Tras elogiar el aporte claretiano en la historia de la Iglesia, Francisco invito a la vida consagrada a no “dejarse desanimar por la falta de vocaciones o por el envejecimiento. Quien así obra está dejando a un lado la fe, pues “es el Señor de la historia quien nos sostiene y nos invita a la fidelidad y la fecundidad”.

El Pontífice invitó a profundizar en el carisma de los fundadores, y en la concepción de la vida religiosa por medio de la Palabra de Dios: “Cuanto más nos acerquemos a la vida religiosa a través de la Palabra de Dios y de la historia y creatividad de los Fundadores, más podremos vivir el futuro con esperanza. La vida religiosa solo puede entenderse por lo que el Espíritu hace en cada una de las personas llamadas. Hay quienes se centran demasiado en el exterior (las estructuras, las actividades…) y pierden de vista la superabundancia de gracia que hay en las personas y las comunidades”.

Francisco invitó también a cuidar la vida comunitaria, vivir la interculturalidad como camino de fraternidad y misión y a promover el encuentro entre las distintas generaciones en la vida consagrada, en la Iglesia y en la sociedad, y a profundizar en los estudios.