Papa Francisco: Una monja enfermera me salvó la vida

Papa Francisco: Una monja enfermera me salvó la vida

A pocos días de cumplir 80 años, el Pontífice expresa su agradecimiento a la religiosa que visitó hasta que...

Por ARY WALDIR RAMOS DÍAZ

El papa Francisco recibió en audiencia a la comunidad del hospital infantil Bambino Gesù (Niño Jesús) este jueves 15 de diciembre en el aula Pablo VI del Vaticano.

Para agradecer el trabajo de las enfermeras en los hospitales, Francisco, días antes de cumplir 80 años, el próximo 17 de diciembre, contó que una monja enfermera italiana le salvó la vida cuando era apenas un seminarista en Buenos Aires.

Ellas “son las que están cercanas y entienden los sufrimientos y saben cómo gestionar el sufrimiento y cómo acompañar con ternura“, expresó Jorge Mario Bergoglio, quien cuando estudiaba en el seminario de Villa Devoto en Buenos Aires, fue sometido a una oblación de la parte superior de su pulmón derecho.

“Las enfermeras entienden mejor las etapas de la enfermedad”, dijo el Obispo de Roma, quien se encontró con 150 niños y padres de familia que reciben asistencia en el hospital infantil de Roma.

Sucesivamente, contó una anécdota personal. “A los 21 años tuve una pulmonía fulminante y no se sabía qué era. Pensaban que era una gripe, pero después de tanta fiebre me llevaron al hospital y enseguida me quitaron tanto líquido del pulmón. El doctor dijo -no recuerdo muy bien…-: le suministren mil miligramos de penicilina, cinco mil de estreptomicina, que eran las medicinas de aquellos tiempos y se fue…”.

El Pontífice recordó la monja enfermera que alzó las dosis de medicinas contradiciendo al doctor. “Porque ella tenía el olfato de la situación y así ustedes”, expresó refiriéndose a las enfermeras del Bambino Gesu.

“Yo no hablo a espaldas o contra de los médicos. ¡Ellos son bravos!”, expresó entre las risas del público, al mismo tiempo que elogió a las enfermeras por curar con “cercanía” a los pacientes. “Agradezco mucho a las enfermeras y enfermeros por lo que hacen”.

“Yo, hasta que ella murió, fui a visitar a esa monja enfermera que me salvó la vida… estaba siempre alegre”. La religiosa pertenecía a una congregación francesa, había sido profesora en Grecia y fue enviada a Buenos Aires como enfermera.

“Iba a visitarla y ella estaba siempre igual, feliz, feliz, las cosas amargas se las tragaba y después seguramente peleaba con el Señor, pero la felicidad de sembrar vida y de ver crecer la vida y ver cómo estos niños y niñas crecen como mujeres y hombres fuertes, esta es la alegría y este es su sueldo con su paga extraordinaria ¡Gracias!”.

Los niños enfermos y el personal sanitario que no pudieron asistir a la audiencia vieron la transmisión que organizó el Centro Televisivo Vaticano para ellos.

“No queremos que el hospital sea un centro de poder o de ganancia”, dijo la presidente de la clínica, la doctora Mariella Enoc, mientras explicaba al Papa las nuevas misiones en Bangui, República Centroafricana y Alepo (Siria). “Ella dice estar orgullosa, gracias por esta falta de humildad”, bromeó risueño el Papa.

Entre los pequeños pacientes había varios extranjeros, provenientes de países donde el Bambino Gesù interviene en proyectos de cooperación internacional.

El Pontífice estaba rodeado de 15 niños de Bangui que saltaban y reían mientras proseguían las intervenciones. Junto a ellos estaba el arzobispo de la diócesis centroafricana, el cardenal Dieudonné Nzapalainga.

En su discurso agradeció a todo el personal, los colaboradores, los voluntarios, las asociaciones, las familias, los pacientes y los estudiantes que colaboran con la obra del hospital vaticano que cumplirá próximamente 150 años de actividad.

