Rezar por la abolición de la pena de muerte en todo el mundo es la intención del Papa Francisco para el mes de septiembre.
La red mundial de Oración del Papa ha publicado el vídeo con las palabras del Santo Padre en donde pide poner fin a esta práctica.
«Cada día crece más en todo el mundo el NO a la pena de muerte. Para la Iglesia esto es un signo de esperanza. Desde un punto de vista jurídico, no es necesaria», dice Francisco.
Según los datos que facilita la propia red mundial de Oración del Papa, todavía existen 55 países en donde es legal la pena de muerte, como por ejemplo Estados Unidos o China.
El Obispo de Roma afirma que «la sociedad puede reprimir eficazmente el crimen sin quitar definitivamente a quien lo cometió la posibilidad de redimirse. Siempre, en toda condena, debe haber una ventana de esperanza». Por ello, el Papa Francisco insiste en que «la pena capital no ofrece justicia a las víctimas, sino que fomenta la venganza y evita toda posibilidad de deshacer un posible error judicial».
El Santo Padre añade que «moralmente la pena de muerte es inadecuada, destruye el don más importante que hemos recibido: la vida. No olvidemos que, hasta el último momento, una persona puede convertirse y puede cambiar».
«Y a la luz del Evangelio, la pena de muerte es inadmisible. El mandamiento «no matarás» se refiere tanto al inocente como al culpable.
Por eso, pido a todas las personas de buena voluntad que se movilicen para lograr la abolición de la pena de muerte en todo el mundo.
Recemos para que la pena de muerte, que atenta contra la inviolabilidad y dignidad de la persona, sea abolida en las leyes de todos los países del mundo», concluye el Papa.
Modificación del Catecismo en 2018
No es la primera vez que Francisco se pronuncia tajantemente contra la pena de muerte. En el año 2018 mandó modificar el artículo 2267 del Catecismo de la Iglesia Católica sobre la pena de muerte quedando de la siguiente manera:
“Durante mucho tiempo el recurso a la pena de muerte por parte de la autoridad legítima, después de un debido proceso, fue considerado una respuesta apropiada a la gravedad de algunos delitos y un medio admisible, aunque extremo, para la tutela del bien común.
Hoy está cada vez más viva la conciencia de que la dignidad de la persona no se pierde ni siquiera después de haber cometido crímenes muy graves. Además, se ha extendido una nueva comprensión acerca del sentido de las sanciones penales por parte del Estado. En fin, se han implementado sistemas de detención más eficaces, que garantizan la necesaria defensa de los ciudadanos, pero que, al mismo tiempo, no le quitan al reo la posibilidad de redimirse definitivamente.
Por tanto la Iglesia enseña, a la luz del Evangelio, que «la pena de muerte es inadmisible, porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona», y se compromete con determinación a su abolición en todo el mundo”.
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