Paolo Pezzi, arzobispo de Moscú: «Para hablar de diálogo en Rusia hoy en día hace falta mucho valor»

Paolo Pezzi, arzobispo de Moscú: «Para hablar de diálogo en Rusia hoy en día hace falta mucho valor»

Los efectos de las sanciones occidentales en la vida de los rusos, el mesianismo de Putin (y de muchos políticos occidentales) y la peregrinación para ir a ver al papa. Entrevista a monseñor Paolo Pezzi, arzobispo de Moscú.

 

(Leone Grotti en Tempi) – Hablar de perdón y paz hoy en Rusia, seis meses después de la invasión de Ucrania, es «arduo». «Hace falta mucho valor», dice monseñor Paolo Pezzi, cabeza de la archidiócesis de la Madre de Dios en Moscú, en una entrevista con Tempi. Sin embargo, el arzobispo católico no se cansa: «aunque muchos de mis fieles y ciertos círculos de Italia y Europa no lo entiendan». Pezzi, que llegó por primera vez a Rusia como misionero en Siberia en 1993, explica cómo las sanciones occidentales pesan en la vida cotidiana de los rusos, pero también que «hay un aspecto de este pueblo que los occidentales no comprenden y tienden a subestimar».

Excelencia, mientras el conflicto entre Moscú y Kiev hace estragos, ¿qué significa para usted ser un «artesano de la paz» en Rusia, como rezaba el título del encuentro del Meeting [de Rímini] en el que participó el sábado?

Para mí significa llevar y ser testigo del perdón como una experiencia no solo posible, sino también presente. Es una tarea verdaderamente ardua porque a menudo entre mis fieles hay personas que no entienden y no aceptan el lenguaje del perdón.

¿Cómo intenta superar estas dificultades en su ministerio diario?

Hay dos momentos privilegiados: el primero es el sacramento de la confesión, porque quien se confiesa en la iglesia reconoce que necesita el perdón. La segunda es la homilía durante la misa. En el último periodo, las lecturas estaban muy centradas en el perdón, por lo que ha sido posible insistir en este aspecto. Al fin y al cabo, cada vez que recitamos el Padre Nuestro, pedimos a Dios que nos perdone para que nosotros también podamos perdonar.

El cardenal de Centroáfrica, Dieudonné Nzapalainga, ha afirmado que solo el diálogo puede detener el conflicto entre Ucrania y Rusia. Esto es lo que ha hecho el papa Francisco desde el comienzo de la guerra. ¿Cómo juzgan los rusos la labor del pontífice?

La labor del papa se percibe positivamente y es muy apreciada en Rusia. Nos desplaza un poco de las vías a las que estamos acostumbrados. Tenemos que aceptar su provocación positiva para el perdón y el diálogo. Francisco nos sacude, como cuando se arrodilló para besar los pies de los líderes de Sudán del Sur en guerra entre sí. Es evidente que los resultados no son visibles inmediatamente, pero mientras tanto deja su huella.

«Todo poder se siente portador de una llamada mesiánica», ha dicho en el Meeting, citando las palabras de Aleksandr Solzenitzhkin sobre Lenin. ¿Se aplica esto también a Vladimir Putin?

Es difícil hacer este tipo de análisis sobre la actualidad. He observado un cierto tono mesiánico en algunos discursos del presidente ruso, pero también en algunos discursos de políticos italianos y europeos. Lo que he querido decir es que en todo poder siempre hay una pizca de bondad y de verdad. A menudo esta insinuación se enmascara con una ambición mesiánica. Hablando con algunos líderes religiosos, les decía que no se puede hablar de la paz como si fuera el resultado de una operación quirúrgica. En efecto, el médico quiere el bien del paciente y para obtenerlo interviene con una operación si es necesario. Esto es correcto en abstracto, pero no puede aplicarse concretamente a todas las situaciones porque hay que asegurarse de que la operación no sea desproporcionada. Volviendo a Solzenitzkhin, señaló que Lenin, a fin de lograr este mesianismo, sacrificó un gran número de vidas.

En el Meeting también ha dicho que Jesús dio a los apóstoles el mandato de conciliar. ¿Hay alguien que acepte este mandato en la Rusia actual?

Para ser sinceros, nos encontramos algo carentes al respecto. Hoy no hay intentos de conciliación, de purificación de la memoria, de búsqueda de la verdad histórica. Esto no solo se aplica al poder. Hoy en día es realmente difícil emprender, a priori, un camino de conciliación. Personalmente, siempre insisto en la vía del diálogo y trato de mantener la puerta abierta con todos -ortodoxos, judíos, musulmanes- y observo que este intento es visto con gran desconfianza en ciertos círculos de Italia y Europa. Se necesita mucho valor.

¿Cómo ha cambiado la vida en Rusia a causa de las sanciones occidentales?

La vida ha cambiado mucho. Algunos productos ya no llegan. Las industrias que trabajan en los sectores afectados por las sanciones tienen dificultades, hay desempleo y la producción futura es incierta. Esta es la realidad. Sin embargo, hay un aspecto de Rusia que los occidentales no comprenden y siempre tienden a subestimar.

¿Cuál?

Los rusos tienen una increíble capacidad de readaptación. Pongo un ejemplo que puede parecer trivial, pero no lo es: el 90% de los rusos que solían ir a Europa de vacaciones están muy tristes por no poder seguir haciéndolo. Pero en lugar de culpar al Estado, o despotricar contra Occidente, han revalorizado algunos lugares muy bonitos de Rusia y se han ido allí de vacaciones. Si algunos productos ya no llegan, los sustituyen. Si otros ya no pueden venderlos a Europa, encuentran nuevos compradores.

El papa Francisco visitará Kazajistán del 13 al 15 de septiembre para asistir al séptimo Congreso Mundial de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales. ¿Qué significa esta visita para los católicos rusos?

Significa mucho por varias razones. Todavía no sabemos si vendrá a Moscú, como él esperaba. Tampoco si irá a Kiev. Pero este viaje es fundamental, en primer lugar, porque Kazajistán es el país más cercano a nosotros, entre los visitados, y porque los rusos pueden viajar allí con relativa libertad. Por lo tanto, es una oportunidad excelente y concreta para conocerlo. Además, viene a hablar de paz y fraternidad y podrá motivarnos en este sentido. Finalmente, tras más de dos años de COVID en los que no hemos podido ir a Roma a ver al papa, será una oportunidad para que todos los católicos rusos le muestren su afecto y le sigan.

La archidiócesis de la Madre de Dios de Moscú ha organizado una peregrinación para ir a ver al papa. Una de las paradas en Kazajistán será en el gulag de Karlag, en Karaganda, que formaba parte de Siberia en la década de 1930 y donde decenas de miles de personas perdieron la vida. ¿Por qué ha tomado esta decisión?

La ciudad de Karaganda es un centro muy importante, en el infame gulag de Karlag fueron deportados muchos religiosos. Es un lugar significativo para la historia de los católicos en Siberia, muchas personas murieron en olor de santidad y el Estado permite cultivar la memoria. Por lo tanto, es una oportunidad importante para entrar en contacto con una pieza fundamental de la historia del país y de los cristianos.

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