Los expresidentes sudamericanos Ernesto Samper, Dilma Rousseff, Tabaré Vázquez y Michelle Bachelet compartieron un panel sobre el tema en el marco de las jornadas de Pastoral Social.
El segundo día de las jornadas organizadas por la Comisión Episcopal de Pastoral Social (CEPAS) se centraron en un panel sobre “La Patria Grande, camino de encuentro", del que participaron expresidentes sudamericanos con la moderación de Marilita Squeff, embajadora argentina ante la ONU, y monseñor Jorge Scheinig, arzobispo de Mercedes-Luján.
Las jornadas “Recomenzar la Argentina y la Patria Grande”, y con la consigna “El camino del encuentro: por el trabajo, la igualdad y la integración”, se llevan a cabo en modalidad virtual a través del canal de Youtube de la Comisión Episcopal de Pastoral Social.
El obispo de Lomas de Zamora y presidente de Cepas, monseñor Jorge Lugones SJ, dio la bienvenida a los participantes, agradeciendo y ponderando su presencia. El primer disertante fue el doctor Ernesto Samper, expresidente de Colombia, quien consideró que el mundo padece dos virus: el Covid-19 y la ideologización de la política.
“No estábamos preparados para la pandemia. Nuestras inversiones en ciencia y tecnología son pobres”, reconoció, al señalar que los regímenes de la década del noventa, no tenían en cuenta la salud pública, sino su privatización. "No podemos abandonar el Estado como proveedor de bienes sociales”, opinó, y estimó que hay que fortalecer la inversión en el conocimiento.
Samper analizó la realidad de América Latina, donde el 56% de los trabajadores son informales y hay una gran desigualdad y asimetría. Como ejemplo, citó las brechas étnicas y las brechas digitales, donde el teletrabajo y las telecomunicaciones están vedadas para el 46% de la población. En este sentido, se preguntó: “¿Quién pagará el costo de la pandemia? ¿Lo financiaremos con impuestos progresivos o regresivos?”.
El exmandatario colombiano consideró que la región nunca estuvo tan desintegrada como ahora, al lamentar: “No hay propósitos comunes”. También evaluó como "una excelente noticia" que Buenos Aires sea la nueva sede de la Unasur, señalando que era un "buen homenaje" a Nestor Kirchner en el décimo aniversario de su fallecimiento.
A continuación, habló Dilma Rousseff, ex presidenta de Brasil. Se refirió a las políticas de los años noventa, que a impulso del consenso de Washington, promovieron la desregulación de la economía, las privatizaciones, el endeudamiento externo y la desigualdad social. “La primacía del mercado, la meritocracia, eran elementos rectores”, puntualizó, y agregó que la meritocracia en desigualdad es una falacia.
“En Argentina sólo Kirchner pudo rescatar al país de una crisis sin precedentes (…) La crisis se revierte con un crecimiento de los mercados internos y así, millones de personas se suman al sistema”, evaluó la ex presidenta, y completó: “De esa manera se logra despertar una conciencia de soberanía nacional”.
Rousseff se refirió a la integración regional, señalando que debía lograrse también una integración política. También remarcó que hay que volver a darle vida al Mercosur y UNASUR, y estimó que hay que volver al fortalecimiento de las democracias con crecimiento económico y distribución equitativa.
Asimismo, advirtió sobre las nuevas formas de golpe, en las que participan los poderes concentrados y los medios de comunicación y, en la que la derecha de Estados Unidos fomenta el odio y la discriminación en nuestros países. La expresidenta brasileña sostuvo que Trump fue aliado de las derechas de los países de la región y, junto con los parlamentos y las fuerzas policiales, persiguieron a líderes como Rafael Correa, Lula de Silva y Cristina Fernández.
Por último, Rousseff señaló que es necesario alcanzar la cuarta revolución industrial y el acceso al 5G, impidiendo que los gobiernos centrales obturen el acercamiento a ello, y valorizó el papel de Francisco, al afirmar “es el Papa de los pobres y los derechos humanos, es una bendición en un mundo de oscuridad e injusticia”.
Seguidamente tomó la palabra Tabaré Vázquez, quien comenzó agradeciendo a monseñor Lugones y a la Pastoral Social Argentina. El expresidente uruguayo se manifestó muy comprometido con la idea de la Patria Grande en la región, pero ampliándola a toda América y el Caribe, desde Canadá hasta el sur. “Una utopía, pero no algo imposible”, consideró.
Vázquez fundamentó que hay una gran riqueza en la heterogeneidad histórica, cultural, religiosa y del lenguaje, por eso “América es el continente con las mayores riquezas del mundo, pero es la región que peor distribuye esas riquezas (…) Nuestra gente es nuestro mayor capital”.
El expresidente uruguayo afirmó que hay que darle dignidad a los pueblos, a fin de que nacer no sea una condena, ser joven no sea ser culpable, ser viejo no sea una espera. "La política tiene que dar la respuesta", enfatizó. A su criterio, hay que lograr el crecimiento económico, pero con justicia social, defendiendo los derechos humanos, la salud, la vivienda y el trabajo digno.
En otro orden, Vázquez señaló que el Covid-19 marcó una crisis que cambió definitivamente el mundo y que, entre otras cosas, derrumbó al gigante de pies de barro, y abogó por un nuevo orden internacional donde el centro no sea el dinero sino la vida humana. Finalmente hizo una autocrítica, al afirmar que los líderes de la región fueron incapaces de elaborar un proyecto político común. Según el ex presidente, en algún caso por incapaces, en otros por vender ideales.
Tabaré exhortó al diálogo, al respeto mutuo y al consenso, finalizando con su apreciación respecto a cuál es la diferencia profunda entre la derecha y la izquierda: egoísmo versus solidaridad.
A posteriori, hizo uso de la palabra la expresidenta de Chile y actual Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, quien formuló una severa crítica a los nuevos paradigmas del poder y la teoría del descarte.
Bachelet consideró que el mundo padece una amenaza tremenda como consecuencia de la pandemia del Covid-19, la que ha generado, además de víctimas mortales, la pérdida de quinientos millones de puestos de trabajo. “Desde 1998 que no se producía un aumento tan significativo de la pobreza”, precisó.
La exmandataria chilena pidió reflexionar sobre el hecho de que "todos estamos en la misma barca", que no es posible salvarse solos y que hay que defender con énfasis la salud del planeta. Agregó que luchaba por la inclusión y la igualdad y se pronunció por la profundización de la política de Derechos Humanos, señalando que es inaceptable que el 71% de la población mundial (según estadísticas de la OIT) no tengan seguridad social.
Bachelet reclamó, finalmente, que toda vacuna contra el Covid-19, debe ser distribuida como un bien social en un marco cada vez más inclusivo, de mayores libertades y respeto.
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