Se trata de una iniciativa del Obispado para brindar contención, indicó la coordinadora Gabriela Ramos.
Por Oscar Tomás Aisama
“Somos una comunidad al servicio de las necesidades de quienes atraviesan situación de consumo”, afirmó Gabriela Ramos, coordinadora de la Pastoral de Adicciones de la Diócesis de Jujuy, agregando que “surgió a partir de una propuesta de nuestro obispo diocesano, monseñor Cesar Daniel Fernández, con la intención de colaborar con la lucha contra este tremendo flagelo especialmente en barrios donde la situación es de suma gravedad”.
"Abrazar la vida”, un importante grupo trabaja ad honorem en beneficio de personas que sufren de adicciones habiendo implementado para ello los centros de la calle Falconier 538 donde los días martes en el horario de 20 a 21.30 se dictan los talleres de “Espacio de escucha y orientación”; en el salón “Juan Pablo II” de la parroquia de la Medalla Milagrosa de 18.30 a 20 “Espacio de encuentro”; y los sábados por la mañana en Falconier 538 “Espacio para madres y familiares de personas en consumo” de 10 a 12.
El equipo de la Pastoral Diocesana de Adicciones está encabezado por el presbítero Rubén López, con el asesoramiento de Marta Meier y la coordinación de Gabriela Ramos que recibió a El Tribuno de Jujuy en la sede que el Obispado dispuso en Alto Comedero. “Si bien la Pastoral surge por una iniciativa del obispo Daniel Fernández, es como consecuencia del pedido que nos realizaban las madres y familiares atento al crecimiento de consumo en la provincia. A partir de allí es que el obispo propone hacer mesa de encuentros y conocer en una primera etapa cuáles son las organizaciones que están trabajando en el tema y a la vez que se invita a algunos laicos formados en salud para que se empiece a hablar del tema en la Diócesis y que tengamos pequeños espacios para poder brindar atención y acompañamiento a todas aquellas personas que vienen en busca de ayuda y consulta”, comentó la coordinadora.
Gabriela Ramos habló de las preocupaciones de dos madres que se encuentran en el lugar quienes afirmaron que, en el caso de M.C., señaló que “tengo un hijo de 23 años que se perdía varios días de la casa y que regresaba todo sucio e incluso llegó un momento que se puso muy agresivo y fue cuando pude recurrir a este grupo que nos fue sacando adelante.
Incluso puedo decir con alegría que hace varios meses que retomó los estudios, realiza un curso de reparación de celulares, va a las charlas de la parroquia y yo vengo aquí para aprender cómo se puede ayudar”. B.T. afirmó que “en mi caso, tengo una hija de 13 años que al fallecer su papá comenzó a tener actitudes que hicieron que busque ayuda para poder prevenir algo peor, es necesario prepararse mucho en este tiempo en que la droga y las adicciones se han metido en la familia”.
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