Nahuel Sotelo lo hizo en una entrevista con Sergio Rubin. El funcionario considera que el acercamiento del Presidente con la comunidad judía, "ayuda mucho para el vínculo con otras confesiones". También habló del posicionamiento exterior de la Argentina.
Sergio Rubin
El nuevo secretario de Culto y Civilización, Nahuel Sotelo comparó el abrazo de Milei al Papa con la parábola del hijo pródigo. “De un lado, alguien que mostró la disposición de que las puertas de la Iglesia están siempre abiertas y del otro alguien que tuvo la grandeza de abrazar a una persona con la cual no piensa en todo igual, pero que respeta como líder religioso y jefe de Estado. De hecho, el Presidente lo invitó a venir al país en su doble condición.El gesto afectuoso se repitió en la cumbre del G-20”, aseguró el flamante funcionario en una entrevista con Clarín.
Sotelo también habló del acercamiento del primer mandatario a la espiritualidad judía, la responsabilidad que implica el cargo y su relación con la comunidad musulmana.
-¿Qué significa ser el secretario de Culto del presidente que se manifiesta más religioso desde la vuelta a la democracia?
-En primer lugar es una responsabilidad muy grande ocupar este cargo y una alegría que tanto el presidente de la Nación como la canciller hayan confiado en mí, en una persona tan joven. Tengo 29 años. En segundo lugar, su espiritualidad le suma más exigencia a mi tarea. Una de las principales que tendré será seguir profundizando las relaciones entre el Gobierno y los distintos cultos que se profesan en el país. Ciertamente, ayuda muchísimo que tengamos un presidente tan espiritual. Esa característica los diversos líderes religiosos la ven bien.
-¿Y cómo impacta el hecho de que haya manifestado su interés por la espiritualidad judía que quizá termine en su conversión?
-Cada persona de fe tiene su forma de vivirla abrazando un credo determinado. Y en el caso del Presidente su proximidad al judaísmo no solo implica un acercamiento con la comunidad judía, sino que también, por su sensibilidad, ayuda mucho para el vínculo con las otras confesiones como el islam y el cristianismo. Y con respecto al Papa Francisco, lo vimos salirse del protocolo y abrazarlo durante su visita al Vaticano. Eso es algo bien visto en el ámbito religioso, independientemente de si un presidente es católico, evangélico, judío o musulmán.
-Pero el Centro Islámico manifestó su disgusto por expresiones del presidente como “terrorismo islámico” porque considera que estigmatizan a los musulmanes…
-En estos días en que me estuve preparando para asumir no escuche ninguna queja. Tampoco percibí una resistencia hacia el Presidente. Por el contrario, recibí saludos de la comunidad islámica y estamos próximos a reunirnos. Lo que sí digo es que soy un funcionario del Gobierno que sigue al cien por ciento las directivas del Presidente, que incluye un alineamiento con Israel, lo cual no significa que no podamos construir una buena relación con los musulmanes.
-¿Javier Milei logró una buena relación con el Papa luego de las severas descalificaciones que le propinó en el pasado?
-Totalmente. Tuve el honor de poder acompañar a Javier Milei a Roma para la canonización de Mama Antula y para mí lo que se vio allí fue como la parábola del hijo pródigo (ndr: el hijo que vuelve a su casa arrepentido y el padre lo perdona). De un lado, alguien que mostró la disposición de que las puertas de la Iglesia están siempre abiertas y del otro alguien que tuvo la grandeza de abrazar a una persona con la cual no piensa en todo igual, pero que respeta como líder religioso y jefe de Estado. De hecho, el Presidente lo invitó a venir al país en su doble condición.El gesto afectuoso se repitió en la cumbre del G-20.
