¨La liturgia de este domingo nos introduce en el tema del perdón, que procede del amor y se convierte en su mejor expresión¨, aseveró el obispo de Puerto Iguazú, Mons. Marcelo Martorell, en su habitual comentario y reflexión sobre las lecturas bíblicas del domingo. En esta ocasión se refirió a las del XXIV domingo durante el año (17 de septiembre de 2017).
"La liturgia de este domingo nos introduce en el tema del perdón, que procede del amor y se convierte en su mejor expresión", aseveró el obispo de Puerto Iguazú, monseñor Marcelo Raúl Martorell, en su habitual comentario y reflexión sobre las lecturas bíblicas del domingo. En esta ocasión se refirió a las del XXIV domingo durante el año (17 de septiembre de 2017).
"La primera lectura, del capítulo 27 del Libro del Eclesiástico, nos habla del deber del perdón: “perdona las ofensas a tu prójimo y se te perdonarán tus pecados cuando lo pidas. ¿Cómo puede guardar rencor un hombre a otro y pedir la salvación al Señor? Este hombre no tiene compasión de su semejante ¿y pide perdón de sus pecados?” Si el Antiguo Testamento -que es simple reflejo del Nuevo- pide tanto, ¿cuánto más pedirá el Señor en el Nuevo Testamento a quien lo sigue?", subrayó monseñor Martorell.
El prelado misionero prosiguió: "Jesús que en la cruz, muriendo, imploró perdón para sus verdugos, extiende la ley del perdón a todos los hombres y frente a cualquier ofensa, pues Jesús con su sangre hermanó a todos los hombres, salvándolos de sus pecados. Pedro habiendo escuchado al Señor sobre el mandamiento del amor, le consulta sobre el perdón. Le pregunta si debe perdonar al hermano que peca contra él hasta siete veces y el Señor le responde: 'no te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete'. Esta expresión oriental significa “siempre”. Si la maldad puede ser inmensamente grande, cuanto más grande puede ser el amor instaurado por el Señor. Jesús nos enseña que el mal debe ser vencido por el bien infinito que se manifiesta en el perdón se las ofensas".
"Jesús -señaló monseñor Martorell- se mostrará siempre como el Señor del perdón y la misericordia y a su semejanza debemos obrar, porque el perdón es propio de la gran misericordia de Dios y que nosotros con la ayuda de su gracia debemos imitar, pero también es verdad que para ver en Dios su gran misericordia debemos reconocernos pecadores, sentir la necesidad de ser perdonados, mirar en nuestro interior y ver que nuestras culpas son mayores a las de nuestro prójimo, sentir la necesidad de Dios y abandonarnos a su infinita misericordia".
"El perdón es una verdad que nunca meditamos ni vivimos lo suficiente. Cuántas veces vemos y condenamos la paja en el ojo ajeno y no vemos la viga en el propio. Rezamos cada día el Padre Nuestro y decimos las palabras que el mismo Jesús nos enseñó: 'perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden'. Dejemos entrar en nuestros corazones la gracia de Dios y ella nos conducirá a practicar el misterio del perdón y a experimentar el descanso en la misericordia de Dios frente a nuestros pecados y ofensas", concluyó el obispo de Puerto Iguazú.+
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