"Su figura es aceptada y valorada en lo personal, pero discutida y polémica en lo institucional"
Me piden que como cristiano protestante escriba sobre la huella de Francisco en este segundo aniversario de su pontificado. En su caso más que en ningún otro se cumple que el problema no es el Papa sino el papado.
Sin duda Francisco ha traído aire fresco en imagen, en estilo de gobierno y en conceptos éticos al catolicismo romano.
Su cercanía personal, su sencillez, su preocupación por temas sociales, su posicionamiento en temas éticos importantes (como las cuestiones de abuso sexual del clero, la inmigración, la justicia social, la persecución a los cristianos) han sido aspectos personales muy positivos y que sólo pueden leerse desde la empatía con su persona.
Pero una cuestión bien distinta es el calado del personaje, su figura como Vicario de Cristo, su postura hacia los principios fundamentales del cristianismo como lo entiende la iglesia evangélica o protestante:Sola Fe, Sola Gracia, Sola Escritura.
Francisco nada ha cambiado ni nada ha querido o anunciado querer cambiar en este aspecto.
Lutero sigue excomulgado, y la actuación de Francisco repite la del Cardenal Cisneros en su tiempo. Revolución ética y moral, pero los mismos principios.
En este sentido la mayoría de los cristianos evangélicos o protestantes no comparten entusiasmo alguno en cuanto al futuro del ecumenismo en su sentido más profundo: unidad en torno al Jesús de los Evangelios por encima del de las tradiciones, instituciones, y Magisterio.
Subyace incluso en muchos la duda de si la actuación del "Sumo Pontífice" es en el fondo una maniobra para atraer y diluir al pujante movimiento evangélico en Latinoamérica.
Por todo ello, creo que su figura es aceptada y valorada en lo personal, pero discutida, cuestionada y polémica en lo institucional. Sería necesario para avanzar superando estas cuestiones, y aclarar dudas e interrogantes, que Francisco se zambullese en lo hondo del corazón del Vaticano, profundizando mucho más que los mencionados aspectos éticos, sociales y de imagen.
Porque Jesús si bien trató estos importantes aspectos éticos y sociales (el "buen samaritano", las parábolas), a la vez cuestionó de forma radical el mismo Templo de Jerusalén, la institución religiosa de su tiempo, las tradiciones y el magisterio de los fariseos, para decir: Escrito está.
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