Hace dos años, ni los analistas en temas religiosos más destacados de nuestro país y del mundo, pensaban que el sucesor del renunciante Papa Benedicto XVI, iba a ser el Cardenal argentino Jorge Bergoglio.
Recuerdo perfectamente aquel 13 de Marzo del 2013, cuando el Cardenal Jean Louis Tauran anunciaba “Anuncio Vobis Gaudium ¡Habemus Papam!” y seguido dijo “Les anuncio con gran felicidad que ya tenemos Papa. Es el gran eminente y gran reverendo Jorge Mario Cardenal de la Santa Iglesia Romana, Bergoglio, que recibe el nombre de Francisco". Les aseguro que en ese momento sentí que era un sueño y necesitaba que alguien me despertara diciéndome “¡es verdad, el Papa es Argentino!”.
Quiénes tuvimos la inmensa suerte de conocerlo y estar cerca de él, sentimos que a través de los 115 miembros del Colegio Cardenalicio, Dios había elegido al hombre justo en el momento indicado para ser el sucesor de Pedro y guiar al Pueblo Cristiano, tarea no muy sencilla.
Fiel a su estilo de vida, sabíamos que lo primero que iba a transmitir eran sus gestos concretos, basados en la sencillez, humildad y amor por los pobres, ese mismo amor que supo expresar mas de una vez con estas palabras “mi gente es pobre y yo soy uno de ellos”.
Viendo el camino recorrido de estos dos años del Pontificado de Francisco, puedo resaltar cientos ó miles de gestos, palabras, miradas y enseñanzas que el Obispo de Roma lleva a cabo día a día. Él, nos exhorta cotidianamente a volver a tomar el catecismo, a redescubrir los diez mandamientos y las bienaventuranzas. Nos invita a cada uno de nosotros a sumarnos a su proyecto que es sencillo, “seguir a Cristo”.
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