El informe también refleja mayores niveles de espiritualidad, asistencia a los lugares de culto y participación de la vida institucional de los credos. También son más tolerantes con la diversidad sexual y más severas contra los criminales y las drogas.
Una encuesta nacional llevada a cabo por el CEIL-CONICET confirma el peso que tiene el género en la religiosidad. El estudio, que incluyó entrevistas presenciales a 2.421 personas en todo el país, arrojó que una proporción mayor de mujeres afirma creer en Dios. Es un 86% contra el 77,5% de los varones que contestaron.
En lo cualitativo también hay diferencias. El 30% de las mujeres dijeron que sus vivencias de la religión aumentaron a lo largo de la vida, mientras que ellos solo representaron el 20,5 por ciento.
Estas nuevas conclusiones derivan de un informe de 33 páginas titulado “¿La religión tiene género? Un análisis de las creencias, prácticas y opiniones sobre religión y sociedad de varones y mujeres en la Argentina”. Fue realizado por el equipo coordinado por la investigadora principal Verónica Giménez Béliveau, a cargo del Programa Sociedad, cultura y religión del CEIL/CONICET, y que integran Ana Mallimaci Barral, Sol Prieto, Agustina Gracia, María Bargo, Natalia Fernández y Catalina Monjeau Castro.
Un dato saliente de la feligresía femenina es que es más colectiva que los varones, a contramano de la tendencia de las “nuevas espiritualidades” de vivir la religiosidad de manera personal y a la carta, sin intermediarios. Ellas asisten más a los templos y se relacionan más con su credo a través de las instituciones y comunidades que los hombres (33,5% vs. 26,4%). Y esto corresponde a que así como mayoritariamente se encargan de reproducir todo lo necesario en el ámbito del hogar, “son las mujeres las que se encargan de que las comunidades se sostengan y perduren”, indicó Giménez Béliveau.
“Hace algunos años, haciendo trabajo de campo, un cura católico párroco en el conurbano oeste me dijo: ‘Si se van las mujeres yo tengo que cerrar la parroquia’. Ellas sostienen, y a la vez, los espacios religiosos o de comunidades espirituales se vuelven espacios de empoderamiento, de construcción de liderazgos, de posibilidad de reflexión sobre sí mismas y su lugar en el mundo”, agregó la investigadora.
Este último informe del CEIL/Conicet consiste en una nueva entrega de una serie de análisis académicos que tienen como base la “Segunda Encuesta sobre Creencias y Prácticas Religiosas en la Argentina”, llevada a cabo entre agosto y septiembre de 2019, y que constató la caída de la cantidad de los fieles católicos frente al aumento de los evangélicos y las personas no creyentes. Es el estudio sociológico más exhaustivo y sistemático sobre religión en Argentina y revela los cambios en las creencias y valores morales de la población en comparación con 2007, la última vez que se había hecho un muestreo de este tipo.
La investigación confirma que los hombres suelen estar más alejados que las mujeres de la divinidad. En aquellas personas que dicen no relacionarse con la religión, los varones (9,1%) más que duplican a las mujeres (3,8%). Además, ellas rezan más frecuentemente (3 de cada 5 oran más habitualmente contra 2 de cada 5 varones), dedican más tiempo a leer la Biblia u otros textos religiosos y se comunican el doble que los varones con los seres queridos difuntos.
El mayor atractivo de la investigación radica en las posturas que tienen las mujeres creyentes en relación a temas controversiales que se discuten en la sociedad. La conclusión primaria es que el culto no define absolutamente todo. El género también hace su parte.
Temas controversiales
Sobre los roles en la familia, hay una probabilidad mayor de las mujeres a tener una “mirada más amplia sobre la institución familiar que los varones”, independientemente de si pertenecen a una religión o si son “ateas, agnósticas o no se identifican con ninguna pertenencia religiosa”, señala el informe.
El 72% de las mujeres expresaron su desacuerdo con la afirmación “la mujer debe permanecer en su hogar para el cuidado de sus hijos”, contra el 66,3% de los varones. En aquellas que adhieren a algún culto, esa opinión baja apenas hasta 68,9%, mientras que entre los hombres religiosos cae al 61,8 por ciento. En contraste, el rechazo a esa afirmación de las mujeres que no tienen ninguna religión sube al 90,2%.
Una tendencia similar se observa en temas como el matrimonio igualitario y la adopción de niños, niñas y adolescentes por parte de parejas del mismo sexo. En ambos casos, las mujeres tienen una mayor aceptación que los hombres, siendo esta diferencia aún mayor entre las personas con religión.
Según los datos registrados, ante la pregunta “una pareja de gays o de lesbianas debe poder adoptar niños”, el 63,2% de las mujeres con religión contestaron a favor, unos 13 puntos porcentuales más que los hombres religiosos. Las mujeres tienen también una aceptación más alta que los varones cuando las personas no adhieren a ninguna divinidad o culto (90% vs 84,1%).
