El Arzobispo emérito de Cumaná fue presidente del Episcopado Venezolano durante dos períodos sucesivos, dejando para la historia la impronta de sus convicciones cristianas, como hombre de paz y de diálogo, en momentos muy álgidos
El Papa Francisco sorprendió este domingo 9 de julio de 2023 al anunciar la creación de 21 nuevos Cardenales de la Iglesia, cuyo consistorio está previsto para el próximo 30 de noviembre. Entre los nombrados se encuentra Monseñor Diego Rafael Padrón Sánchez, Arzobispo emérito de Cumaná, quien se convierte en el séptimo Cardenal de Venezuela.
Diego Padrón, con 84 años de edad, ha dejado una huella en la historia reciente de la iglesia en Venezuela. Presidió la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) durante dos períodos consecutivos y se destacó por la coherencia de sus convicciones cristianas y su impronta como hombre de paz y diálogo en momentos muy álgidos del país.
Aunque por su edad no podrá votar en un posible cónclave, su nombramiento como Cardenal es un reconocimiento honorífico a su labor en la iglesia, especialmente la venezolana. Sin duda, es una oportunidad para continuar aportando sus experiencias.
Su nombramiento una buena noticia
El nombramiento de Padrón Sánchez ha caído bien en la feligresía venezolana que no dejó de manifestar sus buenos deseos en las redes sociales y medios tradicionales.
Hasta la fecha, Venezuela había tenido seis cardenales en su historia eclesiástica, quienes sucesivamente fueron Arzobispos de Caracas.
José Humberto Quintero Parra (1960-1980)
José Alí Lebrún Moratinos (1980-1995)
Ignacio Antonio Velasco G. (1995-2003)
Jorge Liberato Urosa Savino (2005 – 2021)
Al grupo se suman Rosalio José Castillo Lara, creado Cardenal el 25 de mayo de 1985, con responsabilidades en El Vaticano y fallecido en Caracas, el 16 de octubre de 2007; y Baltazar Enrique Porras Cardozo, Arzobispo de Caracas, nombrado purpurado de la Iglesia el 9 de octubre de 2016.
Hombre frontal, pero de paz y diálogo
Monseñor Diego Rafael Padrón Sánchez nació en Montalbán, estado Carabobo, el 17 de mayo de 1939. Fue ordenado sacerdote el 4 de agosto de 1963, por Monseñor José Alí Lebrún Moratinos, entonces Obispo de Valencia.
Su Santidad Juan Pablo II lo nombró Obispo Auxiliar de Caracas, siendo su ordenación episcopal el 27 de mayo de 1990 por José Alí Lebrún Moratinos, Arzobispo de Caracas.
Entre sus responsabilidades estuvo la presidencia de la Conferencia Episcopal Venezolana durante dos períodos consecutivos; primero, desde 2012 a 2015; y segundo, desde 2015 a 2018. Ambos períodos fueron muy álgidos en el contexto de la realidad venezolana y en el que se produjo la mayor emigración de nacionales huyendo de la pobreza, las enfermedades y la persecución política implantada por el régimen socialista.
En ese tiempo dejó plasmada la coherencia de sus convicciones cristianas, así como la defensa de los derechos humanos y civiles de los venezolanos a través de frases reflexionadas a la luz del Evangelio y la realidad.
«Está en juego el bien común del país y la defensa de la ética. Alterar la Constitución para alcanzar un objetivo político es moralmente inaceptable», dijo el 7 de enero de 2013, en torno del presidente Hugo Chávez, a quien se le tenía por enfermo.
Uno de los hechos notorios al frente de la CEV ocurrió el 19 de mayo de 2017, cuando sostuvo un encuentro con una comisión del gobierno de Nicolás Maduro, donde les dijo: «Esta casa nuestra es la «casa de todos». Bienvenidos». Sin embargo, les dejó saber que «Venezuela no necesita una constituyente, lo que hace falta no es reformar el texto constitucional, sino que el gobierno le dé pleno cumplimiento a su letra y su espíritu».
Luego de escuchar los argumentos de la comisión, relativas a la «Constituyente de Maduro», Monseñor Padrón leyó un documento en el que fue describiendo las razones de la negativa del Episcopado Venezolano a la propuesta gubernamental, sin «entrar a debatir con ustedes los pros y los contras de la iniciativa presidencial».
Las inconveniencias de la Constituyente
En primer lugar, dijo, es innecesaria porque Venezuela cuenta con una de las constituciones más completas del mundo. Este argumento fue ratificado posteriormente ante los periodistas.
En segundo lugar, les dijo que la Asamblea Nacional Constituyente es innecesaria porque no es lo prioritario para el pueblo. «Lo que necesita y reclama el pueblo, en primer lugar, es comida, medicinas, seguridad, paz y elecciones justas».
En tercer lugar, indicó que es inconveniente, «porque la nueva estructura de Estado, la estructura comunal, que el Gobierno pretende introducir mediante la Asamblea Constituyente, fue ya consultada al pueblo en 2007 y el pueblo la rechazó». En consecuencia, dijo: «la soberanía popular debe ser recetada».
El cuarto argumento de los obispos para rechazar la Constituyente de Nicolás Maduro fue que ésta «suprimiría de facto el ejercicio de la Asamblea Nacional, la cual fue elegida por una abrumadora mayoría nacional en elecciones universales, directas y secretas».
«Ustedes han insistido en que la propuesta presidencial, en los términos en que hasta ahora ha sido formulada, tiene como objetivo el diálogo y la paz. La Iglesia apoya y comparte este objetivo. Pero, al mismo tiempo, está convencida de que el único camino para el diálogo y la paz es la consulta al pueblo sobre si quiere o no esta propuesta presidencial».
Monseñor Padrón Sánchez
Advirtió que hablaba «de una consulta universal, con voto directo y secreto», tal como lo prevé nuestra Constitución Nacional, en base al principio de ‘una persona, un voto’, porque «el pueblo es el verdadero sujeto social de la democracia»
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