Un momento de comunión con personas de diferentes partes del mundo, que estuvieron en sintonía con quienes, en la noche del 10 de noviembre, dentro del Comité Ampliado de la Red Eclesial Panamazónica, celebrado en Manaos los días 10 y 11 de noviembre, se reunieron para reflexionar sobre la COP27. Una armonía que nace del hecho de «sentir como nosotros que la Amazonía está en el centro del mundo«, según el padre Darío Bossi.
Un mundo que grita que quiere respirar
Un momento en el que también estuvieron presentes representantes de otras iglesias, que en la misma fecha celebraron en Manaos el encuentro «Amazonía de todas las luchas«, organizado por la Coordinadora de Servicios Ecuménicos (CESE), que reunió a una enorme diversidad de pueblos originários de toda la Amazonía Legal para escuchar los gritos que provienen de los pueblos nativos, sus luchas, su dolor, sus enfrentamientos, su resistencia. Algo que la pastora Sonia Mota, directora ejecutiva del CESE, considera «un manantial, porque nos desarraiga, porque nos molesta, porque también nos saca de nuestro propio terreno y nos hace conectar cada vez más entre nosotros, con los demás, para el cuidado de nuestra casa común».
Personas que se sienten parte de un mismo objetivo, el cuidado de la casa común, la «oikomene», que se hace realidad en el camino común entre la REPAM y el CESE, nacido en el Foro Panamazónico, donde se creó un tapirí ecuménico, un tapirí interreligioso, lo que llevó a «escuchar los gritos de la Amazonía, y cómo nosotros, como comunidad de fe, como personas que escuchan al Dios que crea, que nos da para cuidar esta casa común, cuál es nuestra responsabilidad ante un mundo que grita que quiere respirar«, dijo. «Ante una naturaleza tan degradada, una naturaleza tan vilipendiada, ¿cuál es nuestra responsabilidad?», se preguntó, llamada a cuestionarse sobre qué hemos hecho como sal de la tierra y luz del mundo que somos.
COP una campaña de mercado
Una COP27 que ha provocado un gran descontento, siendo definida por algunos como «un camino de hipocresía climática», según el Padre Bossi, que recordó las palabras del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, quien dijo que «el riesgo es convertir la COP en un eslogan, una campaña de mercado, una ceremonia vacía«. El comboniano recordó la fuerza de otras COP, como la de París, justo después de la publicación de la Encíclica Laudato Si’, que provocó entusiasmo, expectación, objetivos muy concretos y exigentes, pero que no sólo no se cumplieron, sino que hoy se ven como inalcanzables.
En un mundo que vive hoy una inseguridad energética que ha llevado a países desarrollados y tecnológicamente sofisticados, como Alemania, a volver a los combustibles fósiles como fuente de energía, esto dificulta los acuerdos. Bossi señaló que la COP continúa porque «es conveniente ofrecer soluciones falsas, construidas y propuestas por el mismo sistema que causó el calentamiento global«. Por ello, denunció que «el sistema capitalista propone ahora la venta de créditos de carbono», y junto a ello, el hecho de que cualquier país del Norte Global pueda seguir contaminando a condición de invertir para que un país del Sur Global absorba el CO2 que produce.
Poner precio a la casa común
Un fenómeno que denomina «financierización de la naturaleza», al considerar «dramático calcular cuánto puede valer un árbol, un río, un pueblo indígena«, un peligro cuando se buscan estas falsas soluciones. Poco a poco, la sociedad civil ha dejado de posicionarse frente a la COP, algo que tiene que ver con el hecho de que esta COP se celebra en Egipto y la siguiente en Arabia Saudí, dos países bien conocidos por su falta de libertad de expresión y la persecución de los líderes ecologistas.
Esto hace que la gente se sienta como COP en diferentes lugares del mundo, insistiendo en que «la solución a la crisis climática viene de la tecnología sofisticada de los pueblos en sus territorios, viene de esa experiencia ancestralmente madurada de una convivencia equilibrada con la naturaleza, donde nadie domina a nadie». Pero esta solución está tan lejos del modelo que hemos construido que no es conveniente proponerla y defenderla». Esta situación ha llevado al padre Darío a pedir una reforma de las Naciones Unidas, «para que los pueblos tengan voz, incluso por encima de la economía y los gobiernos«.
Declaración de Manaos
Ante todo esto, la REPAM se ha posicionado, con una Declaración de Manaos ante la COP27, «para seguir gritando junto al Papa Francisco, por su sueño de una Amazonía que lucha por sus derechos, los derechos de los más olvidados«, denunciando la situación de la tierra, los ríos, el aire, «en una carrera desenfrenada hacia la muerte», y exigiendo «cambios radicales y urgentes», para evitar consecuencias catastróficas para todo el planeta. Por ello, deja claro que «sin la Amazonía, no hay vida ni humanidad posible».
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Una realidad que lleva a la REPAM a pedir que se ponga freno a los acuerdos que se quedan en papel mojado, a la falta de promoción efectiva de los derechos humanos, especialmente de los pueblos de la Amazonía. Un mundo llamado a mirar a los verdaderos sabios del agua, de la tierra, de los árboles y de las plantas, más aún frente a una actitud que Querida Amazonía llama «injusticia y crimen«.
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