge Knoblovits – Presidente de la DAIA

Ese día estaba en mi Estudio Jurídico. Libertador 184. Recuerdo el ruido. Recuerdo cómo se movieron los vidrios y la sorpresa con mis socios frente a una situación desconocida. Podía ser un sismo, un choque de trenes (estábamos frente a Retiro). Las noticias informaron enseguida lo sucedido. Salimos a la Embajada que estaba a pocas cuadras. El caso era enorme y nos impidieron el ingreso teniendo la vocación de ayuda.

Sentimos estupor, dolor enorme y la sensación de estar atrapado en un evento trágico que nunca sospechamos que podíamos transitar en Argentina

Veo muy difícil esa posibilidad (que se resuelva). El tiempo atenta contra las pruebas y contra la inercia de la naturalización de la impunidad. Lo que no significa que se siga insistiendo en el plano judicial con el esclarecimiento.

La ausencia de justicia, la memoria de los muertos, los heridos y el dolor de sus seres queridos nos interpelan como sociedad. La no resolución de semejante tragedia es un peligroso mensaje para las nuevas generaciones que ven quebrado el pacto sicial más elemental. La sensación es de una absoluta frustración y tristeza.

Sergio Pikholtz – Presidente de la Organización Sionista Argentina

En esa época trabajaba en el centro de la Ciudad de Buenos Aires, a unas 20 cuadras del viejo edificio de la embajada. Terminaba de almorzar y recuerdo el ruido seco de una explosión, a los minutos las ambulancias y la policía y poco después las noticias llegaban por la radio. Al principio era un poco confuso, y con el correr de los minutos la confirmación. Fue una mezcla de incredulidad (no lo podía creer) y una angustia muy fuerte. Yo había estado varias veces en la Embajada, desde adolescente me moví en las instituciones comunitarias y recordaba perfectamente el edificio. Muy triste todo.

No lo podía creer, después llegó la noticia que había explotado un supuesto arsenal en el sótano. Con el paso de las horas se instaló que era una represalia contra el presidente Menem por alguna promesa no cumplida con un régimen árabe. Lo real es que desde el primer momento supimos que la bomba era contra los judíos. Por la noche nos enteramos de la muerte de Marcela Droblas, a quien conocía de mi comunidad, el Centro Hebreo Ioná, y también vimos el intento desesperado por rescatar a Eliora Carmón.

Pasó mucho tiempo y lamentablemente en nuestro país la justicia no se caracteriza por resolver en tiempo y forma estas cuestiones. No pasaba eso hace 29 años y tampoco pasa ahora. Seguimos firmes en nuestra exigencia de justicia, Sin embargo, soy escéptico, no porque no sepamos quiénes fueron, sino porque dudo que se los condene. Igualmente no bajaremos los brazos.

El terrorismo mata, el régimen de los ayathollas es terrible para la humanidad incentivando y promoviendo violencia y muerte. Resulta absolutamente inaceptable pactar algo con esos personeros de la muerte. Lamentablemente se intentó aquí y hoy vemos cómo se pretende hacer un acuerdo nuclear con quienes en forma descarada manifiestan que quieren exterminar a Israel y a los judíos. Debemos mantener la guardia alta y no dejar lugar a pactos con terroristas asesinos.

Guillermo Borger – Expresidente de la AMIA

El 17 de marzo de 1992 estaba en mi empresa Kol Ram trabajando como todos los días, con mucha música y alegria. Cuando escucho en la radio las noticias y dicen que volaron la embajada de Israel quede petrificado, no entendía lo que escuchaba, al otra día yo tenía un evento justamente en la hermosa sede de la embajada de la Calle Arroyo donde solíamos proveer sistemas de sonido y traducción simultánea para distintos acontecimientos. Me brotaron lágrimas, nunca había sucedido algo así en Argentina, era inimaginable. Enseguida me acerqué personalmente a Arroyo y la sede diplomática literalmente había desaparecido, era una montaña de escombros. Ingenuamente me preguntaba cómo podía existir tanta mandad, no me “caía la ficha” y no paraba de llorar, una gran congoja.

Hoy en día, tras 29 años sin resolución ni justicia, soy muy poco optimista.

A partir del atentado a la Embajada me encontré con la muerte prácticamente cara a cara, recordando que mi hijo menor, que estaba en el colegio primario, le “arrancaron” a su mejor compañero de un día al otro. La mamá fue asesinada en el atentado. Ella vino de Israel tras vivir años en una zona conflictiva, estaba feliz de poder estar en Argentina, una patria de paz y tolerancia y donde paradójicamente pierde su vida justamente por la intolerancia.

