Por Francesca Pollio Fenton.

La novena de Cristo Rey comenzará el viernes 15 de noviembre y terminará el sábado 23 de noviembre.

Los obispos han pedido a los fieles que ofrezcan sus oraciones a Cristo Rey “por la libertad de la Iglesia”.

Algunas de las intenciones de oración incluidas en la novena son, entre otras, que las personas de fe se reúnan en lugares de adoración sin miedo, que Dios dé esperanza y coraje a las personas que viven con miedo a la persecución, que Dios proteja a los migrantes y refugiados, y que los líderes empresariales sean libres de promover una cultura de vida en sus lugares de trabajo.

La novena consiste en una intención dedicada para cada día, seguida de un Padre Nuestro, un Ave María, el Gloria y una oración a Cristo Rey.

En 2012, los obispos emitieron un documento titulado La primera y más preciada de nuestras libertades en el que recomendaban que la solemnidad de Cristo Rey “sea un día específicamente dedicado por obispos y sacerdotes, tanto aquí en el país como en el extranjero, a predicar sobre la libertad religiosa”, ya que es una fiesta “que nació por la resistencia a las incursiones del totalitarismo contra la libertad religiosa”.

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“Urgimos a todos nuestros amigos católicos a intensificar las oraciones y el ayuno para que haya un renacer de la libertad en nuestro amado país”, dice el documento.

El Papa Pío XI instituyó la fiesta de Cristo Rey en 1925, con su encíclica Quas primas (En primer lugar) para responder al creciente secularismo y ateísmo. En ella advirtió que tratar de expulsar a Dios de la esfera pública resultaría en una discordia continua entre las personas y las naciones.

En su encíclica, el Papa dice que Jesús “es la Verdad” y que “los hombres necesitan beber de Él y recibir obedientemente la verdad”.

La encíclica dice: “Es, pues, necesario que Cristo reine en la inteligencia del hombre, la cual, con perfecto acatamiento, ha de asentir firme y constantemente a las verdades reveladas y a la doctrina de Cristo; es necesario que reine en la voluntad, la cual ha de obedecer a las leyes y preceptos divinos; es necesario que reine en el corazón, el cual, posponiendo los efectos naturales, ha de amar a Dios sobre todas las cosas, y sólo a Él estar unido; es necesario que reine en el cuerpo y en sus miembros, que como instrumentos, o en frase del apóstol San Pablo, como armas de justicia para Dios, deben servir para la interna santificación del alma”.