«¡Aliento a todos a ser fieles a Cristo para que en la sociedad pueda resplandecer la alegría del Evangelio!»
Fue la invitación del Papa Francisco, haciendo hincapié en que el Señor «nos desafía a salir de nuestro mundo pequeño hacia el Reino de Dios y hacia la verdadera libertad, con el anhelo de llevar la Bendición de Dios a todos los hombres, iluminados por el Espíritu Santo».
En sus palabras a los peregrinos de tantas partes del mundo, que participaron en su audiencia general, el Obispo de Roma reiteró su exhortación a la esperanza cristiana y, resumiendo su catequesis central dedicada a la figura de Judit, recordó a María, Madre de Cristo y de la esperanza:
«Judit, mujer llena de fe y de coraje, es proclamada ‘bendita ante Dios más que todas las mujeres’ (cfr. Judt 13,18). Ella nos recuerda a la Bienaventurada Virgen María, Madre de Cristo y Madre de la esperanza. Aprendamos de María a caminar por las sendas de la esperanza y a confiar en el Señor, que nos conduce desde la oscuridad a su luz pascual.
Queridos hermanos y hermanas, cuando en la vida experimentamos pruebas, no debemos ponerle condiciones a Dios. Dejemos que la esperanza venza todos nuestros temores».
En el día en que la Iglesia universal celebra la Conversión de San Pablo, «que nos invita a dejarnos guiar por el Espíritu Santo», el Papa Francisco deseó que el Santo Apóstol de los Gentiles nos ayude «a crecer en la confianza en la Providencia de Dios y a ser testimonios de esperanza». Y lo recordó en sus palabras de aliento a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados:
«Hoy celebramos la Fiesta de la Conversión de San Pablo. Queridos jóvenes, que la figura de Pablo sea para todos ustedes modelo de discipulado misionero. Queridos enfermos, ofrezcan sus sufrimientos por la causa de la unidad de la Iglesia de Cristo. Y ustedes, queridos recién casados, inspírense en el ejemplo del Apóstol de los Gentiles, reconociendo la primacía de Dios y de su amor en vuestra vida familiar».
(CdM - RV)
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