El helipuerto del Vaticano se ha puesto al servicio del hospital pediátrico. Valentina Vanzi, enfermera en Pediatría Multi-especialista, agradeció al Papa Francisco este gesto que ha salvado la vida a varios infantes.

Las disculpas del Papa: “Esta no es la manera de recibir la gente”

Antes de iniciar, el Papa pidió disculpas por las condiciones del palco central del aula Pablo VI entre andamiajes y columnas para un próximo concierto.

“Primero que todo disculpas, por recibirlos algo así como detrás de bambalinas, parece que les recibo en cocina, detrás de todos estos aparatos aquí. Son para el sábado, pero se ve que los encargados del concierto se aceleraron mucho. Disculpen, esta no es manera de recibir a la gente”, dijo arrancando las risas del público.

¿Por qué los niños sufren?

Valentina Vanzi preguntó por qué los niños sufren. “Tu pregunta es difícil… Yo no tengo una respuesta“, respondió a secas dejando la cuestión abierta. “Ni siquiera Jesús ha dado respuesta a estas preguntas… frente a algunos casos de inocentes que habían sufrido en circunstancias trágicas, Jesús no hizo un sermón, un discurso teórico…. Jesús no explicó por qué sufrimos”.

Niños con máscaras que están en tratamiento contra el cáncer se encontraban en la sala escuchando a Francisco explicar que Jesús mostró, en cambio, a quién ofrecer los sufrimientos. “Aunque esto es teórico…”, admitió.

“No hay respuesta a la pregunta “por qué los niños sufren”… solamente mirar el Crucifijo y dejar que sea Él quien te dé la respuesta“, destacó.

“¿Pero padre, a caso usted no ha estudiado teología? Sí. ¿Lee sobre esto? Sí, pero no hay respuesta, mirar el Crucifijo, llorar… esta es nuestra vida. No quiero vender recetas que no sirven. ¡Esta es la realidad! El llanto, el dolor, como Jesús en la cruz”, miró a los enfermeros. “Acompañar a los niños que sufren es un camino muy difícil. Solamente la ternura, las caricias, la cercanía, el llanto, llorar con él, con ella”.

“¿Es Dios injusto? Sí, ha sido injusto con su hijo, lo ha mandado a la cruz: si seguimos esta lógica debemos decir esto… Pero es nuestra existencia humana, es nuestra carne la que sufre en ese niño y cuando se sufre no se habla, se llora y se ora en silencio“.

El medicamento para no ser inmunes al dolor de los demás

Francisco continuó: “Los enfermeros y las enfermeras tienen una enfermedad; sufren, sufren, no pueden ser asépticos, sufren”.

A la pregunta de Valentina sobre un medicamento para quien está en contacto cotidiano con el sufrimiento, Francisco respondió: “Diría solo una cosa que se puede aprender también de los niños, descubrir, cada día, el valor de la gratitud, siempre decir: gracias”.

“Enseñamos a los niños y después nosotros los adultos no lo hacemos -lamentó el Papa-, pero decir gracias simplemente porque estamos delante de una persona es una medicina contra el resfriado de la desesperanza, que es una horrible enfermedad que contagia, resfría; dar gracias te hace ir hacia arriba”.

Francisco habló de una esperanza que se alimenta de un simple gracias. “La esperanza es la gasolina de la vida cristiana, no se puede seguir adelante sin ella […]. Entonces es bello vivir como personas agradecidas, simples, satisfechas, pequeñas y agradecidas”.

Mirando a los niños que le rodeaban, el Papa aseguró que “acercarse a los niños es la medicina más segura, porque ahí se da esperanza. Tú como enfermera ves cómo un niño lucha por la vida. ¡Y cómo lucha! ¡Esto te enseña tanto! Siempre cercanía, esta es la medicina para que no se enfríe el corazón para no volverse asépticos, demasiado destilados”.

