Francisco recibió en audiencia a miembros de las Obras de Ayuda a las Iglesias Orientales, a quienes alentó a seguir ayudando y trabajando por la paz en Medio Oriente.
“No dejemos de rezar, de ayunar, de ayudar, de trabajar para que los caminos de la paz encuentren un lugar en la selva de los conflictos”, fue el aliento del papa Francisco a los participantes en la Asamblea Plenaria de la Reunión de Obras de Ayuda a las Iglesias Orientales (Roaco), acompañados por el cardenal Leonardo Sandri, presidente de la Roaco y el cardenal Mario Zenari, nuncio apostólico en Siria, a quienes recibió en audiencia la mañana de este jueves, 23 de junio, en la Sala del Consistorio del Vaticano.
A los participantes en la Asamblea Plenaria de la Roaco, el Santo Padre les recordó que, este encuentro se enmarca en el camino sinodal que está recorriendo la Iglesia universal. En este proceso, señaló el pontífice, “cada uno tiene un papel y está llamado a dialogar con los demás consultando, estudiando, pidiendo y ofreciendo sugerencias y explicaciones, caminando juntos”.
Las herramientas informáticas que están preparando sus oficinas, puntualizó el Papa, harán más eficaz el proceso, pero es importante que apoyen el encuentro y la confrontación que han madurado durante estos años, ayudando a desarrollar coralmente la sinfonía de la caridad.
Y usando la imagen de una orquesta que interpreta una obra importante, el papa Francisco dijo que, para poner en marcha la sinfonía de la caridad es necesario afinar los instrumentos.
“Al poner en marcha la sinfonía de la caridad, sigan buscando el acuerdo y huyendo de toda tentación de aislamiento y de cierre en uno mismo y en los propios grupos, para permanecer abiertos a la acogida de aquellos hermanos y hermanas a los que el Espíritu les ha sugerido iniciar experiencias de cercanía y de servicio a las Iglesias Orientales católicas, tanto en la patria como en los territorios de la llamada diáspora. Es importante, para sintonizar, escucharse mutuamente, lo que facilita el discernimiento y conduce a opciones compartidas y verdaderamente eclesiales”.
Un ejemplo de esta sinfonía, según el pontífice, es lo que se hizo con la Asamblea de Obispos Católicos de Siria, en la Conferencia celebrada en Damasco en marzo, en la que tantos jóvenes participaron activamente.
“En el desierto de la pobreza y el desánimo provocados por los doce años de guerra que han postrado a la querida y atormentada Siria, han podido descubrir como Iglesia que los manantiales para hacer florecer de nuevo las estepas y dar agua a los sedientos sólo brotarán si cada uno de ustedes sabe abandonar una cierta autorreferencialidad y escuchar a los demás para identificar las verdaderas prioridades”. Por supuesto, se trata de gotas en el océano de la necesidad, pero la gota de la Iglesia no puede faltar, mientras esperamos siempre que la comunidad internacional y las autoridades locales no apaguen la última llama de esperanza para ese pueblo que sufre.
Asimismo, el Santo Padre dijo a los miembros de la Roaco que, el estilo sinodal ha animado también la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para Oriente Medio. En este sentido recordó que, en septiembre se cumplirá el décimo aniversario de la exhortación apostólica Ecclesia in Medio Oriente, promulgada por su predecesor Benedicto XVI durante su viaje al Líbano. “En diez años han pasado muchas cosas: pensemos en los tristes acontecimientos de Irak y Siria, en las convulsiones del propio País de los Cedros. También ha habido algunas luces de esperanza, como la firma en Abu Dhabi del Documento sobre la Fraternidad Humana. Habrá que comprobar sobre el terreno los frutos del Sínodo para Oriente Medio; mientras tanto, es necesario encontrar instrumentos actualizados y formas adecuadas para expresar la cercanía a las Iglesias de la región”.
Sigan teniendo ante sus ojos el icono del Buen Samaritano
Finalmente, el Papa Francisco les pidió que sigan teniendo ante sus ojos el icono del Buen Samaritano, y recordó lo que han hecho y lo que siguen haciendo también por el drama causado por el conflicto que desde Tigray ha vuelto a herir a Etiopía y en parte a la vecina Eritrea, y sobre todo por la querida y atormentada Ucrania. “Ahí hemos vuelto al drama de Caín y Abel; se ha desatado una violencia destructora de vidas, una violencia luciferina, diabólica, ante la que los creyentes estamos llamados a reaccionar con la fuerza de la oración, con la ayuda concreta de la caridad, con todos los medios cristianos para que las armas dejen paso a las negociaciones”.
En este sentido, el Santo Padre les agradeció por haber contribuido a llevar la caricia de la Iglesia y del Papa a Ucrania y a los países de acogida de los refugiados. En la fe sabemos que las alturas del orgullo humano y de la idolatría serán rebajadas, y los valles de la desolación y de las lágrimas llenados, pero también quisiéramos ver pronto cumplida la profecía de paz de Isaías. En cambio, todo parece ir en la dirección contraria: los alimentos disminuyen y el choque de armas aumenta. Por ello, no dejemos de rezar, de ayunar, de ayudar, de trabajar para que los caminos de la paz encuentren un lugar en la selva de los conflictos.+
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