“Sacerdote, blanco y europeo”. Ese suele ser el perfil del sujeto elevado a los altares por la Iglesia, y eso es lo que debe empezar a cambiar ya en los procesos de canonización, según la teóloga y ex monja alemana Doris Reisinger.
Por Carlos Esteban
La teóloga Doris Reinsiger quiere poner en el proceso de canonización de la Iglesia Católica estas inclusividad y diversidad que son normal obligada en el siglo, acabando con el perfil del célibe blanco y europeo.
En un artículo de la revista Christ in der Gegenwart, pide «un número creciente de laicos de ambos sexos, que la iglesia confirme que han llevado una vida santa». Esto debe ser posible «sin votos de castidad ni martirio». Se echan de menos a la madre africana, el padre asiático, el médico latinoamericano y el trabajador australiano. Mientras exista tal déficit, a la Iglesia le falta algo esencial.
Reisinger se refirió a un estudio según el cual los varones y los sacerdotes están sobrerrepresentados; son casi el 90% de los santos de altar declarados en los últimos 122 años. Reisinger literalmente: «La iglesia no solo consiste en un 99 por ciento de esas personas normales, sino que durante décadas ha valorado el hecho de que estas personas en particular puedan llegar a ser santas».
Pone el caso del santo suizo Nicolás de Flüe, y se pregunta: “hubieran canonizado a una mujer que hubiera dejado a su marido y a sus diez hijos para dedicarse a una vida de ermitaña?”. También se queja de que en el santoral haya pocos equivalentes masculinos de las “santas vírgenes”, lamentando que la sexualidad, la maternidad, la violencia sexual y la muerte a manos de un violador sean «caminos aparentemente femeninos hacia la santidad».
En el momento de cerrar esta edición, la teóloga alemana no ha propuesto cuotas específicas por sexo, raza y origen geográfico.
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