La cúpula de la conferencia episcopal dialogará con Francisco el jueves. Los dos cardenales estarán en la reunión para tratar a fondo la situación en el país mientras las protestas contra Maduro se mantienen sin tregua desde hace 70 días
Por CARLOS ZAPATA*
Ya están en el Vaticano. Los integrantes de la directiva de la Conferencia Especial Venezolana (CEV), junto a los cardenales Jorge Urosa y Baltazar Porras, llegaron a Roma para una reunión urgente con el Papa. A Francisco esperan entregarle informaciones precisas sobre la grave crisis que atraviesa el país sudamericano. Los obispos están apurados, porque el presidente Nicolás Maduro avanza con velocidad en su proyecto de reformar la Constitución, mientras la represión a las protestas contra su gobierno ya dejó más de 60 muertos, en su mayoría jóvenes.
El cardenal Urosa Savino permanece en la “ciudad eterna” desde el pasado 26 de mayo, el resto de la comitiva ya viajó el mediodía de este martes 6 de junio. Mientras tanto continúan las protestas en las calles venezolanas con movilizaciones que este miércoles se realizarán en los 23 estados del país. Las marchas tendrán como puntos de llegadas las oficinas regionales del Poder Electoral, para condenar ahí la Asamblea Constituyente impulsada por Maduro.
Aunque Francisco ya recibió en el pasado a la actual directiva del episcopado venezolano, lo hizo en circunstancias y contextos muy diferentes. El miércoles 30 de septiembre de 2015 pidió a los obispos impulsar el “diálogo y la reconciliación como una prioridad pastoral”, pero el tema clave de ese encuentro fue la situación de la frontera colombo-venezolana
Días antes, el 19 agosto de 2015, Maduro anunció el cierre fronterizo tras un ataque contra la Fuerza Armada de Venezuela en el que tres de sus integrantes y un civil resultaron heridos. La reacción de la Iglesia fue inmediata: primero por parte de los prelados locales y luego desde Roma, con un pronunciamiento del Papa en el Ángelus del 6 de septiembre.
Entonces solicitó la apertura del paso fronterizo tras señalar, en español, que “los obispos de Venezuela y Colombia se han reunido para examinar juntos la dolorosa situación que se ha creado”. Poco tiempo después se reunió con la CEV “no sólo para tratar la situación general de Venezuela, sino la coyuntura particular fronteriza”, según reveló el obispo de Táchira, Mario Moronta, al Vatican Insider.
La urgencia de aquellos encuentros obedeció a razones humanitarias. Entonces, mil 355 colombianos fueron “trágicamente deportados” y 15 mil regresaron por su cuenta al país, procedentes de Venezuela ante el miedo de la deportación, según denunció en su oportunidad la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios. A ello se sumó la inédita escasez de alimentos y medicinas del lado venezolano.
Pero la cita de esta semana tiene otros puntos de particular relevancia, entre otros la presencia del cardenal Baltazar Porras, arzobispo de Mérida. Su amistad y cercanía con el secretario de Estado del Vaticano, cardenal Pietro Parolin, con quien -se asegura- mantiene fluida comunicación, es un elemento de peso.
Con él, Porras cumplió un rol excepcional en julio de 2013 para destrabar los conflictos estudiantiles en Mérida, donde el manejo diplomático del entonces nuncio apostólico logró poner fin -en términos salomónicos- a una huelga de hambre durada 39 días, la cual amenazaba con cobrar la vida de varios jóvenes universitarios.
Además, fue Baltazar Porras a quien Hugo Chávez llamó para que sirviera como garante de su vida en Fuerte Tiuna, durante la madrugada del 12 de abril de 2002, en el primer golpe de Estado que sufrió el militar y presidente. Aquel gesto del hoy cardenal no detendría una posterior andanada de insultos oficiales.
El arozbispo no sólo conoce de primera mano al actual gobierno y a su predecesor sino que, siendo directivo de la CEV (desde 1999 hasta 2006), fue objeto directo de ataques en una relación que lo convirtió en declarado enemigo debido a sus posiciones claras y críticas, habitualmente mediáticas.
La reunión de este jueves genera enorme expectativa porque, esta vez, hablarán los directos interesados con el Papa, y no por medio de enviados. Es la opinión de algunos prelados, entre ellos la del arzobispo emérito de Coro, Roberto Lückert. Él recuerda bien que durante la mediación vaticana en Caracas, el representante papal Claudio María Celli llegó a reunirse con Nicolás Maduro sin haber escuchado previamente al episcopado, detalle que no cayó nada bien entonces.
No obstante, está claro el particular interés del pontífice por la nación sudamericana, en lo cual ha insistido ampliamente el nuncio apostólico Aldo Giordano. El diplomático recordó este fin de semana que el “Papa Francisco quiere profundamente a Venezuela y a su pueblo; por ende, trabaja y reza por su paz”.
En el mismo tono, se ha ratificado con firmeza la comunión entre los obispos y Roma, en respuesta a críticas surgidas en fechas recientes sobre presuntas diferencias con las posiciones del episcopado local, algo que la CEV atribuye a la “manipulación” y “distorsión” de las palabras del Papa.
El nuncio Apostólico reiteró el compromiso del Vaticano y el suyo “para ayudar al sufrido pueblo venezolano” y destacó que cuentan con una maquinaria diplomática integrada por “operadores de paz”. Sostuvo que Venezuela forma parte de los “retos de la Santa Sede” y que cree “profundamente en los milagros”. Insistió que “a todos los niveles hay encuentros” y precisó: “Es un momento difícil, no podemos negarlo; pero es bueno decir que la Iglesia intenta (una solución)”.
“Francisco está muy pendiente de Venezuela. El Santo Padre es un portador de pacificación en el mundo entero como protagonista de la paz. Y creo que es una esperanza para Venezuela (el hecho de) que el Papa mismo quiera ayudar”, dijo. Consideró “difícil ahora mismo decir cuáles son los caminos”, pero ratificó: “¡Creemos en los milagros!”.
Consultado respecto al continuo pedido de los obispos para que el gobierno permita abrir un canal humanitario, dijo al Vatican Insider que también cree en ese milagro. “Sí. Yo creo que es un deber en Venezuela que los venezolanos vivan la solidaridad”.
Giordano agradeció las acciones generosas de quienes ayudan a mitigar el drama: “Conozco a muchas personas que tienen grandes necesidades en sus casas y en medio de su pobreza comparten las pocas cosas que tienen; eso también es un milagro, porque los panes compartidos se multiplican. Por eso, con tanto cariño e insistencia seguimos clamando fervorosamente a Dios por Venezuela”.
* Periodista y ex editor del Diario Católico de Venezuela
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