El titular de la Diócesis citó al Papa Francisco durante la homilía, para señalar que “no todo lo bueno está de un lado y todo lo malo del otro”. Y llamó la atención acerca de que “la causa de nuestros males es responsabilidad nuestra”
Una multitud se reunió en la tarde de ayer ante la Iglesia Catedral Santuario de la Inmaculada Concepción, para venerar a la Virgen María, patrona de la ciudad. Ante la feligresía, el obispo titular de Diócesis, monseñor Samuel Jofré Giraudo, aludió elípticamente a la situación que vive el país, para llamar a la reflexión, a la participación ciudadana a partir de la vuelta a Dios, porque “no hay oposición entre religión y progreso humano”.
“La política y la democracia no son malas. Son buenas... Pero necesitamos de la voluntad de todos. Desterremos la mentira de nuestra vida personal y social. Volvamos a Dios, al amor al prójimo”, exhortó el prelado.
En una misa concelebrada con sacerdotes y diáconos, con participación de laicos en la lectura de sagradas escrituras, Jofré Giraudo dio a entender que no se puede vivir pensando que todo lo pasado fue mejor. “En mi tiempo no éramos tan nostálgicos de una época que ya pasó”, expresó.
“El conflicto entre el bien y el mal, entre Dios y Satanás, ha estado presente durante toda la historia”, argumentó, para traer a la memoria una reciente reflexión del Papa Francisco, en el sentido de que “no todo lo bueno está de un lado y todo lo malo del otro”.
Entre la nutrida concurrencia, el cronista de El Diario pudo divisar a muy pocas autoridades políticas. El intendente Martín Gill, el secretario de Comercio de la Provincia, Juan Pablo Inglese, y el exconcejal Luis Martínez, quien además es referente de la Pastoral Social, siguieron la ceremonia.
El inicio estaba previsto para las 19 y a esa hora el obispo, los sacerdotes y los diáconos comenzaron a caminar hacia la calle desde el patio que comparte el templo mayor de la ciudad con Cáritas Diocesanas. Se desplazaron por entre la concurrencia y ocuparon el altar mayor, colocado en la vereda, mientras el coro aireaba sus alabanzas.
Luego de las lecturas del Evangelio y de la liturgia propia de la concelebración, donde el padre Pedro Luchesse, tuvo un rol directivo, procedió la homilía.
Y allí fue cuando el pastor Jofré Giraudo insufló ánimo a las ovejas de su rebaño: “No es la actitud de un cristiano ponerse a extrañar ni echar culpas; la causa de nuestros males es responsabilidad nuestra”, afirmó.
“Las luchas culturales, políticas, militares y hasta deportivas tienen su propia lógica. Para nosotros, el gran triunfo es elegir a Dios y ser feliz para siempre. Es entender que toda nuestra vida tiene un sentido religioso. Es eso o elegir el egoísmo... Y hay que tener presente que Dios no pierde batallas”, manifestó.
E insistió en que el sistema político y social en el que vivimos no es malo, pero dijo que para mejorar se necesita la voluntad de todos y “una nueva generación de hombres libres, unidos en la verdad y el sano patriotismo” para conseguir un porvenir como el que Argentina merece.
Eso, y “fe en nuestra Virgen, que hará los milagros para nosotros, para nuestras familias y para nuestra Patria”.
Luego fue el momento de la comunión y, seguidamente, la procesión en torno a la plaza San Martín, portando a María a hombros.
A poco de comenzar la celebración religiosa, exactamente a las 19.18, se vivió un momento de preocupación en la muchedumbre, puesto que una mujer se desvaneció.
Enseguida por micrófono se preguntó si había un médico presente y tres profesionales acudieron a atenderla (la alzaron y la trasladaron hasta un cantero de la Plaza San Martín, para prestarle asistencia).
Cinco minutos después llegó una ambulancia, cuyo equipo se hizo cargo de la situación. Y poco a poco, la mujer terminó de reponerse.
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