Videomensaje del Papa con motivo de la XXX Jornada Mundial del Enfermo.
El papa Francisco destacó este jueves 10 de febrero, en vísperas de la Jornada Mundial del Enfermo, la necesidad de realizar una atención integral al enfermo, ya que “es toda persona la que necesita cuidados: el cuerpo, la mente, los afectos, la libertad y la voluntad, la vida espiritual… La atención no se puede diseccionar, porque el ser humano no se puede diseccionar”.
El Santo Padre expresó estas palabras en el videomensaje dedicado a los participantes en el webinar “Jornada Mundial del Enfermo: significado, objetivos y desafíos”, organizado por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral con motivo de la XXX Jornada Mundial del Enfermo.
Al comienzo de su mensaje, el pontífice destacó que “la experiencia de la enfermedad nos hace sentir frágiles” y también “impone una pregunta de sentido, que en la fe se dirige a Dios”. No se trata, continúa, de “replegarse sobre sí mismo, sino, por el contrario, de abrirse a un amor más grande”.
Citando a san Juan Pablo II, el Papa señala que “El hombre, al descubrir por medio de la fe el sufrimiento redentor de Cristo, descubre al mismo tiempo en él sus propios sufrimientos, los encuentra, por medio de la fe, enriquecidos con un nuevo contenido y un nuevo significado”.
Francisco remarcó dos “patologías” que amenazan a la persona: “El individualismo y la indiferencia hacia los demás son formas de egoísmo que desgraciadamente se amplifican en la sociedad del consumismo y el liberalismo económico; y las desigualdades resultantes se encuentran también en el ámbito de la salud, donde algunos disfrutan de la llamada ‘excelencia’ y muchos otros tienen dificultades para acceder a los cuidados básicos”.
Para curar este “virus”, expone, “el antídoto es la cultura de la fraternidad, fundada en la conciencia de que todos somos iguales como personas humanas, todos iguales, hijos de un solo Padre. Sobre esta base, será posible tener curas efectivas para todos. Pero si no estamos convencidos de que todos somos iguales, no irá bien”.
El obispo de Roma dedicó su pensamiento a “las numerosas hermanas y hermanos misioneros que han dedicado su vida a atender a los enfermos más pobres, a veces incluso a los enfermos entre los enfermos”, así como a “muchos santos y santas de todo el mundo que han puesto en marcha obras sanitarias, implicando a sus compañeros y dando lugar a congregaciones religiosas”.
“Mis pensamientos están llenos de gratitud a todos los que en la vida y en el trabajo están cerca de los enfermos cada día. A las familias y amigos que cuidan de sus seres queridos con cariño y comparten sus alegrías y esperanzas, su dolor y su angustia. A los médicos, enfermeros y enfermeras, farmacéuticos y a todo el personal sanitario; y también a los capellanes de los hospitales, a las religiosas y religiosos de los Institutos dedicados al cuidado de los enfermos, y a los numerosos voluntarios”, enumeró.+
Comentá la nota