El Santo Padre envió un telegrama al Cardenal Adalberto Martínez Flores, arzobispo de Asunción, expresando sus sinceras condolencias por la muerte de Monseñor Pastor Cuquejo, arzobispo emérito de la capital del Paraguay, ocurrida este martes 22 de agosto a los 83 años.
Por Sebastián Sansón
El Papa Francisco recibió la triste noticia del deceso de Monseñor Eustaquio Pastor Cuquejo Verga CSSR, Arzobispo emérito de Asunción del Paraguay, y envía su “más profundo pésame a sus hermanos de comunidad, a todos los miembros de esa Iglesia particular y a los familiares y conocidos del difunto”. En un telegrama firmado por el Cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado del Vaticano y difundido por el Arzobispado de Asunción, el Obispo de Roma ofrece sufragios por el eterno descanso de este “abnegado pastor”.
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En su mensaje, enviado al Cardenal Adalberto Martínez Flores, el Sucesor de Pedro encomienda el alma de Cuquejo “a la materna intercesión de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro”. Con afecto, imparte la “confortadora Bendición Apostólica, como signo de fe y esperanza en Cristo muerto y resucitado”.
Cuquejo falleció este martes 22 de agosto a los 83 años de edad. Los Obispos de la nación latinoamericana extendieron sus más sinceras condolencias en un comunicado, elevando sus oraciones a Dios, Nuestro Padre, por Monseñor Cuquejo, “para que su testimonio de generosa entrega y de fe manifieste el santo amor de Cristo, Buen Pastor, para el bien y la santificación de su Iglesia”.
Por su parte, el clero asunceno expresó su gratitud por todo lo que el extinto Prelado les dejó. “Ciertamente, escriben, han sido días, semanas y meses de sufrimiento, pero hemos vivido este tiempo con mucha unción, pues estamos convencidos de que las heridas del buen pastor sanan a su rebaño”. Y agradecen al Papa por su mensaje de condolencia, a los médicos y enfermeros, a sus hermanos obispos y sacerdotes, a los misioneros redentoristas, a la Universidad Católica, entre otros.
Y dan gracias al Señor “por la vida y el testimonio de Mons. Pastor Cuquejo, reconocido en los saludos recibidos, como defensor inteligente y cristiano (Cardenal Cristóbal López), hombre gentil, de delicadas palabras, cercano y humano, hombre de escucha y de entrega, con una gran capacidad de trabajo”.
Piden “al Dios de la vida que te reciba en su seno y que te resucite el último día. Que queden para nosotros tus sabias palabras: ‘Cristo, solo estoy en espera, esperando con aquella certeza de que llegarás un día. Se que me cuidas, y que nunca estaré solo; Cristo, te sigo esperando, pues el esperar, tú lo sabes, tiene el sabor de la dicha de lo eterno… No me digas nada, Señor, que ya vienes, y queriéndote aquí te seguiré esperando’” (Cuquejo, 1973, Ecos del Corazón, Poema 141).
"Sólo quien Ama a Jesús, unido a Él en el ministerio de servicio mandado por él, participará de su destino, llegando así a la meta en la cual recibirá el reconocimiento de parte del Padre y será acogido en la morada celestial". Cardenal Martínez Flores (Foto Arzobispado de Asunción)
Los fieles despidieron al Pastor durante varias misas exequiales. En una de ellas, el Cardenal Martínez Flores pronunció la sentida homilía y destacó "la larga y fecunda vida gastada por la causa de Cristo, incluso desde su quebrantada salud".
"Necesitamos personas como él, que nos animen a tener menos miedo al dolor, al sufrimiento, porque Mons. Pastor supo tomar la Cruz y seguir al Señor. Y necesitamos personas que, como él, nos hagan cercanas la paz y la alegría de la fe, de su creencia en el buen Dios que dio su vida por nosotros".
Para el Purpurado, Cuquejo "vivió como el Señor quiere que vivamos. Dios ha concebido cuidadosamente un plan para cada uno de nosotros, y nuestra responsabilidad es descubrirlo y realizarlo. Ningún cristiano debería llegar al fin de su vida con remordimientos por las oportunidades desperdiciadas de vivir para Cristo".
"Querido hermano, al paraíso te lleven los ángeles, a tu llegada te reciban María Santísima, San José, San Roque González de Santa Cruz y compañeros mártires, la beata María Felicia de Jesús Sacramentado, San Alfonso, y te introduzcan en la ciudad santa de Jerusalén. El coro de los ángeles te reciba, y Cristo, tu Señor, te lleve a la presencia del Padre Celestial".
"Celebramos la victoria definitiva del amor, de la vida y de la misericordia de Dios. Porque la santidad se construye casi siempre sobre muchas cicatrices que se han tenido que curar, sobre ruinas, pequeñas o grandes, que se han tenido que reparar". Cardenal Adalberto Martínez Flores
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