Los obispos Marcelo Colombo, Ángel Rossi, Jorge García Cuerva, Vicente Bokalic y Gustavo Carrara destacan como posibles líderes. La elección de autoridades ocurre en un clima de tensiones con el gobierno de Javier Milei y sus políticas sociales.
La Iglesia Católica en Argentina se prepara para renovar las autoridades de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA).Los obispos Marcelo Colombo, Ángel Rossi, Jorge García Cuerva, Vicente Bokalic y Gustavo Carrara destacan como posibles líderes.El proceso ocurre en un clima de tensiones con el gobierno de Javier Milei y sus políticas sociales.
Lo esencial: la CEA renovará a sus líderes claves el 11 de noviembre mediante votación, decidiendo figuras influyentes que marcarán la relación entre la Iglesia y el gobierno actual, en un contexto de desacuerdos sobre justicia social y asistencia. Por qué importa: la elección podría definir la postura de la Iglesia ante el gobierno libertario y sus cambios en políticas sociales.
La Iglesia Católica en a Argentina comenzará en los próximos días un complejo proceso de renovación de las autoridades de la Conferencia Episcopal (CEA), que este año tendrá la singularidad de que las cuatro posiciones estratégicas de ese organismo deberán ser renovadas, debido a que sus actuales responsables llegaron al máximo de dos períodos en el cargo. La presidencia y la conducción de las comisiones de Pastoral Social, Educación y Cáritas tendrán nuevos líderes para transmitir en el país el magisterio del papa Francisco y asumir la conducción pastoral en tiempos de Javier Milei presidente.
Si bien son 98 los obispos que pueden elegir y ser elegidos para esos cargos, hay cinco que están perfilados para asumir posiciones importantes en la CEA del futuro. Sin orden de prioridades, los arzobispos Jorge García Cuerva (Buenos Aires) Vicente Bokalic (Santiago del Estero), Marcelo Colombo (Mendoza), el cardenal Ángel Rossi (Córdoba), y el obispo auxiliar y vicario general de Buenos Aires, Gustavo Carrara, vienen teniendo hasta ahora un rol importante en la vida interna y pública de la Iglesia y están posicionados para ocupar también funciones importantes en el futuro.
De esos nombres podrían surgir los reemplazantes del obispo Oscar Ojea, actual presidente; de monseñor Jorge Lugones, que encabeza la comisión de Pastoral Social; de monseñor Carlos Tissera, que preside Cáritas; y del cardenal Mario Poli, que está a cargo de la comisión de Educación. Los tres primeros ya tuvieron una reelección, el máximo permitido, mientras que el cuarto, al tener condición de “emérito”, no puede ser votado para conducir órganos de gobierno de la Iglesia.
Si bien el Episcopado tiene decenas de vicepresidencias, secretarías y comisiones, esas cuatro posiciones son las estratégicas debido al alto perfil institucional que tienen, como así también la inserción social, y la influencia en el día a día del gobierno eclesiástico. Los nombres que ocupen esos cargos serán decisivos para el perfil que tendrá en el futuro la Iglesia en la Argentina y su relación con el gobierno de Milei.
En el inicio de la gestión libertaria, la Iglesia tuvo fuertes cortocircuitos con la Casa Rosada, principalmente por la gestión de la ayuda social y el cambio en la política de asistencia a los más pobres, que corrió a las organizaciones sociales y optó por el envío directo de aportes económicos a los más necesitados, sin intermediarios. Esa tensión no fue un obstáculo para que el papa Francisco recibiera a Milei en el Vaticano, quien lo invitó de manera privada y también pública a visitar por primera vez el país que lo vio nacer como Jorge Bergoglio.
Sin embargo, en septiembre pasado se produjo una escalada inesperada en la relación entre la Santa Sede y la Casa Rosada por una crítica directa del sumo pontífice al Gobierno. “En vez de pagar justicia social, el Gobierno pagó el gas pimienta”, dijo Francisco, en un acto que organizó Juan Grabois, un dirigente político que fue candidato a presidente por el kirchnerismo en las últimas elecciones.
Esa tensión, sin embargo, se desactivó porque Milei bajó la orden de no responder las críticas y evitar un choque frontal con el sucesor de Pedro. Después, con la legada al Ejecutivo del nuevo secretario de Culto y Civilización, Nahuel Sotelo, se recompusieron los vínculos con la Iglesia y, de hecho, fue recibido el mes pasado en el Vaticano, antes de la visita de la vicepresidenta Victoria Villarruel.
En este contexto de tensiones es que el 11 de noviembre los obispos se reunirán en Pilar para abocarse a la elección de las nuevas autoridades, que se concretará mediante un proceso de votación electrónica que demanda entre dos y tres días. Si bien la primera elección es la de presidente, el resto demanda varias votaciones intermedias. Es que los cargos deben ser votados por las dos terceras partes de la CEA, de entre todos los obispos en condiciones de elegir y ser elegidos. Si después de dos primeros intentos no surge una mayoría, la tercera definición es entre los dos que más apoyo hayan obtenido.
Más allá de la influencia innegable que tiene el papa Francisco sobre toda la Iglesia, y más aún en donde surgió y se proyectó para llegar a ser el vicario de Cristo, fuentes eclesiásticas desestimaron que Francisco pueda intervenir de manera directa para ubicar a un obispo en particular en el Episcopado. “La Conferencia es un organismo totalmente independiente para su propia votación. Igual, no es imaginable que los obispos vayan a hacer algo que al Papa pueda no gustarle”, aclararon los informantes.
Francisco viene de concluir la segunda sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos en Roma, que reunió a los prelados y dignatarios de la Iglesia Católica de todo el mundo. Estuvo enfocado en las problemáticas de escala global, como los efectos de la guerra de Rusia en Ucrania y el conflicto en Medio Oriente, que escaló tras la ofensiva de Israel contra el terrorismo y los países que promueven los ataques contra la población judía.
Lo cierto es que esta Conferencia Episcopal que será renovada viene de más de siete años de gestión. Pasó la gestión presidencial de Mauricio Macri, Alberto Fernández y Cristina Kirchner y ahora Javier Milei. Enfrentó los traumas de la pandemia y la acelerada declinación de las condiciones de vida y aumento escandaloso de la pobreza. La nueva conducción de la Iglesia podrá proyectarse para los próximos tres o seis años y puede coexistir con la administración libertaria, que tiene posiciones tradicionales o conservadoras en materia social y de familia, pero contraria a la doctrina de la Iglesia en materia económica.
“Los obispos en sus Diócesis son los que mandan y ejercen la conducción administrativa y pastoral. El presidente de la Conferencia Episcopal es un primus inter pares y al mismo tiempo tiene una dimensión política innegable cuando tiene que hablar con todos los actores, no solo el Gobierno”, explicaron las fuentes eclesiásticas.
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