Jorge Bergoglio opta por cardenales jóvenes y de las periferias. La tradición italiana, relegada. Versiones de nuevas púrpuras y una pregunta: ¿algún argentino?
Por Guillermo Villarreal.
En sus más de 11 años de papado, Jorge Bergoglio creó al 73% de los cardenales que elegirán a su sucesor en la Cátedra de Pedro en un futuro cónclave. El porcentual confirma que el papa Francisco perfila con sus promociones púrpuras nombres de posibles candidatos para continuar su legado al frente de la Iglesia.
Tal como viene contando Letra P, en la era bergogliana en el Vaticano los papables van cambiando de acuerdo con los éxitos y fracasos de sus misiones pastorales, por su sintonía con las reformas, por sus discrepancias o afinidad con el pontífice argentino y, sobre todo, por su cercanía a la edad límite de los 80 años para elegir y ser elegidos.
En la lista de nombres a ponerse el solideo blanco aparecieron el arzobispo Luis Tagle (Manila), el limosnero papal de origen polaco Konrad Krajewski, el aperturista alemán Reinhard Marx (Múnich y Frisinga), el húngaro Peter Erdö (Budapest), el arzobispo jesuita Jean-Claude Hollerich (Luxemburgo), el italiano Matteo Zuppi (Bolonia), el curial maltés Mario Grech y el español Juan José Omella (Barcelona), entre otros.
Actualmente, ninguno o casi ninguno de estos cardenales aparece como número puesto.
El mapa de las opciones de Jorge Bergoglio
En los nueve consistorios de su pontificado, Bergoglio creó 130 cardenales, de los cuales 92 son electores y 38 no electores. Si el cónclave fuera ya, 125 purpurados entrarían a la Capilla Sixtina con la posibilidad de elegir y ser elegidos como futuro papa.
Francisco no suscribe a la usanza de sus antecesores de promover al Colegio Cardenalicio a miembros de la Curia romana, a teólogos con diplomas académicos y poco roce territorial y a aquellos que están al frente de diócesis de tradición cardenalicia, sobre todo europeas.
Las opciones de Bergoglio son otras. Prefiere clérigos con experiencia en el terreno social, misionero y pastoral, habitualmente pertenecientes a congregaciones religiosas e incluso párrocos rasos sin jerarquía episcopal a los que define como “pastores con olor a ovejas”.
Otras dos particularidades de los criterios de elección bergoglianos son la edad, en promedio apenas por encima de los 70 años; y la procedencia cada vez más habitual de representes de las periferias. Actualmente hay cardenales de 89 países de los cinco continentes.
El Vaticano agrupa a los cardenales por continentes y en regiones, por lo que el recuento a julio da: Europa (110), Asia (32), África (29), Sudamérica (27), América del Norte (27), América Central (ocho) y Oceanía (tres).
A este rasgo distintivo de la internacionalización, el papa le suma que dejó de nombrar cardenales en plazas italianas con tradición cardenalicia como Génova, Turín, Palermo, Nápoles, Milán, Florencia y Venecia.
Versiones de nuevas púrpuras
El hecho de que cinco cardenales cumplirán 80 años en 2024 y pasarán a ser no electores, hizo que en los pasillos vaticanos se escuchen versiones sobre un llamado inminente de Francisco a un nuevo consistorio, el décimo, para crear más cardenales.
El papa Francisco perfila a su sucesor
Los purpurados que llegan al límite de edad para elegir o ser elegido papa son los europeos Mauro Piacenza (Italia) y Jean-Pierre Ricard (Francia), el africano Polycarp Pengo (Tanzania), el americano Baltazar Porras (Venezuela) y el asiático Oswald Gracias (India).
Argentinos, uno más y no…
El Colegio Cardenalicio tiene actualmente siete argentinos: el prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, Tucho Fernández (60); el arzobispo cordobés Ángel Rossi (65), el curial vaticano Leonardo Sandri (80), los eméritos Mario Poli (76), Luis Villalba (89) y Estanislao Karlic (98) y fraile capuchino Luis Dri (97).
Sólo tres de los siete argentinos tendrán derecho a voto en un futuro cónclave: Fernández, Rossi y Poli.
En medio de los rumores de la creación de nuevos cardenales, vuelve a aparecer la pregunta: Francisco colocará el birrete púrpura a otro compatriota. La respuesta tiene, a priori, un sólo nombre: Jorge García Cuerva, el arzobispo porteño de 56 años, intérprete de la partitura doctrinal francisquista y uno de los clérigos con mayor proyección en el episcopado vernáculo.
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