Con motivo de los festejos de fin de año, y en concordancia con la Fiesta de la Sagrada Familia, los obispos argentinos reflexionaron este 31 de diciembre sobre lo vivido durante 2017, especialmente en lo vinculado a la familia como “casa y escuela de valores”, e invitaron a seguir el ejemplo de la familia de Jesús. Por otra parte, y con la mirada puesta en el año nuevo, recordaron que es Jesús quien ofrece la verdadera “vida nueva” y recordaron la importancia de rezar por la paz, sobre todo de los migrantes y refugiados.
Los obispos argentinos se pronunciaron, al finalizar el año, sobre las distintas celebraciones que los católicos festejamos por estos días: en sus reflexiones, invitaron a seguir el ejemplo de la Sagrada Familia y recordaron la importancia de rezar por la paz.
El arzobispo de Corrientes, monseñor Andrés Stanovnik OFMCap, dedicó su homilía del 31 de diciembre a mirar el año transcurrido “desde la perspectiva de los vínculos matrimoniales y familiares, enfocando esa mirada sobre todo hacia la vida de fe”. El prelado se refirió a la familia como “lugar de encuentro con Dios y cuna de vocaciones”, y llamó a “mirarnos en el espejo de la familia de Jesús, para sentirnos abrazados por ella, comprendidos y, al mismo tiempo, estimulados para dar un paso más en confiar que Jesús puede transformarnos y ayudarnos a mejorar los vínculos”.
El obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Oscar Frassia, por su parte, llamó a que cada uno de nosotros “siguiendo el ejemplo de la Sagrada Familia, cuidemos, protejamos, recemos y nos alimentemos en la fe”.
El obispo de Posadas, monseñor Juan Rubén Martínez llamó, en el último domingo del año, Fiesta de la Sagrada Familia, a reflexionar sobre el modelo de familia que nos propone la Palabra de Dios y a trabajar para “recuperar el rol central que tiene la familia como generadora de valores”.
En referencia a la expresión popular “año nuevo, vida nueva”, el obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, reflexionó sobre el año que finalizó y el que comienza, recordó que Jesús “nos salva y nos redime”, y aseguró que es Él quien nos ofrece la verdadera novedad de vida.
Jornada Mundial de Oración por la Paz
Al celebrarse el 1º de enero la Jornada Mundial de Oración por la Paz, los obispos se hicieron eco del llamado del papa Francisco a tener la mirada puesta sobre los migrantes y refugiados. El arzobispo de San Juan de Cuyo, monseñor Jorge Eduardo Lozano, invitó a dar gracias a Dios por este 2017 que concluye y abrir el corazón “al nuevo año que llega con el deseo de crecer en la fe y el servicio a los hermanos”. También exhortó a “un cambio de mentalidad” y a asumir la realidad de los migrantes y refugiados “con una perspectiva positiva”.
En este marco, el arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer consideró que “si queremos paz, felicidad, hagamos algo, aunque sea el poquito que podamos hacer para superar el atavismo de discordia que pesa sobre la sociedad argentina”.
“La paz es un valor al que debemos aspirar y sentirnos responsables de su construcción y cuidado, hablamos del anhelo de muchos hermanos que hoy caminan en busca de un lugar en el mundo que les asegure el derecho a vivir en paz”, afirmó, por su parte, el arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo.
El obispo de San Isidro, monseñor Oscar Ojea, consideró “muy bueno pensar cómo estamos acogiendo al otro, hasta qué punto somos hospitalarios, ¿no habremos perdido esta virtud extraordinaria de la hospitalidad, de poder ofrecer nuestros espacios a otros?”, se preguntó.
El prelado invitó a “proteger, esa capacidad de mirar a aquel que está desvalido”, al asegurar que “los migrantes y los refugiados tanto lo necesitan. Todo lo que significa el exilio o el desarraigo, como el desamparo, como la pobreza”.
El obispo de Nueve de Julio, monseñor Ariel Torrado Mosconi, propuso reflexionar sobre el mensaje del Papa, que llama a “acoger al recién llegado; proteger al desamparado; promover la esperanza y el optimismo; e integrar al diferente”. Al respecto, propuso “aplicar estas cuatro piedras angulares para la acción en sus vidas cotidianas, en lo personal, en lo familiar, en lo laboral, en la vida ciudadana y también eclesial”.
“Son muchos los lugares de nuestro planeta que están sedientos de paz por las guerras, el terrorismo, la persecución a los cristianos”, advirtió, y reconoció que “la realidad de la paz debe comenzar por cada uno de nosotros”.
El obispo auxiliar de San Isidro, monseñor Martín Fassi, se unió a ese llamado y recordó que “todos necesitamos una tierra y un lugar donde poder residir, crecer, desarrollarnos y vivir”. Tomando las palabras del Papa, el prelado llamó a “acoger, proteger, promover e integrar”.
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