-Pero persisten diferencias en cuestiones como el rol del Estado, la importancia de la política y el valor de la justicia social que el propio Papa señaló…
-Por supuesto que hay diferencias. Pero eso no quiere decir que las relaciones se vayan a dañar. Ninguna persona piensa igual que otra por más que se esté en el mismo espacio político. Y en la diversidad de pensamientos se da la mayor riqueza. La Iglesia tiene una visión forjada a lo largo de 2000 años y una doctrina. Javier Milei tiene su pensamiento. Pero no creo que sean más las diferencias que las muchas coincidencias. Hoy la agenda y el gobierno de Javier Milei tienen muchas similitudes con los pensamientos de la Iglesia. En términos sociales, el Presidente dijo desde el primer día que la billetera para Capital Humano iba a estar abierta porque tiene muy en cuenta las necesidades de los pobres. También dijo cuando ganó las elecciones que iba a hacer tabula rasa. O sea, que no importa de dónde vengas, qué hayas pensado hasta este momento, a qué partido estés afiliado. Que si querés sacar el país adelante, bienvenido al Gobierno. Eso muestra que en este gobierno se pueden tener diferencias de pensamiento y a la vez trabajar juntos para hacer crecer el país.
-Usted se declaró un admirador de Francisco, cosa que no todos los libertarios pueden decir… ¿Está trabajando para que venga el Papa a la Argentina?
-Es un sueño que tengo, pero también es el sueño de muchos argentinos que Francisco vuelva a su país. Sí yo puedo ayudar desde este lugar a que eso suceda, voy a estar cien por ciento a disposición para hacerlo. Creo, además, que su visita nos aportaría un mensaje de esperanza y contribuiría a la paz social. Ahora bien, hay diversidad de pensamientos dentro de mi espacio como en cualquier espacio político. Hay gente que lo quiere mucho y gente que no. Yo soy de los que lo quiere mucho. Creo que llevó a la Argentina a lo más alto. Eso para mí es increíble. Es una persona que tiene una enorme responsabilidad y es muy respetado en el mundo. Además, hizo cosas muy buenas para la Iglesia. Sí, lo admiro.
-A su vez, hay sectores de la Iglesia católica como los curas villeros que son muy críticos del presidente. ¿Le preocupa?
-No me preocupa. Nosotros estamos dispuestos a dialogar con quien sea y explicar algunas cosas que tal vez no se ven o no llegan a conocerse cabalmente, pero en las que se está trabajando. Hay grandes logros en sectores sociales como haber quitado los intermediarios de los planes sociales. Por ejemplo, se aumentó la Asignación Universal por Hijo, la Tarjeta Alimentar Comunidades y la Tarjeta Alimentar. En cierta forma va a ser una función de esta secretaría escuchar las preocupaciones que haya en el ámbito de las religiones y ser una especie de cartero que las lleva a los estamentos correspondientes del gobierno.
-Una de las preocupaciones de la Iglesia católica y del propio Papa es la actitud tan confrontativa del Presidente…
-Entiendo esa visión, pero no la comparto. Si analizamos cada ministerio comprobaremos que hay gente que viene de otros espacios como del PRO, el radicalismo, el peronismo, gente que estuvo en el gobierno anterior, gente que estuvo en el gobierno anterior al anterior, gente que viene de toda una carrera política no vinculada al liberalismo. Javier Milei abrió las puertas a una verdadera unidad nacional. Creo que este es el gobierno de la unidad nacional. Si analizamos el Congreso observaremos que sacamos una ley, la Ley Bases, que es la reforma más grande del Estado de por lo menos los últimos 50 años, teniendo 38 diputados y siete senadores. Nada de eso se logra sin consenso, sin tratar de trabajar en unidad. En todas las áreas del gobierno hay diálogo y consensos.
-Pero el Presidente se muestra muy duro con los que no piensan como él. Por caso, llama “degenerados fiscales” a los legisladores que impulsan una mejora en las jubilaciones…
-Javier Milei no tiene un compromiso con la política, sino con la gente. Dijo antes y durante la campaña que la Argentina necesita volver a ser un país confiable. Que no podemos gastar más de lo que recaudamos. En esa línea se mantuvo al asumir. Y cuando, después de décadas de un gran desorden empieza a ordenar las cuentas del Estado, aparece un proyecto cuyo propósito no apunta a beneficiar a los jubilados, sino poner palos en la rueda. Es cierto que la ley de jubilaciones posiblemente sea mala, pero su autor no fue Javier Milei, sino el fruto de un consenso durante el gobierno anterior. Si el Presidente dejaba la ley de jubilaciones como lo votó la política, hoy los haberes estarían muchísimo más abajo. No obstante, dispuso aumentos por decreto para mejorar los haberes, pero con la responsabilidad fiscal.
