Samir Nassar : “El Niño Jesús tiene muchos compañeros en Siria”

Samir Nassar : “El Niño Jesús tiene muchos compañeros en Siria”

El obispo maronita de Damasco lanza un nuevo llamado para que se acabe la guerra y narra la Navidad en el país afectado por la guerra.

PAOLO AFFATATO

«El ruido infernal de la guerra sofoca el canto de Gloria de los ángeles. La sinfonía angelical de la Navidad deja su lugar al odio, a crueles atrocidades llevadas a cabo en la indiferencia global. Hoy pedimos al Emanuel, al Dios-con-nosotros, que traiga, con su gracia, los dones que Siria necesita urgentemente: la paz, el perdón y la compasión». Es el llamado de Samir Nassar, arzobispo maronita de Damasco que, en vista de la Navidad, vuelve a pedir a todos los actores involucrados y a la comunidad internacional un compromiso serio para pacificar la nación siria.

Frente a la oleada de ataques terroristas que han golpeado nuevamente Europa y Turquía, el obispo Nassar recordó en una conversación con Vatican Insider que «después de cinco años de guerra, la población en Siria comparte el destino de todos los que sufren y vivirá otra Navidad presa del disgusto, de la ausencia de comida, del frío, en condición de indigencia y de pobreza, entre luto y sufrimiento, mientras el país sigue devastado por la violencia».

«El Niño Jesús tiene muchos compañeros en Siria. Millones de niños ya no tienen casa y viven sin techo, en tiendas o viviendas improvisadas, justamente como el pesebre de Belén. Jesús no está solo en su miseria. Los niños sirios, abandonados, huérfanos y psicológicamente devastados por las escenas de violencia que han vivido y visto quisieran estar en el lugar de Jesús, porque Cristo por lo menos siempre tiene consigo a sus padres. Esta amargura se ve en sus ojos, en sus lágrimas y en su silencio mortificante», contó con palabras muy duras el obispo maronita.

«Muchos niños sirios envidian a Jesús —prosiguió— porque Él encontró por lo menos un lugar humilde para nacer y un techo, mientras algunos de ellos nacieron bajo las bombas o durante un éxodo que los llevó lejos de su patria».

También las mujeres sirias se identifican con la Virgen María: «Hay en Siria muchas madres en dificultades: madres desafortunadas que viven en condiciones de extrema pobreza, obligadas a hacer los deberes familiares solas, sin sus maridos, muertos o desaparecidos. Mujeres que buscan en Cristo un poco de consuelo. Cuando ven a la Sagrada Familia y ven la presencia tranquilizado de José, estas madres lloran por sus familias que no tienen un padre: esta ausencia alimenta el miedo, el ansia y la preocupación».

«De la misma manera, los hombres, desempleados o exhaustos de buscar lo mínimo indispensable para sus seres queridos, ven en San José a un hombre que supo cuidar a su familia, en el momento de la necesidad, del hambre y del peligro, incluso huyendo, en un viajo como prófugos, a Egipto», reveló Nassar hablando de la imagen de un moderno «pesebre sirio».

También los pastores y sus rebaños, «hablan de los pastores sirios que han perdido su ganado en esta guerra» e «incluso los perros de los pastores comparten la suerte de los animales domésticos en Siria, que vagan entre las ruinas y se alimentan de pedazos de cadáveres o de basura».

El año pasado, la comunidad católica maronita recibió el regalo e una nueva iglesia en el barrio de Kachkoul, en la periferia este de Damasco, dedicada a los beatos Hermanos Massabki, mártires de la capital siria asesinados en 1860. Ese fue «un auténtico don de la Navidad: un oasis de oración y un signo de alegría y de esperanza en medio de un mundo de violencia, de intolerancia y de miedo», recordó el obispo.

Hoy, para la población devastada por el conflicto, la precariedad y la violencia, «la luz de Cristo es la única que trae consuelo y esperanza. Su cercanía a la humanidad expresada en el misterio de la encarnación, difunde la valentía para vencer la muerte y la confianza en un futuro de paz, perdón y compasión», indicó.

Esa paz que los bautizados sirios, en sus celebraciones navideñas, en iglesias que estarán llenas de gente a pesar de los peligros y de los bombardeos, invocan y esperan para todo el Medio Oriente y para Europa, nuevamente marcada por actos de trágica violencia contra civiles inermes: «Nuestra comunidad, herida por el sufrimiento, está aprendiendo, con la acción de la gracia de Dios, a sacar el vien incluso del mal, experimentando cada día la compasión y la solidaridad para con el prójimo». Un espíritu que puede servir de ejemplo para todos los cristianos de todo el mundo.

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