La santidad de las pequeñas cosas

Francisco se refirió a la “santidad de las pequeñas cosas”, aprovechando del testimonio de Dino Pantaleoni, un auxiliar de enfermería que trabaja desde hace 35 años en el hospital.

“Dino nos habló de las “pequeñas cosas”, retomó. “La mayor parte de estos pequeños trabajos se hacen sin ver los resultados. ¿Por qué pierdo el tiempo con esto? Luego mirando a Dino, le dijo: “Los resultado se verán allá arriba“, indicando con el dedo el cielo. “Pero es esto sembrar una vida, cada gesto es una semilla que tú pones en la vida, que germinará, dará sus frutos, jamás se sabe cuál es el fin de una semilla[…] Pero que dará algo, sí”.

“A un autor francés le encantaba hablar de la clase media de la santidad, esa que está escondida siempre, que está allí, esa santidad que se nutre de pequeñas cosas”.

Una obra buena no debe ser un negocio: no a la corrupción 

Luca Adriani, estudiante de enfermería, le preguntó cuál debe ser la marca de fábrica del hospital infantil Bambi Gesù. “Son los niños”, respondió.

“El Bambin Gesu no siempre ha tenido una historia bonita, y algunas épocas menos buenas. La tentación de uniformar, de transformar una cosa tan bonita como un hospital para niños en una empresa, un negocio… y los médicos y las enfermeras se vuelven negociantes y todos negociantes “, dijo el Papa Francisco sin mencionar los escándalos de dinero que terminaron en la reestructuración de un apartamento en el Vaticano para un cardenal, justificados para hacer “relaciones públicas relaciones”, después devuelto por el interesado.

“No diré que sea todo perfecto… la marca de fábrica del hospital Bambino Gesú está hecha de sudor, de cansancio, de suciedad con ganas de ir a casa y de volver. Dar la vida ahí. Pero hay una sola que temer: la corrupción”, destacó.

“¡Miren a los niños! Cada uno piense: ¿Puedo yo hacer negocios corruptos a espaldas de estos niños? -¡No! – Yo puedo terminar la jornada sudado, sucio, cansado, con deseos de decir alguna palabrota y mandar a alguien a tal país…¿puedo? ¡Sí! Pero sin corrupción”.

“El cáncer más fuerte de un hospital como estos es la corrupción y la corrupción no viene de un día para otro, no, se resbala lentamente, hoy una propina aquí, mañana un soborno allá, y después pasado mañana una recomendación ahí y lentamente sin darse cuenta se termina en la corrupción”.

Por eso, invitó a observar a los niños que no “son corruptos… dan mucho que hacer, pero no son corruptos. Tú, Luca, busca la marca de fábrica en estos niños, ellos no son corruptos”.

En este mundo en que se hacen tantos negocios con la salud, se engaña a tanta gente con la industria de la enfermedad, el Bambino Gesu debe saber decir: ¡No! ¡Pecadores sí, corruptos jamás!”.

“Hombres y mujeres fuertes sembradores de vida”.

El Pontífice se refirió a hombres y mujeres fuertes que ayudan con su cercanía a las personas enfermas para no hacer “perder la esperanza de la vida”.

Francisco puso como ejemplo para todos a Serena Antonucci, ex paciente del hospital, que ha sufrido un Linfoma de Hodgkin, que le ha causado la pérdida de la vista. La joven, de 23 años, está mejor y hace estudios de Medicina y Cirugía.”Una mujer fuerte”, señaló.

Al mismo tiempo, apuntó a los hombres y mujeres fuertes que hacen posible la obra del hospital infantil, personas que siembran vida y que ven su mejor paga en la vida de los niños que atienden.

Por último, el Pontífice invitó a rezar a “la Virgen María, la madre del Niño Jesús” tras dar la bendición apostólica a los presentes.

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