Por Tiziana Campisi

Como ya es habitual, al final de la audiencia general en la Plaza de San Pedro, no faltó el pensamiento del Papa para Ucrania y las terribles consecuencias de la guerra que la asola. Poco antes de concluir, Francisco se detuvo para hablar del país de Europa del Este, donde continúan los bombardeos de Rusia.

Recemos por Ucrania: recemos por las cosas feas que están ocurriendo allí, las torturas, las muertes, la destrucción.

Hasta la fecha, la Organización Mundial de la Salud ha verificado 623 ataques a la asistencia sanitaria en el país y desde el comienzo de la guerra han habido 428 niños muertos y 815 heridos. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, afirmó que los ataques selectivos contra infraestructuras civiles que Rusia está llevando a cabo en Ucrania son actos de "puro terror" y "crímenes de guerra" según el derecho internacional. "Apoyaremos a Ucrania mientras sea necesario y protegeremos a los europeos", añadió.

La llamada a rezar por Nigeria

Durante su saludo a los grupos de habla inglesa el Papa se refirió a la situación en Nigeria, afectada por violentas lluvias que han provocado una de las peores inundaciones de la última década. Francisco recordó que las inundaciones han causado "muchas muertes, numerosos desaparecidos e ingentes daños". El número de muertos asciende a 603 este año, que el Papa encomendó a Dios.

Recemos por los que han perdido la vida y por todas las personas probadas por una calamidad tan devastadora.

Estos días sigue lloviendo en 33 de los 36 estados de Nigeria y cientos de miles de personas han sido evacuadas de sus casas inundadas, más de 1,3 millones han sido desplazadas. El Papa se preocupa también por ellos, para que se les proporcione la ayuda necesaria.

Que a estos hermanos y hermanas nuestros no les falte nuestra solidaridad y el apoyo de la comunidad internacional.

Una monja italiana misionera en el pueblo de Igbedor, la hermana Enza Guccione, dijo a Vatican News que "nunca se habían registrado inundaciones como ésta". Los aguaceros destruyeron más de 330.000 hectáreas de tierra y dañaron carreteras e infraestructuras vitales para la economía nacional.