El pontífice arribará este miércoles y tendrá una recepción sencilla. Los organizadores confían en que la visita papal traiga fe y esperanza a la región. El contexto del viaje en el análisis de Sergio Rubin, enviado especial a la JMJ.
Por: Sergio Rubin
El Papa Francisco arribará este miércoles a Panamá para una visita de cinco días con el fin de presidir una nueva edición de la Jornada Mundial de la Juventud, un megaevento que la Iglesia católica realiza cada tres años en un país de los cinco continentes.
Su llegada a la nación centroamericana se produce en momentos de gran tensión en la región por el reciente fenómeno de las caravanas de migrantes, especialmente de Guatemala, Honduras y El Salvador, que huyen de la pobreza y la violencia y tratan de llegar a los Estados Unidos, pero enfrentan la resistencia del gobierno de Donald Trump a dejarlos pasar. Pero también a la convulsión que vive desde hace unos meses Nicaragua, donde las protestas por la situación social derivaron en una dura represión del gobierno de Daniel Ortega, que incluye un severo enfrentamiento con la Iglesia católica.
El contexto determinó que la problemática migratoria y las oportunidades para los jóvenes en su país sea uno de los aspectos sociales clave de los diez mensajes –entre ellos tres homilías- que pronunciará el pontífice.
De hecho, la crisis que vive la región determinó que, de los 220 mil jóvenes que iniciaron los trámites de inscripción para el evento, sólo se completaron unos 100 mil, según precisó el arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa.
La Iglesia católica viene jugando un papel muy activo no sólo condenando las mafias que comercian con el desplazamiento, llamando a la solidaridad de Estados Unidos y oponiéndose a la extensión del muro fronterizo que impulsa Trump. Sino que también ya abrió más de 80 albergues en México, Guatemala, Salvador y Honduras.
Con respecto a Nicaragua, serán de la partida unos 4.000 jóvenes, que llegarán tras atravesar Costa Rica conmovidos por la crisis en su país que estalló en abril con las protestas por una reforma al régimen de seguridad social que dejó hasta ahora alrededor de medio millar de muertos y unos setecientos detenidos por la dura represión del Gobierno, que se radicalizó.
La Iglesia suspendió una tradicional procesión de primero de año por temor a incidentes, pero el empresariado quiere hacer este jueves una protesta. No faltarán tampoco algunos jóvenes venezolanos que, escapando de las penurias, abandonaron su país, dónde la crisis se sigue profundizando y el presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, que se declaró recientemente presidente interino, convocó a una protesta para este miércoles. Este lunes hubo un levantamiento militar, luego sofocado, y protestas contra el gobierno.
Lo que pueda decir el Papa sobre Nicaragua y Venezuela suscita expectativa, especialmente después de que ex presidentes nucleados en el llamado Grupo de Lima lo criticaron porque consideraron que su mensaje navideño fue muy débil respecto de la grave situación en ambos países y porque no puede equiparar en un diálogo a dictadores con demócratas.
El Vaticano dijo que son las iglesias locales las que deben asumir un papel más duro y que el pontífice debe reservarse como última instancia. Y que envió a la reasunción de Nicolás Maduro a un diplomático con el rango menor de encargado de negocios. Fuentes eclesiásticas dijeron que en Panamá Francisco tendrá una limitación adicional: el riesgo de politizar un encuentro religioso de jóvenes como la Jornada Mundial de la Juventud.
La agenda
El Papa arribará este miércoles a las 16.30 (18,30 hora argentina) al aeropuerto internacional de Panamá, donde será recibido por el presidente Juan Carlos Varela. El jueves por la mañana se reunirá con el mandatario en el presidencial Palacio de las Garzas y tendrá un encuentro con la sociedad civil, seguido de otro con los obispos centroamericanos. Por la tarde, abrirá la Jornada Mundial de la Juventud en el Campo Santa María la Antigua.
El viernes por la mañana visitará una penitenciaria para menores y por la tarde encabezará un Vía Crucis para los jóvenes. El sábado dedicará el altar de la catedral recientemente restaurada, almorzará con jóvenes y, al atardecer, presidirá la Vigilia para los jóvenes en el Campo San Juan Pablo II. El domingo, a las ocho, oficiará la misa de cierre de la JMJ, luego visitará un hogar para enfermos de sida. Por la tarde se encontrará con los voluntarios del evento y a las 18 emprenderá el regreso a Roma.
Desde hace días Panamá y la región vive con gran expectación la visita de Francisco, luego de los dos viajes de Juan Pablo II en 1983 y 1996. Al argentino se le valora particularmente su prédica por las naciones más postergadas y en favor de los migrantes.
Por la Argentina, se inscribieron 2.000 jóvenes, según se informó en la Conferencia Episcopal. La fuerte devaluación del año pasado, con el consiguiente encarecimiento del viaje, provocó una retracción.
Comentá la nota