El pontífice aseguró que es lo "único razonable" por hacer frente a la guerra y anheló que la sabiduría "inspire pasos concretos de paz". Reconoció además que durante su viaje penitencial no dejó de rezar por el "agredido y martirizado" pueblo ucraniano.
En el Ángelus de este domingo 31 de julio, un día después de regresar de su viaje apostólico a Canadá, el Papa Francisco advirtió acerca de la codicia, una enfermedad que destruye a las personas y volvió a hacer un llamamiento por la paz en Ucrania.
Desde el Palacio Apostólico del Vaticano, el Santo Padre reflexionó acerca del Evangelio de este domingo y advirtió que “el hambre de posesiones es adictiva. Especialmente los que tienen mucho nunca están satisfechos: siempre quieren más, y sólo para ellos mismos”.
Ante los fieles presentes en la Plaza de San Pedro en esta mañana calurosa de julio, el Papa invitó a pensar también "en las guerras y los conflictos: el ansia de recursos y riqueza está casi siempre implicada. ¡Cuántos intereses hay detrás de una guerra! Sin duda, uno de ellos es el comercio de armas”.
Tras el rezo de esta oración mariana, Francisco recordó que ayer sábado 30 de julio volvió de su viaje a Canadá.
Agradeció a todos los que han hecho posible esta “peregrinación penitencial”, desde los jefes de poblaciones indígenas como a las autoridades y a aquellos que le han acompañado en oración.
Además, recordó que durante su viaje apostólico no ha dejado de rezar por el pueblo ucraniano, “agredido y martirizado, pidiendo a Dios liberarlo del flagelo de la guerra”.
“Si se viera la verdad observando objetivamente y considerando los daños que cada día provoca la guerra no solo en el pueblo ucraniano sino en todo el mundo, la única cosa razonable sería pararse a negociar”, dijo el Santo Padre, quien pidió una solución concreta de paz.
Asimismo, recordó que este domingo la Iglesia Católica celebra el día de San Ignacio de Loyola y envió un saludo especial a todos los jesuitas: “Continuar caminando con celo y alegría en el servicio del Señor. ¡Ser valientes!”, exclamó el Santo Padre.
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