-El ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, dijo esta semana en el Congreso que este gobierno “rechaza la diversidad de identidades sexuales que no se alinean con la biología”… ¿Qué opina?
-No voy a opinar sobre lo que dijo el ministro. Lo que puedo decir, ante todo, es que nosotros respetamos a cada persona, a su dignidad humana. Ahora bien, cada uno con su vida puede hacer lo que quiera mientras no dañe al resto. Puede gustar más o menos. Pero es una cuestión valorativa de cada persona. Y vamos a defender la libertad de las personas para hacer lo que quieran. Eso sí, personalmente no tengo objeción si una persona que cumplió 18 años quiere iniciar un tratamiento para cambiar de sexo, pero sí la tengo si es menor de edad. Días pasados tuve una reunión con la asociación Manada que atiende personas que empezaron el tratamiento siendo menores y cuando llegaron a una cierta edad se arrepintieron. La ley actual es perversa porque no contempla la posibilidad del arrepentimiento. En términos legales, no permite volver atrás ni en el documento de identidad.
-Usted militó contra la legalización del aborto. ¿Hubiese votado en contra del matrimonio igualitario?
-No sé cómo hubiese votado. De todas maneras, para mí el Estado no se tiene que meter en el matrimonio. Si la intención es poner en claro la cuestión de los bienes o de la herencia, se puede hacer un contrato entre partes. ¿Pero por qué el Estado se tiene que meter en la cama de las personas? Yo que soy creyente, que practico la religión católica y que acepto la doctrina de esa institución, por ejemplo en la cuestiones como el divorcio, me quise casar por iglesia y tuve obligatoriamente que casarme por el Estado. Nosotros somos liberales también en eso. Si un hombre se quiere unir con otro hombre o una mujer con otra mujer, que lo hagan. Pero el Estado no debería existir tanto en el matrimonio heterosexual como en el homosexual. En cuanto al aborto, efectivamente milité contra su legalización, estoy a favor de la vida desde la concepción, pero ese es un tema de competencia del Congreso.
-También es secretario de Civilización, algo totalmente novedoso en la estructura del ministerio de Relaciones Exteriores. ¿Qué implica? Algunos dicen que, de la mano de su buena relación con Karina Milei y Santiago Caputo, conlleva un avance en una suerte de intervención en detrimento de la canciller Diana Mondino…
-Todo lo contrario. Con la canciller venimos trabajando muy bien en la transición que implicó la salida del anterior secretario y mi ingreso. Además, yo vengo a sumar, no a restar, ni a dividir. En cuanto a la denominación que se agrega está indicando un llamado a la acción ante el progreso y el atraso, la tolerancia y la intolerancia, la paz y la violencia. La civilización es justamente eso: cómo avanza una sociedad. La sociedad argentina tiene muchas cosas buenas para mostrarle al mundo. No tenemos problemas raciales, de xenofobia, de religión. Las tres grandes religiones monoteístas conviven perfectamente en paz y eso nosotros lo tenemos que llevar al mundo. El término civilización implica promoverla en el mundo. Además, esta secretaría también se ocupará de algunas cuestiones de derechos humanos internacionales.
-Hay quienes creen que ese objetivo conlleva llevar adelante una revolución cultural en el ministerio y un cambio hacia concepciones conservadoras de las posiciones que la Argentina viene teniendo en los foros internacionales…
-Javier Milei siempre fue claro con su pensamiento. No engañó a nadie. El posicionamiento internacional de la Argentina es lo que el Presidente dijo en la Conferencia de Davos. Un posicionamiento que acompaña la mayoría de la gente. Fue claro respecto de los lobby internacionales, de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la ONU, con la que estamos en contra en muchos de sus preceptos. Ni qué hablar de organizaciones como Open Society o Amnesty Internacional. En Argentina generalmente el poder se ejercía de arriba hacia abajo. Se bajaba línea desde algún organismo estatal o a través de las facultades o de los colegios secundarios. Así se iba instalando el status quo de la política internacional. Javier Milei llega de abajo y va hacia arriba, sin ninguna institución del Estado, nada más que con el apoyo de la gente. Por eso para mí es un sueño que sea presidente porque fueron las bases de la sociedad las que lo quisieron.
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