A seis años de asumir, Francisco pone distancia de la política argentina

A seis años de asumir, Francisco pone distancia de la política argentina

Tras un período de intensa exposición, Jorge Bergoglio se inclinó por desalentar los comentarios de voceros informales y evita recibir dirigentes partidarios

 

Hace hoy seis años, la "fumata blanca" que salió de la Capilla Sixtina anunciaba la elección del nuevo líder de la Iglesia Católica: el papa Francisco . En sintonía con la doctrina de la Iglesia, el argentino Jorge Bergoglio orientó su pontificado a proponer nuevas miradas para superar la crisis moral, económica y social. Francisco tuvo gestos con muchos dirigentes argentinos, lo que lo involucró en la política interna del país. En el último tiempo, tomó distancia y pidió a sus amigos que lo ayuden a no recibir más políticos.

Cristina Kirchner visitó cuatro veces al jefe de la Iglesia en el Vaticano. Todas las visitas a Roma ocurrieron mientras ocupó la presidencia. La actual senadora también aprovechó los viajes de Francisco a Brasil, Cuba y Paraguay para lograr una foto con él. Desde que dejó la Casa Rosada nunca fue recibida.

Por su parte, el presidente Mauricio Macri se reunió dos veces con el Santo Padre. La primera audiencia fue en febrero de 2016 y se la recuerda por la foto en la que Macri sonrió al saludar al Papa, pero este mantuvo un gesto serio y adusto.

En la segunda reunión, en octubre de 2016, el presidente argentino consideró que la audiencia con el Papa sirvió para poner fin a las múltiples conjeturas abiertas tras el primer encuentro.

El director de la revista Criterio, José María Poirier, expresó que Francisco "es un papa social, porque su pontificado está claramente orientado a lo que él entiende como la doctrina social".

Sin embargo, Poirier descubrió el lado negativo que esto acarrea. "Un aspecto cuestionable del pontificado social es que interviene exageradamente en el ámbito político, donde el respeto por las instituciones republicanas y democráticas exigiría mayor distancia", observó.

Esto explicaría la cercanía que tuvo el Papa con la dirigencia política nacional, pero sobre todo con el kirchnerismo. Lo visitaron en el Vaticano: la presidenta de las Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini; el exsecretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno; la exprocuradora general de la Nación Alejandra Gils Carbó; Oscar Parrilli, y Milagro Sala, entre otros. Sin embargo, también recibió a María Eugenia Vidal, Carolina Stanley y Esteban Bullrich, enrolados en el oficialismo

Muchos dirigentes, además, aprovecharon estos encuentros para hablar en nombre del Papa e influir en la política nacional, a través de palabras que probablemente no habían sido pronunciadas por Francisco.

Una fuente cercana al Vaticano explicó ayer a LA NACION que "algunos personajes tenían una conversación con el Papa, salían y le hacían decir lo que ellos querían que dijera para tener algún rédito en nuestro país".

Pero en los últimos dos años se empezó a cristalizar un proceso de limpieza de las "vocerías informales que había, sobre todo al principio, que no le hicieron muy bien a la relación entre el Papa y Macri", contó la fuente cercana al Vaticano.

Además, el propio Francisco le cerró la puerta en el último tiempo a cualquier situación que lo exponga a la política argentina. Una fuente que tiene trato frecuente con el Papa reveló a LA NACION que "les pidió a sus amigos más próximos que lo ayuden a evitar que lleguen pedidos de dirigentes políticos de cualquier signo para una audiencia privada".

Una excepción fue en febrero de este año, cuando el Papa recibió al secretario de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural, Claudio Avruj, como parte de una comitiva de dirigentes de 45 colectividades.

Respecto del reciente viaje de Pablo Moyano, la fuente consultada explicó que el dirigente camionero participó de un encuentro de transportistas con 250 sindicalistas y empresarios de todo el mundo. "Moyano habló cinco minutos y el Papa ni siquiera estuvo", precisó, al desestimar que aliente un vínculo con el gremialista.

"La premisa de Francisco es que la Argentina tiene que resolver sus desafíos y es una postura que mantiene, especialmente, en los años de elecciones. Bajó notoriamente las audiencias privadas con dirigentes políticos. Él ni siquiera los llama", concluyó. Deslizó, además, que algunos políticos intentan verlo alegando razones personales.

En fuentes locales, sin embargo, estiman que Francisco sigue con mucho interés lo que ocurre en el país y "sigue tan expuesto como antes". Reconocen que mantiene su amistad con el exlegislador porteño Gustavo Vera, titular de la Fundación La Alameda, que actúa como un enlace con el mundo sindical y el combate contra la trata de personas y la explotación laboral.

 

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