El Papa Francisco, en la Audiencia General: "La amistad con Dios tiene la capacidad de cambiar el corazón"

El Papa Francisco, en la Audiencia General:

El Santo Padre, antes de vivir la Navidad en el Vaticano, ha continuado su catequesis sobre el discernimiento: "la voz de Dios no se impone, es discreta, respetuosa y pacificadora"

En la semana en la que nos preparamos a vivir la Navidad, el Papa Francisco ha continuado este miércoles sus catequesis sobre el discernimiento: “En nuestro primer encuentro habíamos visto que siempre, cada día, lo queramos o no, realizamos actos de discernimiento, en lo que comemos, leemos, en el trabajo, en las relaciones. La vida nos pone siempre frente a elecciones, y si no las realizamos de forma consciente, al final es la vida la que elige por nosotros, llevándonos donde no quisiéramos”.

Este miércoles el Santo Padre ha reflexionado sobre “algunas ayudas que pueden facilitar este indispensable ejercicio de la vida espiritual”. Una primera ayuda indispensable es la “confrontación con la Palabra de Dios y la doctrina de la Iglesia”: “Nos ayudan a leer lo que se mueve en el corazón, aprendiendo a reconocer la voz de Dios y a distinguirla entre otras voces, que parecen imponerse a nuestra atención, pero que al final nos dejan confundidos”.

Asimismo, Francisco ha recordado como la voz de Dios “no se impone, es discreta, respetuosa, y precisamente por esto es pacificadora. Y no solo en la paz podemos entrar en lo profundo de nosotros mismos y reconocer los auténticos deseos que el Señor ha puesto en nuestro corazón”.

Para los que creen en Dios, su Palabra “no es simplemente un texto para leer, es una presencia viva, obra del Espíritu Santo que conforta, instruye, da luz, fuerza, descanso y gusto por vivir. Es un auténtico anticipo de paraíso”.

Otra ayuda indispensable que facilita el discernimiento es “vivir una relación afectiva con el Señor Jesús”: “Muchas veces podemos tener una idea distorsionada de Dios, considerándolo como un juez hosco, severo, preparado para vernos fallar. Jesús, al contrario, nos revela un Dios lleno de compasión y de ternura, preparado a sacrificarse a sí mismo para encontrarnos, precisamente como el padre de la parábola del hijo pródigo”.

“La historia de la Pasión de Jesús es el camino maestro para confrontarnos con el mal sin dejarse abrumar por él; en ella no hay juicio ni tampoco resignación, porque está atravesada por una luz mayor, la luz de la Pascua, que permite ver un designio mayor en esas terribles acciones, que ningún impedimento, obstáculo o fracaso puede frustrar”, ha subrayado Francisco durante la Audiencia General.

El Santo Padre ha remarcado además como nuestra relación de amistad con Dios, que crece día tras día, “tiene la capacidad de cambiar el corazón; es uno de los grandes dones del Espíritu Santo, la piedad, que nos hace capaces de reconocer la paternidad de Dios. Tenemos un Padre tierno, afectuoso, que nos ama, que nos ha amado desde siempre: cuando se experimenta, el corazón se derrite y caen dudas, miedos, sensaciones de indignidad. Nada puede oponerse a este amor”.

La última ayuda, según el Santo Padre, es “el don del Espíritu Santo, presente en nosotros, que nos instruye, hace viva la Palabra de Dios que leemos, sugiere significados nuevos, abre puertas que parecían cerradas, indica sendas de vida allí donde parecía que hubiera solo oscuridad y confusión”.

Por último, y acabando la catequesis de este miércoles, Francisco ha subrayado como el discernimiento “tiene el objetivo de reconocer la salvación que el Señor ha obrado en mi vida, me recuerda que nunca estoy solo y que, si estoy luchando, es porque lo que están en juego es importante. Con estas ayudas, que el Señor nos da, no debemos temer”.

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