El obispo, monseñor Luis Urbanc, llamó a renovar el compromiso de "asumir el estilo sinodal para el presente y futuro como Iglesia diocesana".
Una multitud de fieles catamarqueños participó el sábado 1° de abril, en la víspera del Domingo de Ramos, de la peregrinación a la gruta de la Virgen del Valle, y de esta manera se dio comienzo a la Semana Santa.
Acompañados por el lema “Con Jesús, caminamos hacia la Pascua", familias, abuelos, adultos, jóvenes y niños de las comunidades parroquiales del decanato Capital, miembros de instituciones, movimientos y áreas pastorales, se congregaron en la plaza El Maestro, desde donde comenzaron la caminata hasta la gruta, que contó además con la presencia de cadetes de la Policía de la Provincia.
A lo largo del trayecto se rezaron las estaciones del Vía Crucis con cantos penitenciales y reflexiones sobre la Iglesia con estilo sinodal. Los sacerdotes se distribuyeron en el camino para atender el sacramento de la Reconciliación.
En la rotonda de La Aguada, el obispo diocesano, monseñor Luis Urbanc, bendijo los ramos de olivo y luego acompañó la procesión hasta el sector donde se encuentra la imagen de la advocación mariana para continuar con la celebración eucarística.
En la homilía, el prelado manifestó: “Con nuestro caminar emulamos el ingreso de Jesucristo en la ciudad de Jerusalén donde sufrió su pasión y su muerte en cruz, resucitando al tercer día como lo había predicho varias veces durante su ministerio público”. “La peregrinación que hicimos como pueblo de Dios nos comprometió a hacer nuestra propia subida con Jesús hacia el sacrificio, hacia la entrega de la propia vida por la salvación de la humanidad en comunión con Él”, continuó.
A la luz de los textos bíblicos compartidos, monseñor Urbanc afirmó que “la humildad y el amor de Jesús deben ser el motor de nuestra entrega al Señor en pobreza de espíritu, obediencia, humildad y amor”, y resaltó la importancia de “fijar nuestra mirada y confianza en el Señor”.
Para ello, recomendó que “observemos de cerca a Pedro, analizando sus reacciones y sus actitudes ante la Pasión de Jesús. Así aprenderemos a confesar nuestros miedos ante la cruz, a sanar nuestra presunción que desconoce los propios límites, a reconocer nuestras fragilidades e infidelidades y a llorar por ellas”.
“El Señor conoce nuestro corazón mejor que nosotros mismos; sabe que somos muy débiles e inconstantes, que caemos muchas veces, que nos cuesta levantarnos y que nos resulta muy difícil curar ciertas heridas. Pero él no se cansa de curar nuestras infidelidades y de amarnos cada vez más. Nos curó cargando sobre sí nuestra infidelidad y borrando nuestra traición”, agregó.
Asimismo, invitó a que “renovemos en esta Eucaristía nuestro compromiso de asumir el estilo sinodal para nuestro presente y futuro como Iglesia diocesana, como cuerpo místico de Jesucristo”. “Cada uno habitúese a tararear en voz alta o en silencio ‘Juntos como hermanos, miembros de la Iglesia, vamos caminando al encuentro del Señor’. De esta manera, se nos irá haciendo tangible e irrenunciable la sinodalidad como parte esencial de nuestra vida personal, eclesial y social”, subrayó.
Por otra parte, el obispo anunció que el sábado 15 de abril “muchos de nosotros volveremos a este solar para dar inicio solemnemente al septenario estrenando las ingentes obras que pusieron en valor y mejor funcionalidad el enclave donde se manifestó la Madre del Salvador para ayudarnos a ser fieles al amor de Dios y a amarnos los unos a los otros con sinceridad, sin distinciones de edad, raza, cultura o nacionalidad. Todos hijos e hijas de Dios, hermanos y hermanas en Cristo Jesús”.
Finalmente, rogó a la Virgen de los Dolores “que nos acompañe en esta Semana Santa a llorar por nuestros pecados, a agradecer a Dios por tanta bondad y paciencia con nosotros y a proponernos con humildad a perseverar en una vida cristiana auténtica, alegre, testimonial, misionera y sinodal, a fin de que muchos se acerquen a la fuente de la vida y la felicidad, Jesucristo, nuestro Señor”.
En esa sintonía, como gesto solidario, Cáritas recolectó alimentos no perecederos y ropa en buen estado para los hermanos más necesitados, que fueron recibidos en los puestos apostados a tal fin.
Las personas impedidas de participar de manera presencial, particularmente los ancianos, enfermos y privados de la libertad, pudieron hacerlo a través de la transmisión de la frecuencia alternativa 104.3 de radio Valle Viejo, que se acopló a esta celebración de la fe.
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