Junto al padre Sebastián García nos adentramos en el evangelio del día y nos preguntamos, cómo, en lo de cada día nos preparamos para el encuentro con el Señor.
Jesús dijo a sus discípulos: «Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada.»Pedro preguntó entonces: «Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?»El Señor le dijo: «¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el momento oportuno? ¡Feliz aquel a quien su señor, al llegar, encuentra ocupado en este trabajo! Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes.
Pero si este servidor piensa: “Mi señor tardará en llegar”, y se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse, su señor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará y le hará correr la misma suerte que los infieles.El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto, recibirá un castigo severo. Pero aquel que sin saberlo, se hizo también culpable, será castigado menos severamente.Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más».
San Lucas 12,39-48
El pasaje del Evangelio de Lucas 12, 39-48 nos ofrece una profunda reflexión sobre la importancia de la vigilancia, la responsabilidad y la fidelidad en nuestra relación con Dios. Jesús utiliza la metáfora del dueño de casa y el ladrón para ilustrar la idea de que debemos estar preparados en todo momento para la venida del Hijo del hombre, que llegará en la hora menos pensada.
Esta parábola nos llama a reflexionar sobre nuestra propia vida. ¿Estamos preparados para el encuentro con Dios? ¿Estamos siendo fieles administradores de los dones y responsabilidades que Él nos ha confiado? La pregunta de Pedro, “¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?”, nos lleva a considerar que estas enseñanzas son aplicables a todos los creyentes. Todos debemos estar preparados para el regreso de Cristo, sin importar quiénes somos o cuál sea nuestra posición en la Iglesia.
La parábola también resalta la importancia de la fidelidad y la responsabilidad en nuestra vida cotidiana. El administrador fiel y previsor es aquel que cumple con sus deberes y responsabilidades, que actúa de acuerdo con la voluntad de su Señor. Será recompensado y puesto al frente de más responsabilidades.
En este contexto, ser “fiel y previsor” significa actuar con integridad y sabiduría en todas las áreas de nuestra vida, reconociendo que somos administradores de los recursos y oportunidades que Dios nos ha dado. Esta enseñanza es un llamado a la responsabilidad, la ética y el servicio desinteresado en todas nuestras acciones.
Sin embargo, la parábola también advierte sobre el peligro de la negligencia y la falta de vigilancia. El servidor que se distrae, abusa de su autoridad y se entrega a los placeres mundanos, será castigado cuando menos lo espere. Esto nos recuerda que no debemos posponer nuestra vida espiritual ni descuidar nuestras responsabilidades morales y éticas, asumiendo que tenemos tiempo ilimitado.
Jesús advierte sobre la tentación de la complacencia y la falta de vigilancia. Cuando nos alejamos de la voluntad de Dios y buscamos satisfacer nuestras propias necesidades y deseos egoístas, corremos el riesgo de encontrarnos desprevenidos en el momento de rendir cuentas.
La parábola también enfatiza que a quien más se le ha dado, se le exigirá más. Esto nos recuerda que debemos ser conscientes de nuestros dones y talentos, y usarlos para servir a los demás y glorificar a Dios.
Así que, en esta reflexión, recordemos la importancia de la vigilancia, la fidelidad y la responsabilidad en nuestra vida cristiana, siempre estando preparados para el encuentro con nuestro Señor Jesucristo en la hora menos pensada.
En última instancia, el mensaje de Jesús en este pasaje nos invita a vivir una vida de vigilancia espiritual, fidelidad, y servicio. Debemos estar preparados para el encuentro con Dios en cualquier momento, viviendo con integridad y amor hacia los demás, reconociendo que somos responsables de administrar los dones que hemos recibido. Así, estaremos listos para responder a la llamada de nuestro Señor y cumplir su voluntad en nuestras vidas.
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