El obispo Ariel Torrado Mosconi ordenó diácono a Juan Camacho en Pehuajó, y sacerdotes a Ignacio Medina, en Trenque Lauquen, y a Matías Micucci, en General Villegas.
La diócesis de Nueve de Julio vivió los días 15, 21 y 26 de noviembre, la ordenación de un diácono y dos presbíteros en las comunidades parroquiales de San Anselmo de Pehuajó, Nuestra Señora de los Dolores de Trenque Lauquen y Nuestra Señora del Carmen de General Villegas, respectivamente.
En Pehuajó,tuvo lugar la ordenación diaconal de Juan Camacho, en la iglesia parroquial de San Anselmo. En la homilía, el obispo de Nueve de Julio, monseñor Ariel Edgardo Torrado Mosconi, expresó: “El servicio define al orden sagrado en el diaconado y, por eso mismo, estás llamado para hacer presente a Cristo, servidor de los hermanos, en medio de la comunidad. Esto ya lo vienes haciendo desde hace tiempo, con generosidad y entrega".
"En particular, has dado un buen testimonio de servicio, primeramente a los jóvenes más vulnerables en el Hogar de Cristo de Nueve de Julio y, últimamente, a los abuelos en el hogar Sagrado Corazón de Pehuajó. Ahora Jesús, el Siervo del Dios, te da la gracia de configurarte con Él para el bien de tus hermanos, especialmente los pobres, ancianos y enfermos. Sé cada día más fiel y generoso en la respuesta”, le pidió al nuevo diácono.
Fue muy conmovedor el momento en que las abuelas del hogar Sagrado Corazón, muy emocionadas, alcanzaron la estola y la dalmática, para que el ordenando fuera revestido con los ornamentos propios del orden diaconal.
El lunes 21 de noviembre, por otra parte, fue ordenado presbítero el diácono Ignacio Medina, en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de los Dolores, de Trenque Lauquen. El pastor diocesano comenzó su homilía afirmando: “Ignacio pudo descubrir en su vida, gracias a la formación recibida en su familia y en la comunidad parroquial de Trenque Lauquen, que su vida era algo importante. Que Dios tenía un plan, un sueño para él. Y Nacho respondió con generosidad y entrega. Dijo: Àquí estoy', y se puso ante la presencia de Dios”.
“Este movimiento es la respuesta a la llamada de Dios para vivir ante su presencia. En efecto, todos necesitamos vivir ante una mirada: los niños pequeños viven ante la mirada de sus padres, los enamorados, ante la mirada de la persona amada, los consagrados, ante la mirada de Dios. Por eso, los sacerdotes no podemos dejarnos seducir buscando otras miradas. El consagrado debe vivir siempre para agradar a Dios. No puede estar pendiente ni de sus seguidores en Instagram, ni de algún grupo, ni de ninguna persona en particular. Su vida ha de transcurrir buscando, en todo, solo agradar a Dios. Ese vivir ante su mirada y estar con Él, lo lleva a configurarse más y más con Cristo, para poder ser signo personal de su presencia en medio del mundo, especialmente ante los pobres, los enfermos y necesitados”, agregó.
Finalmente, monseñor Torrado Mosconi se dirigió al ordenando, deseando “que la Virgen de los Dolores, tu patrona de Trenque Lauquen, te conceda la gracia de formarte humanamente, como formó a su hijo Jesús, para sostenerte en los momentos difíciles y te dé las fuerzas para entregar tu vida, como Cristo, hasta el último suspiro, por amor a tus hermanos”.
El sábado 26 de noviembre recibió, finalmente, la ordenación presbiteral Matías Micucci, en la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Carmen, de General Villegas. En la homilía de la celebración eucarística, y previamente al rito de ordenación, comentando el evangelio, el prelado afirmó: “Hay situaciones en la existencia donde se siente una especie de vértigo. Son los momentos de las grandes decisiones en la vida de una persona. Es lo que Jesús, en el evangelio de Juan, decribe como la llegada de su 'hora'".
Dirigiéndose al neopresbítero, monseñor Torrado Mosconi aseveró: "Esta es la experiencia que sientes en este momento. La fuerza para dar este paso no está en vos mismo, sino en la confianza que experimentas al haber escuchado la voz de Dios, que te llamó. En efecto, el sentirnos llamados por nuestro nombre nos da la confianza de saber que Jesús conoce nuestra historia, nuestra vida, nuestra personalidad. Él sabe de nuestras luchas y pecados, de nuestros miedos y perplejidades, de nuestros sueños y proyectos. Él conoce nuestros deseos más íntimos y personales. Es Dios el que, conociéndonos, nos ama y nos llama. Por eso nos animamos a pegar el salto, a dar este paso”.
“Jesús nos llama personalmente por nuestro nombre, pero no aisladamente sino como grupo. Por eso es tan significativo en el rito de la ordenación el momento en que, luego de la imposición de las manos del obispo, van pasando todos los sacerdotes, uno tras otro, haciendo el gesto de la imposición de las manos. Se percibe así que estás siendo recibido en el orden del presbiterio de Nueve de julio. Muchas veces, puede aparecer la tentación de 'cortarse solo' o de aislarse. Sin embargo, siempre debes trabajar por la comunión. Esto es muy importante en la espiritualidad del clero diocesano. Esta vivencia de pertenencia a la diócesis y al presbiterio es una dimensión esencial a nuestro ministerio”, le recordó.
“Recuerda que hasta aquí, a Villegas, llegó la influencia de la beata Mama Antula, y ten presente que, como sacerdote argentino, estás bajo el patrocinio del cura Brochero. Intenta, como ellos, buscar que todos puedan hacer una experiencia de Dios. Y sana a los enfermos por el mal. El Papa Francisco nos habla de la importancia de que la Iglesia sea un 'hospital de campaña'. ¡Es que hay tanto que sanar en el mundo actual!. La dimensión terapéutica de los sacramentos y todo tu ministerio, que brota de la caridad pastoral, ha de confortar y consolar a tantas personas mal heridas, ovejas y pastores, que necesitamos del ungüento de la misericordia de Dios”, concluyó.
Más información en www.diocesis9dejulio.org.ar y redes sociales.
Comentá la nota