Primero se pensaba en la primavera de 2017, después quedó pendiente: el viaje al país que quiere cerrar con 52 años de guerra civil vuelve a ser una posibilidad concreta mientras las FARC demuestran que va en serio
Por ANDREA TORNIELLI
El año que viene habrá elecciones para elegir al nuevo presidente de Colombia, los ex guerrilleros de las FARC en los últimos meses han demostrado concretamente voluntad para poner en práctica los acuerdos de paz. Y el viaje de Papa Francisco, que en diciembre del año pasado, con una iniciativa clamorosa, invitó a una audiencia tanto al presidente Juan Manuel Santos como a su rival el ex presidente Álvaro Uribe Vélez, vuelve a ser una posibilidad concreta para este 2017. «Se está estudiando su realización porque el acuerdo de paz es ya una realidad», confirmaron fuentes vaticanas. La hipótesis de la fecha en la que está trabajando la Santa Sede sería después del verano, entre septiembre y octubre.
Como se recordará, el pasado 2 de octubre de 2016, días en el que el pueblo colombiano expresó su voto en el referéndum sobre el acuerdo de paz, durante el vuelo de regreso del viaje a Georgia y Azerbaiyán, Francisco dijo: «Yo quisiera ir, cuando todo esté “blindado”, es decir cuando todo (si gana el plebiscito), cuando todo esté seguro, que no se pueda ir para atrás». En ese momento casi todos daban por descontada la victoria del «Sí» al acuerdo con las FARC tan anhelado por Santos. Se pensaba que la entrada en vigor definitiva de acuerdo habría sido consagrada con la presencia del Papa. Pero ganó el frente del «No», guiado por Uribe, debido a esas que, según muchos colombianos, eran consideradas concesiones demasiado amplias para los ex guerrilleros en una sociedad todavía lacerada y herida por las consecuencias de una guerra civil.
El resultado sorpresivo del referéndum canceló la posibilidad del viaje papal. El acuerdo, después de la votación, fue modificado apresuradamente para tratar de incluir las peticiones de la oposición y así fue aprobado por el Parlamento, en donde el presidente cuenta con la mayoría de los votos. Pero los cambios no fueron suficientes para la oposición.
Un pasaje importante sucedió en el Vaticano el 16 de diciembre de 2016. Francisco invitó sorpresivamente a Uribe el mismo día de la audiencia que ya se había fijado con Santos (apenas galardonado con el Nobel de la Paz). Santos tuvo que «digerir» la presencia de su rival poniendo a mal tiempo buena cara. El presidente y el ex presidente, antes amigos y ahora adversarios, se encontraron juntos frente al Papa, que les dijo: «Estoy haciendo el cura de pueblo para encontrar una solución a la crisis», confrontando a ambos rivales. Palabras que suscitaron el aprecio de Uribe, quien recordó ser un político que proviene de un pequeño pueblo. El opositor de Santos insistió en los puntos claves del acuerdo, que tienen que ver con la manera en la que son tratadas las miles de víctimas, los niños soldado y las mujeres violadas, las sanciones para el narcotráfico (juzgadas demasiado «benignas»), las polémicas sobre la elegibilidad de los ex guerrilleros y algunos pasajes sobre la igualdad de oportunidades que, según Uribe, introducirían la «teoría de género». Al final del encuentro el Papa volvió a insistir en su voluntad de visitar Colombia, pero solo cuando la paz «esté blindada».
¿Qué ha sucedido desde entonces, puesto que el viaje papal está volviendo a ser una posibilidad concreta y se está estudiando? Antes que nada los pasos concretos que han dado los ex guerrilleros de las FARC, que han dejado las zonas en que controlaban y se están concentrando en la zona establecida por el acuerdo de paz. Comenzó la restitución de las armas a las Naciones Unidas y también la entrega de los niños soldado, hijos de los guerrilleros o secuestrados y convertidos a la guerrilla. Son pasos que difícilmente podrán ser cancelados. El comandante de las FARC Iván Márquez sabe que sus hombres ya no podrán refugiarse en las zonas que confinan con Venezuela, debido a la situación que vive el vecino país. Y la movilización de los exguerrilleros a la zona de reunión establecida parecería anular la hipótesis de dar marcha atrás.
En el actual proceso también ha influido la conciencia del momento que está viviendo el país. En mayo de 2018 habrá elecciones presidenciales, y cuando Santos ya no tenga el poder las FARC perderán a un interlocutor importante. Entre los candidatos a la presidencia están el actual vicepresidente Germán Vargas Lleras, que acaba de anunciar su renuncia al puesto para dedicarse a la campaña electoral. Pero también ha surgido la candidatura del ex alcalde de Medellín, Sergio Fajardo, un «outsider». Justamente la campaña electoral del año próximo sería un obstáculo para el viaje papal en 2018.
Francisco sigue considerando como condición para su visita esa «paz blindada». Pero la realización del acuerdo ya es una realidad que se está verificando. Además, el Papa se mostró sensible a las preocupaciones de Uribe, por ejemplo a propósito de la clemencia hacia el narcotráfico de las FARC, que no debería llevar a considerar este grave delito (un verdadero cáncer para muchos países latinoamericanos) como fácilmente sujeto a la amnistía. Uribe, durante su viaje relámpago al Vaticano, también pudo expresar sus pensamientos al respecto durante una reunión de dos horas con el Secretario de Estado Pietro Parolin.
Y no hay que olvidar, para concluir, que en la óptica de la visita papal, que en septiembre de 2016 la policía colombiana firmó un acuerdo de dos años de colaboración con la Gendarmería vaticana. Ambos cuerpos de policía pueden tener contactos sin tener que pasar por las respectivas embajadas para contrarrestar el narcotráfico, el lavado de dinero y los crímenes cibernéticos.
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