La noticia tuvo rápida difusión. En su carta a monseñor Rino Fisichella, Presidente del Consejo pontificio para la promoción de la nueva evangelización, el Papa Francisco así se expresó acerca del tema del aborto...
Por Carlos Lorenzo
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“Algunos viven el drama del aborto con una conciencia superficial, casi sin darse cuenta del gravísimo mal que comporta un acto de ese tipo... Pienso, de forma especial, en todas las mujeres que han recurrido al aborto. Conozco bien los condicionamientos que las condujeron a esa decisión. Sé que es un drama existencial y moral... he decidido conceder a todos los sacerdotes para el Año jubilar, no obstante cualquier cuestión contraria, la facultad de absolver del pecado del aborto a quienes lo han practicado y arrepentidos de corazón piden por ello perdón”.
Es muy posible que habrá reacciones opuestas: algunos valorarán este gesto de misericordia, otros lo leerán como un paso imprudente que terminará afectando la defensa de la vida como valor, entre otros, “no negociable”.
Bergoglio se muestra sensible a la experiencia del dolor de la gente, que puede llegar a ser desgarrador, más que a las seguridades doctrinales que a veces agobian a los creyentes hasta el punto de no ser aplicadas. Un problema pastoral que los confesores conocen muy bien. Por eso, posiblemente, el Papa haya querido adelantarse al año jubilar con un gesto de misericordia que trata de mitigar un dolor real, agudo y profundo. El Papa Francisco no mueve una coma de la postura de la Iglesia sobre el aborto, pero abre a las personas arrepentidas un abrazo sanador. Queda en claro la diferencia entre pecado y pecador. Y nos recuerda que la salvación procede del amor, aunque eso suene imprudente.
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