A 29 años de falta de esclarecimiento y justicia del más terrible atentado en suelo argentino, y tras 26 años del atentado a la AMIA sin resolución ni justicia, seguimos siendo muy lamentablemente Tierra fértil, D’os no lo quiera, para un tercer atentado.

Abraham Kaul – Expresidente de AMIA

El 17 de marzo de 1992 estaba en la oficina de Taiar en Villa Crespo.

Lo primero que pensé fue ‘no puede ser, Israel es impenetrable, es imposible’. Cuando vi la realidad entendí que Israel en Argentina era solo un pequeño terreno en la calle Arroyo, que fue violentado por Hezbolla o la Jihad Islámica, posiblemente, como contrataque a Israel por la muerte del Secretario General de Hezbollah Mushawi, un mes antes. Pero el ataque fue en la República Argentina como país.

La investigación fue muy pobre, sabemos el autor internacional: Hezbolla, Irán o cualquiera de sus divisiones. Lo que nunca sabremos es quién fue la conexión local del atentado.

Pensábamos que el ataque fue a Israel, no a los judíos argentinos, no nos podía pasar ni nos protegimos ante esa posibilidad. Idéntico atentado a la Embajada de Israel y a la AMIA, mismos asesinos, misma inteligencia operativa, mismo operativo, mismo odio antisemita en ambos atentados. Lo que NO sabemos es quiénes fueron la conexión local.

No es que la República Argentina es muy vulnerable, que lo es, es que los cómplices locales viven entre nosotros y andan sueltos.

Mi conclusión es que OTRO ATENTADO EN ARGENTINA PUEDE VOLVER A OCURRIR

Claudio Avruj – Presidente Honorario del Museo del Holocausto

El atentado me encontró en Caracas, Venezuela, donde me desempeñaba como Director Ejecutivo de Bnai Brith área del Caribe. Era el mediodía, por la diferencia horaria, y estaba en un almuerzo de trabajo. En aquel entonces no eran fluidas las imágenes televisivas ni masivo el uso de celulares como ahora y menos que los pocos que había hagan llegar mensajes de texto e impensable que se envíen imágenes o videos. Pude saberlo casi de inmediato por los circuitos comunitarios de Caracas. Fue muy impactante ver por televisión luego las imágenes. Recuerdo quién me avisó. Fue una dirigente de la B’nai B’rith, Irene Belozerkovsky.

Reconozco en mi memoria aquel momento. Fue de incredulidad, de estupor. Era inimaginable. Conocía muy bien la vieja embajada por mi trabajo comunitario, muchas veces había asistido a reuniones. Fue una profunda sensación de profanación, de avasallamiento. Siempre sentí que no fue un ataque solo al Estado de Israel, sino a los judíos argentinos y una violación de la soberanía Argentina, y me sorprendió mucho luego ver que no se percibió así por la mayoría de la sociedad, la comunidad e incluso la dirigencia de entonces. Luego el segundo capítulo que fue el atentado a la Amia/Daia, demostró que si. Allí hubo una toma de conciencia absoluta.

Sabemos quién fue. Debemos acostumbrarnos a decirlo en voz alta. Fue el terrorismo fundamentalista islámico ordenado, planificado y financiado por Irán y accionado por su brazo ejecutor Hezbollah. Falta que la justicia lleve al banquillo de los acusados a los hombres y mujeres de carne y hueso para ser juzgados. Siempre soy optimista y me mueve pensar que en mi país, un día la justicia dará ese paso adelante y nos dará las respuesta en los dos atentados. No puedo y no quiero caer en la desesperanza.

La embajada de Israel nos convoca a decir Presente una vez más. Es un ejercicio colectivo necesario. Pero también interpreto que es un llamado a entender el aquí y ahora, nuestro presente y la magnitud del perjuicio que implica vivir con la impunidad de los atentados.

Cuando las imágenes se vuelven cada día más borrosas y lejanas, más estamos obligados a honrar la memoria y actuar en consecuencia en cada lugar, asumiendo que el atentado terrorista fue contra nosotros y por eso todos los argentinos estamos implicados. Y por ello se vuelve imperioso señalar el camino para que se asuman las responsabilidades políticas y jurídicas para que la justicia sea una realidad.

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