El sacerdote argentino misionero en Madagascar hace 50 años brindó una conferencia por Zoom en el marco del Octubre Misionero.
En el marco del Octubre Misionero, impulsado por Obras Misionales Pontificias, que lleva por lema “Aquí estoy, envíame”, el padre Pedro Opeka CM, sacerdote argentino misionero en Madagascar, brindó una conferencia en la mañana del sábado 17 de octubre, ante más de 300 personas conectadas a través de la plataforma Zoom, y otras tantas que siguieron la charla a través de YouTube.
El obispo de Santiago del Estero, monseñor Vicente Bokalic CM, participó como moderador guiando las diferentes preguntas que surgían por parte de los participantes. Asimismo, estuvo presente el director nacional de OMP Argentina, padre Jerzy Marian Faliszek SVD.
El padre Opeka, sacerdote vicentino, comenzó refriéndose al día de las misiones que "a todos los que fuimos bautizados nos despierta algo. Una responsabilidad de que llevamos la semilla del Reino de Dios, el Evangelio de Jesús, que es liberación, amor, un mensaje de esperanza, es caridad, fraternidad y compartir”, y dijo que, si bien esto “son palabras”, afirmó que “aquí en Madagascar, en Akamasoa, las hemos hecho realidad con los más pobres”.
Sobre la realidad en su lugar de misión, indicó que “la vida es una lucha continua y la misión en cualquier parte del mundo es difícil porque hay muchos cristianos almidonados, dormidos, que se olvidaron de que llevan el mensaje de la semilla del amor de Dios”. “El Evangelio es amor y liberación. Yo no vine aquí a conquistar una tierra, vine en nombre de Jesús para acercarme a mis hermanos de África y traje amor”, aseguró y agregó que para él “la Iglesia no es institución, sino que es pueblo de Dios, donde todos los bautizados somos los hermanos y hermanas de Jesús”.
El padre Opeka, de 72 años, está por cumplir 50 años como misionero en Madagascar: “Recuerdo que a los 22 años llegué lleno de ilusión y alegría. Y todavía sigo teniendo esa alegría que me la está dando el Evangelio y los pobres, lo más cercano y más amado de Jesús”, afirmó.
Sobre la oración, el sacerdote misionero dijo que para él es "la acción en medio de los pobres, no es solo meditar la palabra de Dios estando cómodo mientras otros se están muriendo de hambre. Por eso la oración es toda mi vida. Hay un encuentro solo frente a Dios, a la mañana o a la noche. Pero cuando recibo a un pobre que es una persona difícil que te insulta y hace todo para que te alejes de él, yo pienso, ‘este es Jesús que me está hablando’, por eso digo: ‘perdonalo y recibilo’”.
Y continuó: “Cuando estás con Jesús todo el día, hay una fuerza que te lleva, porque te levantás con Jesús y te vas a dormir con Él”. Sin embargo, dijo que muchas veces no es fácil: “Todos los días me levanto y le digo a Jesús: ‘ayudame a luchar en este día por vos, por mis hermanos, por la justicia’”.
Al hablar de la misa expresó: “La Eucaristía para mí es la celebración del amor, de la fraternidad, donde todos nos sentimos hermanos y hermanas. La Eucaristía me da fuerza y luego hago una oración espontánea, me pongo frente a Jesús y le pido que me ayude a trabajar todos los días por los miles de niños que están aquí en Akamasoa. Yo veo a Dios en los niños que me dicen ‘seguí luchando, seguí trabajando’. Eso es un don de Dios”.
En relación a la crisis por el Coronavirus, el padre Opeka manifestó que “los desafíos fueron más bien sociales porque aquí se vive para comer, para sobrevivir. El desafío fue económico porque la gente quería trabajar y no podía. Hoy ya se pudo volver al trabajo”. Y aunque “por seis meses no nos permitieron celebrar la misa, yo la celebraba en el bosque y nunca invité a la gente, pero venían cientos y se sentaban cada uno en un árbol. Allí se siente una paz y estamos con distanciamiento”, aclaró.
“Cuando uno sabe escuchar la voz de Dios en su corazón y en su espíritu, encuentra el llamado. La sociedad de hoy nos dice divertirte, ocupate de ti mismo, no te ocupes de los demás. Pero yo soy una persona y soy hermano de alguien. Por eso, cuando uno sabe que existe por los demás y para los demás, uno sabe que no puede ser feliz sin los demás, sin los hermanos y las hermanas”, sostuvo el padre Opeka.
Y exhortó a los presentes: “La Iglesia es pueblo de Dios que camina, peregrina, necesita fuerza, líderes, gente que camine y anime a los demás. A los hermanos que tienen miedo hay que decirles ‘levántate’, porque vivimos para la eternidad, para ser felices y para compartir nuestra felicidad”.
Al preguntarle sobre el lema que guía el Octubre Misionero, el sacerdote misionero indicó: “Si hoy alguien me dice ‘andá a otro lugar’, yo estaría dispuesto a ir. Aunque no sea fácil, tendría que ir si hay más pobres. Esta es una obra de Dios. ‘Aquí estoy, envíame’ es una frase que hay que recordarla todos los días. Porque tendemos a instalarnos, acomodarnos y decir ‘basta, ya hice mucho’. Pero nunca se hizo lo suficiente. Hicimos un poquito de caridad y acción social. Queda mucho por hacer. Esta frase me la diré todos los días para ir a visitar todos los barrios de Akamasoa. Cuando llego allí y los chicos salen corriendo, siento que estoy llevando la luz de Jesús”.
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