Desde la cuenta @Pontifex en la red social X, el Papa señala con el dedo a las guerras, «desencadenadas por la avidez de materias primas y dinero», y a una economía armada que genera inestabilidad y corrupción. El Pontífice relanza la acusación expresada durante su viaje de 2023 a la República Democrática del Congo cuandse reunió con un grupo de víctimas de la violencia en el Este y dijo: «Basta ya de enriquecerse sobre la piel de los débiles con dinero ensangrentado».
Es un escándalo, una hipocresía, que a causa de conflictos alimentados por la avidez y la corrupción pueblos enteros queden reducidos a la mitad, mientras crece el negocio de la «muerte». Es una denuncia que no ahorra dureza la que el Papa lanza hoy, 9 de diciembre, en la plataforma X desde su cuenta en nueve idiomas @Pontifex.
«Tantas guerras, desencadenadas por la avidez de materias primas y de dinero, alimentan una economía armada que exige inestabilidad y corrupción. ¡Qué escándalo y qué hipocresía: la gente muere mientras prosperan los negocios que causan violencia y muerte!»
Un nuevo apremiante llamamiento
Tras las palabras de ayer desde la ventana del Palacio Apostólico para el Ángelus, pidiendo un alto el fuego en todos los frentes durante el tiempo de Navidad, Francisco se asoma desde otra ventana, la virtual de las redes sociales, a la que miran simultáneamente millones de personas, para poner ante sus ojos la fealdad de este mundo. La doblez de la economía, la prisa por acumular a cualquier precio, la dignidad y la propia vida humana pisoteadas en nombre del dios dinero.
Palabras a las víctimas del este de la República Democrática del Congo
La frase elegida por el Papa Francisco para @Pontifex está tomada del apasionado discurso que el Pontífice dirigió al grupo de personas del este del país durante su viaje a la República Democrática del Congo en enero de 2023. Es decir, de Kiwu Norte y otras zonas vecinas, todas azotadas por masacres, violaciones, asesinatos y otras violencias sin precedentes. Un horror narrado en detalle por estos hombres y sobre todo mujeres, reunidos en torno al Papa en la Nunciatura de Kinshasa, a lo largo de testimonios que estremecieron a los presentes.
Jorge Mario Bergoglio, visiblemente conmovido por estos relatos, pero también por el deseo de perdón de las víctimas hacia sus verdugos, había estigmatizado en su discurso «la inseguridad y la guerra» en el este de la RD del Congo, «vergonzosamente alimentadas por fuerzas externas e internas». Y había señalado con el dedo a quienes manejan los hilos de los conflictos: «¡Basta ya! ¡Basta de enriquecerse a costa de los más débiles! ¡Basta de enriquecerse con recursos y dinero manchado de sangre!». De ahí, aquel día, un alegato contra las guerras desencadenadas por la «insaciable avidez de materias primas y dinero», que alimenta «una economía armada» causante de «inestabilidad y corrupción». Con personas «violadas y asesinadas», y negocios que huelen a muerte que, en cambio, proliferan.
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