Una nueva Ley para una educación integral de prevención al embarazo adolescente en Honduras ha encendido las alarmas de los obispos toda vez que “se trata de un tema delicado que ha movilizado a muchos sectores de nuestra sociedad, y creemos que, lejos de provocar polémicas, es un tema que debe tratarse con profundidad, en la verdad y en la transparencia”.
Bajo esta premisa los prelados señalan que la educación sexual “no puede limitarse a una simple información». Se trata de un proceso de maduración progresiva que debe ser gradual y adecuada a las edades y al desarrollo de las niñas y los niños”.
En este sentido, plantean que “las políticas educativas deben de ser claras y sanas, orientadas al respeto y dignidad de la persona humana” y como está estipulado en la Constitución de la República de Honduras “los padres de familia son los primeros responsables de la educación de sus hijos”.
Familia, primera escuela
La Iglesia, como Madre y Maestra, “nos enseña que la familia es escuela del más rico humanismo y la primera escuela de virtudes sociales, que todas las sociedades necesitan. Es en el seno familiar donde recibimos las primeras nociones acerca de la verdad y el bien; y es ahí donde aprendemos lo que significa amar y ser amado”.
Por consiguiente, “aprendemos lo que significa ser una persona, con toda su riqueza, grandeza y dignidad”, por eso, “estamos llamados a cuidar y proteger a la familia, como garante de valores y principios éticos, morales y cristianos”.
Es un tema que no puede limitarse a una simple información, porque “la sexualidad humana es un don de Dios, es un lenguaje de amor y no puede reducirse a un pasatiempo banal, a un tema tabú o, mucho menos, a un ‘problema’. Más bien, la sexualidad debe enfocarse, como lo dice dicha ley, desde una perspectiva integral”.
Formación en valores
Los Obispos hondureños abren el debate y plantean que “la verdadera educación sexual debe llevar a la persona humana a ser dueña y no esclava del don de la sexualidad”. Por ejemplo, “el embarazo prematuro no se evitará con el uso de anticonceptivos, abortivos o con medias verdades, sino con la promoción de la maternidad y la paternidad responsables, según la ley de Dios”.
También consideran que “los jóvenes deben educarse en el respeto hacia la mujer, ya que la mujer no es otro de los objetos de usar y tirar, como acostumbran las sociedades materialistas de hoy día. La paternidad irresponsable es tan dañina como el embarazo de las niñas y jóvenes”.
Asimismo apuntan que “el matrimonio y la familia son una meta, y no un punto de partida” y “no deben comenzar con un error o una mala decisión”. Han recordado que “socializar una ley no significa imponerla a cualquier coste”.
Por ende, “nuestro pueblo tiene derecho a conocerla, sin ambigüedades y sin la tergiversación de grupos interesados en un colonialismo cultural, a través de la llamada»ideología de género. No se pueden negar los principios básicos de la antropología y de la biología”.
por todas estas razones “consideramos que es necesario replantearse este proyecto de ley, para buscar solución a un problema real, como son los embarazos en adolescentes y jóvenes. Necesitamos una ley que apunte a las raíces que originan el problema y promueva la formación en valores”.
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