Esta semana, el Santo Padre ha reflexionado sobre la figura bíblica de Judit.
Por Rocío Lancho García
El papa Francisco, en la catequesis de la audiencia general de este miércoles, ha propuesto a una mujer como ejemplo de fe y valor. Siguiendo la serie de catequesis sobre la esperanza cristiana, el Pontífice ha reflexionado sobre la historia de Judit. Al respecto, ha manifestado una opinión: “las mujeres son más valientes que los hombres”.
Miles de fieles, venidos de todos los rincones de la tierra, le han recibido en el Aula Pablo VI con gran entusiasmo. Agitando banderas y alzando pancartas mostraban su cercanía al Santo Padre y se acercaban a ambos lados del pasillo para poder darle la mano y pedirle la bendición.
Después de la catequesis, en el resumen que el Papa hace en español, ha indicado que el personaje bíblico de Judit “nos muestra a una mujer llena de fe y de valor, capaz de orientar a los hombres y mujeres de su tiempo”, que “se enfrentaban a una situación límite y desesperada, hacia la verdadera esperanza en Dios”.
Del mismo modo, ha asegurado que ella enseña que, “ante las situaciones difíciles y dolorosas”, “el camino a seguir es el de la confianza en Dios”, y “nos invita a recorrerlo con paz, oración y obediencia”. Haciendo también –ha añadido– todo lo que esté en nuestra mano para superar estas situaciones, pero reconociendo siempre y en todo la voluntad del Señor.
El Santo Padre ha subrayado que como Ella, “tenemos que mirar más allá de las cosas del aquí y el ahora”, y “descubrir que Dios es un Padre bueno que sabe todo lo que nos hace falta mejor que nosotros mismos”.
Por otro lado, ha explicado que nosotros “podemos pedirle todo lo que necesitemos”, pero “siempre con la humildad necesaria para reconocer su voluntad y entrar en sus designios”, aunque a veces “no coincidan con los nuestros”, “pues Él es el único que con su amor puede sacar vida incluso de la muerte, conceder paz en la enfermedad, serenidad en la soledad y el consuelo en el llanto”.
A continuación, ha saludado a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Recordando que hoy celebramos la fiesta de la conversión de san Pablo y concluye la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, ha invitado a que, conscientes de que el amor de Cristo nos apremia, “no dejen nunca de rezar para que los cristianos trabajemos, con respeto fraterno y caridad activa, por llegar a la tan deseada unidad”.
Después de los saludos en las distintas lenguas, el Santo Padre ha dirigido unas palabras a los jóvenes, los enfermos y los recién casados. De este modo, ha deseado que la figura de Pablo sea para los jóvenes “modelo del discipulado misionero”. A los enfermos les ha invitado a ofrecer sus sufrimientos “por la unidad de la Iglesia de Cristo”. Y finalmente, ha exhortado a los recién casados a inspirarse en el ejemplo del apóstol de las gentes, “reconociendo el primado a Dios y a su amor en vuestra vida familiar”.
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