Las dos mujeres laicas a quienes el Obispo de Roma confirió el ministerio de Lector son Ilza Vidal De Pádua Costa, de Brasil, y Kali Yael McMorris, de Jamaica. Mientras que en el grupo que recibieron el ministerio de Catequista se encuentran dos laicas latinoamericanas: Maria Erivan Ferreira Da Silva, de Brasil, y Eidy Fernández Saravia, de Bolivia, y un laico de Trinidad y Tobago: Justin William Barry Ragoonanan, de Puerto de España.

“Una caricia del Señor”

“Lo tomo como una caricia del Señor, muy agradecida, muy emocionada con lo que viene”, ha manifestado Eidy en una entrevista difundida por la Conferencia Episcopal Boliviana, a propósito de esta especial designación de manos del Papa Francisco, tras más de 36 años como catequista. Como esposa y madre de tres hijos, ha estado vinculada desde los 15 años a la misión pastoral y evangelizadora de la Arquidiócesis de Santa Cruz de la Sierra.

Por su parte, Maria Erivan, quien desde los 14 años es catequista, expresó que “recibir un ministerio del Papa Francisco es un gran regalo de Dios. Como dijo un sacerdote amigo de Ceará, es como recibir una caricia de Dios”, coincide con su colega boliviana, como recoge en una nota la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (CNBB).

Por su parte Ilza, quien hace parte de la parroquia de Sao José, en la diócesis de Ji-Paraná, en el estado brasileño de Rondonia, también expresó su alegría por haber sido elegida para recibir el ministerio de Lector: “para mí es una gran alegría porque, en mi opinión, esto significa un paso adelante en nuestra Iglesia en cuanto a la participación y valoración de la mujer.La centralidad de la Palabra de Dios

Al conferirles el nuevo ministerio, el Papa Francisco les entregó una Biblia y una cruz a los laicas y al laico representantes de América Latina y el Caribe, lo mismo que a otros seis ministros catequistas laicos y laicas provenientes de Alemania (2), Char (2) y Corea (2), al tiempo que recordó, en su homilía, que “no podemos prescindir de la Palabra de Dios, de su dulce firmeza que, como un diálogo, conmueve el corazón, se imprime en el alma y la renueva con la paz de Jesús que nos hace preocuparnos por los demás”.

“¿Qué puesto reservo yo a la Palabra de Dios en el lugar donde vivo? (…) ¿dónde está la Biblia? En mi cuarto, ¿tengo el Evangelio al alcance de la mano? ¿Lo leo cada día para orientarme en el camino de la vida? ¿Tengo en el bolso un pequeño ejemplar del Evangelio para leerlo? Muchas veces he aconsejado de llevar siempre consigo el Evangelio, en el bolsillo, en el bolso, en el teléfono. Si amo a Cristo más que a nadie, ¿cómo puedo dejarlo en casa y no llevar conmigo su Palabra?”, interpeló el Obispo de Roma, y añadió una última pregunta: “¿he leído entero al menos uno de los cuatro Evangelios? El Evangelio es el libro de la vida, es sencillo y breve y, sin embargo, muchos creyentes nunca han leído uno desde principio hasta el final”.

“Hermanos y hermanas, el Domingo de la Palabra de Dios nos ayuda a volver con alegría a las fuentes de la fe, que nace de la escucha de Jesús, Palabra de Dios vivo”, concluyó el Papa Francisco.