El papa Francisco canonizó hoy en una misa multitudinaria celebrada en la Plaza de San Pedro, a la que se calcula asistieron unas 80.000 personas, al sacerdote argentino José Gabriel del Rosario Brochero, el Cura Brochero.
El prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, cardenal Angelo Amato, hizo la petición para que el sacerdote argentino y los otros seis beatos sean inscriptos en el libro de los santos. Tras la lectura de una breve reseña biográfica de cada uno, se rezó la letanía de los santos y finalmente, Francisco leyó la fórmula de canonización. A las 05.32 el pontífice argentino inscribió en el Catálogo de los Santos al Cura Brochero, el primero que nació, vivió y murió en la Argentina.
El papa Francisco canonizó hoy en una misa multitudinaria celebrada en la Plaza de San Pedro, a la que se calcula asistieron unas 80.000 personas, al sacerdote argentino José Gabriel del Rosario Brochero, el Cura Brochero, y a otros seis beatos de México, España e Italia.
El prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, cardenal Angelo Amato, hizo la petición para que el sacerdote argentino, el adolescente mexicano José Sánchez Del Río, el obispo español Manuel González García, el religioso francés Salomone Leclercq, los sacerdotes italianos Lodovico Pavoni y Alfonso María Fusco, y la monja francesa Elisabeth de la Santísima Trinidad, sean inscriptos en el libro de los santos.
Tras la lectura por parte del purpurado vaticano de una breve reseña biográfica de cada uno, se rezó la letanía de los santos y finalmente, Francisco leyó la fórmula de canonización, entre ellos del Cura Brochero.
A las 05.32 el pontífice argentino inscribió en el Catálogo de los Santos al Cura Brochero, el primero que nació, vivió y murió en la Argentina, y al resto de los beatos.
Luego fueron colocando reliquias de los nuevos santos delante de la imagen de la Virgen, entre ellas del “cura gaucho” a quien Jorge Bergoglio considera un “pastor con olor a oveja”.
De la ceremonia en la Plaza de San Pedro participaron el presidente Mauricio Macri, el gobernador de Córdoba, Juan Schiaritti y otros representantes políticos argentinos, además de casi 40 obispos, unos 200 sacerdotes y más de 2.000 peregrinos, en su mayoría cordobeses.
Los niños de los milagros
Al momento de la entrega de las ofrendas, se acercó al altar el adolescente cordobés Nicolás Flores Violino, quien cuando tenía ocho meses quedó en estado vegetativo y con problemas neurológicos severos tras sufrir un accidente vial y su recuperación sin explicación médica hizo que el Cura Brochero sea declarado beato.
También se acercó la niña sanjuanina Camila Brusotti, quien a los 8 años fue brutalmente golpeada por su madre y su padrastro, y cuya recuperación fue considerada el segundo milagro por intercesión del Cura Brochero para ser proclamado santo.
Antes de la celebración eucarística, el Papa saludó a las delegaciones oficiales procedentes de los países cuyos laicos, sacerdotes y religiosos fueron proclamados santos, entre ellos Mauricio Macri.
Los santos son hombres y mujeres que lucha con la oración
En la homilía, el Papa hizo referencia a las lecturas del día y destacó que los siete nuevos santos “han alcanzado la meta, han adquirido un corazón generoso y fiel, gracias a la oración: han orado con todas las fuerzas, han luchado y han vencido”.
“Este es el estilo de vida espiritual que nos pide la Iglesia: no para vencer la guerra, sino para vencer la paz”, explicó.
Francisco afirmó que el modo de obrar cristianos consiste en “estar firmes en la oración para permanecer firmes en la fe y en el testimonio” y, si bien reconoció que puede haber cansancio en esta tarea, recordó que “no estamos solos, hacemos parte de un Cuerpo. Somos miembros del Cuerpo de Cristo, la Iglesia, cuyos brazos se levantan al cielo día y noche gracias a la presencia de Cristo resucitado y de su Espíritu Santo”.
“Sólo en la Iglesia y gracias a la oración de la Iglesia podemos permanecer firmes en la fe y en el testimonio”, sostuvo, y agregó: “Dios hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche. Este es el misterio de la oración: gritar, no cansarse y, si te cansas, pide ayuda para mantener las manos levantadas”.
“Esta es la oración que Jesús nos ha revelado y nos ha dado a través del Espíritu Santo. Orar no es refugiarse en un mundo ideal, no es evadir a una falsa quietud. Por el contrario, orar y luchar, y dejar que también el Espíritu Santo ore en nosotros. Es el Espíritu Santo quien nos enseña a rezar, quien nos guía en la oración y nos hace orar como hijos”, señaló.
Francisco puntualizó que “los santos son hombres y mujeres que entran hasta el fondo del misterio de la oración. Hombres y mujeres que luchan con la oración, dejando al Espíritu Santo orar y luchar en ellos; luchan hasta el extremo, con todas sus fuerzas, y vencen, pero no solos: el Señor vence a través de ellos y con ellos”.
“También estos siete testigos que hoy han sido canonizados, han combatido con la oración la buena batalla de la fe y del amor. Por ello han permanecido firmes en la fe con el corazón generoso y fiel. Que, con su ejemplo y su intercesión, Dios nos conceda también a nosotros ser hombres y mujeres de oración; gritar día y noche a Dios, sin cansarnos; dejar que el Espíritu Santo ore en nosotros, y orar sosteniéndose unos a otros para permanecer con los brazos levantados, hasta que triunfe la Misericordia Divina”, concluyó.
Llamado a luchar por la pobreza
Antes de terminar la ceremonia, Francisco saludó a las delegaciones oficiales de la Argentina, México, Francia, España e Italia, y rogó para que "el ejemplo y la intercesión de estos testigos sostengan el compromiso de cada uno de nosotros en los distintos ámbitos de servicio y del trabajo para la Iglesia y la sociedad civil".
El pontífice recordó que mañana es la Jornada Mundial contra la pobreza, por lo que llamó a unir “fuerzas morales y económicas para luchar juntos contra la pobreza que degrada, ofende y mata a tantos hermanos y hermanas implementando políticas serias para las familias y para el trabajo" y pidió elevar a la Virgen María "todas nuestras intenciones, especialmente nuestra insistente y fortalecida oración por la paz".
Francisco saludó luego a los cardenales de los países de los siete nuevos santos, entre ellos al arzobispo de Buenos Aires, Mario Aurelio Poli, con quien se abrazó efusivamente.
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