Señala que la familia es el lugar de la alianza de la Iglesia con la creación de Dios. El Santo Padre entró en la capilla de seminario Saint Charles Borrome para encontrar a los obispos que son huéspedes del Encuentro Mundial de las Familias. El arzobispo de Filadelfia, Charles Joseph Chaput, le recibió con unas palabras.
El Pontífice, saliéndose del discurso programado, indicó que acababa de reunirse “con un grupo de niños que fueron abusados que son acompañados aquí en Filadelfia”, y que se siente "abrumando por la vergüenza" de que personas de la Iglesia hayan podido cometer esos crímenes. Y prometió que "todos los responsables rendirán cuenta”.
Concluida este fuera de programa, en sus palabras a los obispos, el Papa se centró en la familia “el lugar fundamental de la alianza de la Iglesia con la creación de Dios”.
“Hasta hace poco --recordó el Papa-- vivíamos en un contexto social donde la afinidad entre la institución civil y el sacramento cristiano era fuerte y compartida, coincidían sustancialmente y se sostenían mutuamente. Ya no es así”.
Y para ello dio dos imágenes propias de nuestras sociedades: “los conocidos almacenes, pequeños negocios de nuestros barrios y, por otro, los grandes supermercados o shopping”.
En un almacén uno podía encontrar “todas las cosas necesarias para la vida personal y familiar” si bien reconoció “que pobremente expuesto, con pocos productos" entretanto, “había un vínculo personal entre el dueño del negocio y los vecinos compradores. Se vendía fiado, es decir, había confianza, conocimiento, vecindad”.
En cambio en los shopping center, hay grandes superficies con un gran número de opciones pero “no se vende fiado, ya no se puede fiar de los demás”.
“El mundo parece que se ha convertido en un gran shopping, donde la cultura ha adquirido una dinámica competitiva. Ya no hay un vínculo personal, una relación de vecindad” porque “lo importante hoy lo determina el consumo” dijo.
Se trata de “un consumo que no genera vínculos, un consumo que va más allá de las relaciones humana”, en el que “el prójimo deja de ser importante”. Y con situaciones como perseguir los like, o followers en las redes sociales.
Quiso dejar claro que no podemos “condenar a nuestros jóvenes por haber crecido en esta sociedad”, ni pensar que 'Todo pasado fue mejor' o que “el mundo es un desastre y, si esto sigue así, no sabemos a dónde vamos a parar”. E ironizó que esas frases “me suenan como un tango argentino”.
“No, no creo --aseveró el Pontífice-- que este sea el camino. Nosotros, pastores tras las huellas del Pastor, estamos invitados a buscar, acompañar, levantar, curar las heridas de nuestro tiempo”.
Por ello indicó, “es vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares”. Y quiso precisar que “nos equivocaríamos si pensáramos que esta 'cultura' del mundo actual sólo tiene aversión al matrimonio y a la familia, en términos de puro y simple egoísmo”.
Reconoció que hay muchos que retrasan el matrimonio en espera de unas condiciones de bienestar ideales, mientras otros no se deciden porque están muy cómodos así. La tentación, aseguró, es “no fundar una familia”.
E instó a los pastores y obispos a “aunar fuerzas y relanzar el entusiasmo para que se formen familias que, de acuerdo con su vocación, correspondan más plenamente a la bendición de Dios”.
“El pastor ha de mostrar que el 'Evangelio de la familia' es verdaderamente 'buena noticia'" e invitó a ayudar a los jóvenes a madurar hacia el empeño del matrimonio.
Y citó dos ejemplos evangélicos que parecían imposibles: el de “una mujer samaritana con cinco 'no maridos' que será capaz de dar testimonio”, y el del joven rico respecto al publicano “que se desvivirá por los pobres en los que hasta ese momento no había pensado nunca”.
“Que Dios nos conceda el don de esta nueva projimidad entre la familia y la Iglesia” dijo. Y concluyó recordando que "la familia es nuestra aliada, nuestra ventana al mundo, la evidencia de una bendición irrevocable de Dios destinada a todos los hijos de esta historia difícil y hermosa de la creación, que Dios nos ha pedido servir".
Al concluir su encuentro, el Papa entregó una imagen de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, que le regalaron los obispos de Cuba, para una comunidad cubana en Estados Unidos.
A continuación se dirigió en helicóptero para encontrar a los presos de la principal cárcel de Filadelfia.
Comentá la nota