Más severas contra los criminales y las drogas
Un hallazgo llamativo de la encuesta es la actitud sobre el castigo penal ante los crímenes. La encuesta arrojó que las mujeres acuerdan con la afirmación “debe implantarse la pena de muerte para los delitos graves” en comparación con los hombres (53,9% contra 47,7%). Entre las personas con religión, las mujeres también muestran mayor acuerdo con esa solución que los hombres (55,5% vs 49,2%), mientras que entre las personas sin religión, tanto varones como mujeres muestran mayor desacuerdo con la pena de muerte, siendo las mujeres sin religión ligeramente más propensas al rechazo de esta opción (49,4%) que los hombres sin religión (46,7%).
Otro punto que se emparenta a la mirada sobre el consumo de estupefacientes y las adicciones. Si bien ambos sexos las drogas son, primordialmente, una decisión individual, los varones (46,2%) eligen más esta opción que las mujeres (36,4%). Sin embargo, las mujeres afiliadas a una religión tienden a verlas como una enfermedad o un vicio (27,5%) frente al 18,6% de los varones.
En otra pregunta acerca si “el consumo de marihuana sólo debería estar legalizado para uso medicinal”, esta opción también es la más elegida por las mujeres (56,6% vs. 49,7% de los varones). Nuevamente, indica el informe, “se observa una coincidencia con el rol de cuidadoras de las mujeres, que otorgan mayor legitimidad a todo lo que está relacionado con el bienestar y la salud”.
Aborto y la educación sexual
La mayor religiosidad de las mujeres afecta su percepción y opinión sobre temas como el aborto y la educación sexual
Para Ana Inés Mallimaci, investigadora independiente de CONICET y otra de las autoras del informe, el valor de la vida tiene un sentido específico de acuerdo al género. “En los estudios cualitativos vemos que la pena de muerte aparece sobre todo ligada a delitos contra la vida y la familia, al si tocan a mis hijos/as. Si el delito ataca a la vida, la gravedad del mismo merece la pena máxima. Esto tiene que ver con cómo se entiende la vida, quién merece vivir y quién merece morir”, apuntó.
“La posición mayoritaria a favor de la diversidad sexual se aleja de los juicios morales, no le interesa diferenciar entre lo bueno y lo malo, tiene que ver con posiciones de las personas. En cambio, el mayor acuerdo con la pena de muerte sí hay un clivaje entre lo bueno y lo malo. Y según los últimos datos cualitativos, los ataques contra la vida y la familia son especialmente penalizados”, señaló Mallimaci.
Por otro lado, el estudio revela que entre las personas sin religión, las mujeres consideran el aborto como un derecho en un porcentaje significativamente mayor (casi el 67% contra un 54.7% de varones). El laicismo define las preferencias en este punto. Entre quienes adhieren a un credo confesional, la proporción de mujeres a favor del aborto como derecho cae a 20,02%, en el caso de los varones religiosos, a 20,07 por ciento.
En lo que respecta a la educación sexual, no hay grandes variaciones importantes. El 82,0% de las mujeres considera que los padres deben ser los principales responsables de esta tarea, contra un 84,5% por parte de los varones. Nuevamente, la ausencia de profesar un credo modifica la visión sobre esta materia. El 31,3% de las que carecen de una adherencia a un culto confesional piensan que los principales responsables por la educación sexual de los niños deberían ser los docentes, 7,1%por encima de sus pares varones. Aún así, 7 de cada 10 personas piensan que esta instrucción debe ser responsabilidad de los progenitores.
Giménez Béliveau indicó que aún se está trabajando en hipótesis para indagar sobre cómo se explican la influencia en las diferencias de los valores, el rol del género y de la religiosidad en estos temas controversiales. “Te diría que parece contradictorio, pero no necesariamente lo es. Así como no podemos hoy asociar orientación sexual con pertenencia política (no necesariamente las personas LGBTIQ tienen que ser progresistas o de izquierda), tampoco tienen por qué asociarse posiciones conservadoras en lo que tiene que ver con las ideas sobre la sociedad y posiciones conservadoras en lo relacionado con la diversidad sexual y la moral familiar”, apuntó la investigadora.
Si bien el estudio de campo se hizo hace poco más de cuatro años, las investigadoras evalúan que estas opiniones tienden persistir a grandes rasgos en la actualidad. “Estas encuestas se hacen cada diez años y tienen que ver con las grandes tendencias sociales. Todo lo que es religión cambia más lento, son transformaciones que se van produciendo en el mediano plazo. Sí es cierto que desde 2019 pasaron algunas cosas centrales como la pandemia”, consideró Giménez Béliveau. Y continuó: “Pudimos ver cualitativamente cómo mucha gente se interesó por algún tipo de búsqueda espiritual y que algunas posturas se radicalizaron, como jóvenes que luego se convirtieron en votantes de Javier Milei. Pero son tendencias que ya aparecen en otros estudios, con diferencias ideológicas entre varones cada vez más conservadores, y mujeres más “liberals’, más progres”.
“La encuesta refleja el momento de mayor auge de la ola verde y de los feminismos. A partir de la pandemia, hay un resurgimiento de sectores conservadores donde también hay voces femeninas, aunque hay una suerte de liderazgo de las masculinas. Esto algo que ya lo veníamos viendo y se fue volviendo más profundo y público”, concluyó la coordinadora del estudio.
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